Saqué un pie fuera de la bañera, lo coloqué en la alfombra y luego el otro. No separé mis ojos de los de él ni un segundo. Sin embargo el me lanzaba miradas fugaces y vacilantes por todo mi cuerpo. Me sentí expuesta ante él por cada segundo que pasaba.
Alcé mi mano con cuidado para alcanzar una toalla, pero Daniel fue más rápido y me tomó del brazo atrayendome hacia él. Mi espalda estaba contra su pecho, podía sentir los latidos de su corazón fácilmente.
Me quedé helada, en ese momento no sabía que hacer, ni que decir, ni que sentir. De repente mis piernas empezaron a fallarme, mi respiración era un lío. Me quedé estancada en el tiempo hasta que... Me giró hacia él con brusquedad y su cara quedó tan serca de la mía que podíamos respirar nuestro mismo aire.
Luego, con un movimiento rápido me cargó a horcajadas sobre él y me sentó en el lavamanos, me abrió las piernas y se acomodó entre ellas.
Se que pensarán que soy una estúpida al no hacer nada en este caso, pero algo me decía que Dani no era capaz de hacerme algo que yo no quiera.
Me tomó de la barbilla para mirarlo a los ojos, por un instante me pareció ver algo en su mirada que antes no estaba ahí.
Su pelo se aferraba a su rostro por el vapor del agua caliente, se veía muy sexy en esa posición.
¿Me creerían si les dijera que nunca me imaginé esto? ¿Que nunca me imaginé estar completamente desnuda ante él con las piernas abiertas de par en par?
Mientras me sostenía la barbilla para que no mirara a otro lado que no fuera a él. Con la otra mano me acarició uno de mis pechos suavemente que parecía más un rose que una caricia, me estremecí por su tacto en esa zona. Sin embargo no hice nada, no me moví, solo me dediqué ha mirarlo y ha detallarlo por cada centímetro de su rostro.
Me pilló desprevenida porque en un abrir y serrar de ojos ya tenía sus labios junto a los míos, tardé unos segundos en reaccionar pero sin pensarlo mucho le devolví el gesto. Era un beso apasionado, acalorado, lleno de sentimientos, de lujuria. Sin despegar su boca de la mía, me agarró de las caderas y me apretó hacia él, hacia su miembro que ya estaba muy hinchado en ese momento.
Dios, nunca me imaginé que Daniel fuera así. Yo creo que las personas cambian con el tiempo. Él y yo no somos los mismos de antes, se los aseguro.
No quería separar mi boca de la suya. Sus labios eran suaves, pero a la vez rudos y eficaces. Estaba profundamente sumergida en un mar de placer intenso.
Derrepente me muerde el labio inferior con fuerza y suelto un quejido ahogado. No era una mordida normal ni gentil de las que se acostumbra hacer en un beso sino más bien una herida a propósito.
Le dí una cachetada por instinto, lo empujé lejos de mí y me bajé con velocidad de la meseta. Alcancé la toalla y salí lo más rápido que pude del baño.
-¡Daniel te vas pero ya, rapidito!- le grité aún con el labio derramando gotitas de sangre. Le señalé la puerta del balcón con firmeza.
Él no parecía molesto por mi reacción pero eso no me importaba en ese preciso instante.
-¿La gatita se enfureció porque le aruñé?- me miró fijamente con semblante serio y luego lo cambió por una sonrisa cínica.
Por una parte lo quiero echar de mi habitación por insensible y por provocarme una herida etc. Pero por otro lado quiero que se quede, que me siga besando, que intensifique todo lo que pasó hace unos minutos. Pero ya es tarde, ya me encabroné.
-¡Largo Daniel! Luego hablamos. -Dije mirando al piso para no observarlo a él.
-Esta bien, Esta bien- puso sus manos a la altura de sus hombros y las movía de atrás para alante. Como jesto de rendición.
Empezó a caminar a pasos lentos hacia el balcón. Pero cuando pensé que se iba a ir, se giró y lanzó hacia mí callendo ambos contra el piso. Me miró fijamente a los ojos y luego a mis labios, y sin despegar su mirada de mi boca me dió un lijero beso en los labios y me susurró:
-Que se te cure
Luego se fue dejándome completamente en shock arriba de la alfombra.
Mierda