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07 de febrero de 2019.

Ruan, Francia.

- Oh, cielo, mira nada más quién cumple años hoy. - mi abuela señala la pantalla de la TV con su cabeza. No me hace falta mirar hacia allí para saber de quién habla.

Suspiro y me obligo a sonreír aunque sin llegar a mostrar mis dientes. - Lo sé, tatita.

- ¿No vendrá? Quisiera saludarlo. - ella continúa con su tejido y veo el brillo en su mirada. Ella adora a Pierre, realmente lo hace. Debido a su alzheimer por más que le recuerde que terminamos ella siempre lo termina olvidando, así que ya hace unos meses dejé de hablarle al respecto y solo pongo excusas sobre el motivo por el que no la visita.

- Lo dudo mucho, abue, sabes que está ocupado con sus carreras.

- Estoy segura de que llegará lejos, el karting se le queda pequeño para tanto talento. - afirma sonriente.

Mi abuela se enfermó año y medio antes de que Pierre avanzara en su carrera y se convirtiera en piloto de Formula 1. Yo sé que a ella le encantaría saber que su Pierre está llegando tan lejos, así que decido compartirle esa noticia.

- De hecho ya compite en la Formula 1, tatita. En esta temporada estará en compitiendo en la escudería Toro Rossi. - le cuento y noto la ilusión y emoción en sus ojos. Además de amar a Pierre, mi abue fue piloto de automovilismo en su juventud así que realmente le apasiona lo que hace mi ex.

Continuamos hablando sobre eso unos minutos más hasta que su mente divaga y olvida el tema, y decido conversar con ella sobre su tejido.

Cerca del mediodía decido ir a comprar algo para cocinar puesto que mis padres están trabajando y mis hermanos no están en Ruan, así que me toca cocinar. Alisto a mi abue y nos subimos a una de las camionetas de papá para irnos al supermercado, no puedo dejarla sola en casa y también me encanta su compañía, adoro que me cuente sus historias de juventud aunque lo haga muchas veces, la ilusión con la que cuenta todo es contagiosa.

Vamos caminando por el supermercado, yo llevo el carro y ella se ayuda a caminar con su bastón, aunque en realidad poco lo necesita ya que, por suerte, la enfermedad no le está afectado la motricidad.

- ¿Prefieres tallarines con salsa roja o a la parisienne? - le pregunto mientras saco unos cuantos paquetes de los tallarines que sé que le gustan. Me volteo hacia ella cuando no recibo respuestas y me paralizo ante lo que veo.

Ella mira hacia un punto más adelante nuestro, específicamente a mi ex novio que mete cosas en un carro. Él no notó nuestra presencia por lo que intento irnos de ahí sin llamar su atención, pero ¿ya dije lo mucho que mi tatita lo adora?

- ¡Oh, Pierre! - lo llama. Él levanta su mirada primero coincidiendo con la mía y luego observa a mi abue. Una sonrisa se forma en su rostro mientras camina hacia nosotras.

- ¡Gida, tanto tiempo sin verte! - envuelve a mi abuela en un abrazo que ella corresponde sonriente.

- Lo sé, llevas mucho tiempo sin visitar a mi nietita. - lo reprende y él me mira un poco confundido. Necesito que la tierra me trague.

- Abue, - los interrumpo ganándome la atención de la viejita. - no encuentro el puré de tomates que te gusta, ¿puedes ver si lo encuentras tú, porfas?

Ella suspira y murmura algo en italiano, su idioma natal, antes de ir hacia la góndola a unos metros de nosotros y buscar lo que le pedí.

- ¿Acaso ella no sabe...?

Niego. - Se lo dije un par de veces, pero siempre lo olvidaba y no soportaría romper su corazón cada vez que me pregunta por nosotros.

Asiente lentamente entendiendo. - Vale, sí, sé cuánto le gustábamos como pareja.

Me siento incómoda, mucho. Pierre no saca sus ojos de mí y yo no puedo ni dirigirle una mirada. Sus ojos siempre fueron mi perdición.

- Estaban delante de todo, cieguita. - mi abuela regresa con dos latas de puré de tomate en sus manos, las cuales deja en nuestro carro. De repente su rostro cambia y me mira alarmada. - ¡Cariño! ¿Acaso no es hoy el cumpleaños de este hermoso joven?

Me emociono ya que recordó lo que vio en la televisión hace unas horas, y no puedo evitar sonreír. - ¡Sí! Lo es, abu. Saludalo.

Mi abuela abraza a Pierre fuerte y le dice cosas al oído, las cuales lo hacen sonreír y agradecer reiteradas veces. Segundos después se separan y mi abuela me mira como reprochandome.

- ¿En serio, Thyl? ¿No vas a darle un beso de cumpleaños a tu novio?

Puta madre, tierra tragame parte 2.

- Eh, no, ya lo haré luego cuando estemos solos, abu. - intento convencerla, pero la vieja terca hace un ademán con su mano derecha.

- ¡Nada de eso! Hazlo ahora y luego también, el chico merece muchos besos.

Nota mental: matarme.

Noto que Pierre comienza a acercarse a mí y me tenso.

- Ni se te ocurra... - murmuro para que solo él pueda oírme.

- Vamos, Thyl, deja el orgullo atrás y vamos a cumplir el deseo de Gida. - murmura de vuelta. La sonrisa divertida en su rostro me hace querer golpearlo.

- Pierre n... - y me calla con un beso.

Es más bien un pico, uno duradero y húmedo que me recuerda lo rico que saben sus labios. Sus brazos me abrazan por los hombros mientras los míos se mantienen a los costados de mi cuerpo. Toda yo estoy inmóvil, no puedo creer que esto esté pasando. Quiero patearle las bolas, maldito aprovechado.

- ¡Qué bello es el amor! ¿Cuándo me darán bisnietos? - mi abuela habla y aprovecho para separarme de Pierre.

- Abuela vamos, tengo que ir a cocinar. - tomo nuestro carro y empiezo a andar sin despedirme de él. Segundos después mi abuela me alcanza y caminamos hasta la caja.

Pagamos todo y después de que cargo las bolsas en la caja de la camioneta, subo al lado del conductor y arranca el motor.

- ¡Oh, mira! - mi abuela señala emocionada algo fuera de la camioneta. - ¡Es Pierre, hace tanto que no lo veía! Está guapísimo.

Lanzo un gruñido y pongo el vehículo en marcha.

BEGGING • Pierre GaslyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora