Su aliento empañaba el cristal de la ventana, mirando con asombro la blancura del lugar. Todo cambiaba con aquella nieve espesa, había nevado por dos días, pero por la noche había caído lo más pesado. Se sentía emocionado por ver todo aquello, como lo que decía en el libro de Armin. Claro, en Paradis nevaba, pero no de aquella manera. Recién se había despertado y había corrido como un niño, llamando a Mikasa para que lo acompañara a admirar por la ventana aquel paisaje.
-Es increíble, ¿No crees? -Le dijo emocionado a la mujer que se acercaba a sus espaldas, cargando con dos tazas de café.
-Definitivamente. -Le dijo ella con una cálida sonrisa mientras le tendía una taza.
-Y por lo que dijeron, nos esperan varias semanas así, tendremos que acostumbrarnos a la vista.
Permanecieron en un apacible y cómodo silencio, recargados el uno en el otro mientras bebía de sus tazas y apreciaban el blanco paisaje que tenían al otro lado de la ventana. Tal vez tendría que mantener bien despejados los senderos todos los días, por lo menos para llegar a los corrales, pero eso era lo de menos. De igual manera no necesitaba alimentar a los animales más que una vez a la semana ya que habían dejado hatillos de alimento en cada corral suficiente para aguantar ese periodo.
La nieve comenzó a caer un poco más suavemente y Mikasa le propuso algo que hizo que se le iluminaran los ojos.
- ¿Qué te parece salir un rato? -Después de ver su expresión, ella rio y le dijo. - Solo que abriguémonos bien antes.
¿Por qué estaba tan emocionado? No tenía idea, pero el ver el blanco intenso cambiando completamente el entorno en el cual llevaban viviendo seis meses despertaba en él el espíritu aventurero que creía haber perdido a los 10 años. Frente a la puerta se colocó el abrigo y su bufanda y luego la miró con una sonrisa radiante. En respuesta, ella puso una cara que le pareció demasiado tierna, ¿Qué otra cosa podría hacer que no fuera besarla? Tomándola por la cintura, depositó un beso en su mejilla y satisfecho con el ruidito de sorpresa que salió de ella, tomó su mano y abrió la puerta.
El frío viento les golpeó la cara, haciendo un cambio radical con el cálido interior de su cabaña. Mirando alrededor y entrecerrando los ojos por el brillo, dieron los primeros pasos en el exterior. Todo se veía tan diferente y a la vez tan familiar, el cielo era gris, pero a la vez blanco, la nieve que caía le hacía cosquillas en las cejas. Caminaron en dirección al manzano en el medio del valle, con su aliento ascendiendo en voluminosas nubecillas.
Dejó escapar un suave silbido de admiración una vez que estuvieron junto al árbol.
- Esta cantidad de nieve es increíble. -Dijo ella, el solo asintió con la cabeza. Absolutamente todo estaba cubierto de blanco y el techo de su cabaña tenía una gruesa capa encima. Eren miró hacia sus pies, ¿qué tanto estará separándolos del suelo?
Se agachó a averiguarlo, con su mano cubierta con unos guantes, escarbó en la nieve.
-Deben de ser unos 20 centímetros de nieve, mi mano entera cabe aqui dentro.
- Nunca había visto que cayera tanta nieve tan rápido.
- Y eso que es solo el inicio. El trineo nos será muy útil.
Ella se agachó a sus espaldas para inspeccionar el suelo, pero de pronto sintió un golpe en su cabeza, y vio nieve volar alrededor de su visión. ¿Habrá caído del árbol sobre él? Miró hacia arriba y luego hacia los lados, intentando encontrar la procedencia de aquel proyectil. No había nada... más que un pequeño hueco al lado de los pies de Mikasa.
La miró algo sorprendido y ella mantuvo una mirada inocente.
- ¿Qué pasa? - Le preguntó ella, pretendiendo no saber nada.
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Si ese día hubiera dicho algo diferente. Eremika
FanfictionLa respuesta de Mikasa cambia el curso de la historia. Un deseo egoísta de vivir un futuro juntos lejos del destino, Eren y Mikasa huyen mientras están en la misión de reconocimiento en Liberio. Buscando una nueva vida, para los dos solos. Aún y cua...