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Seguíamos reuniéndonos más frecuentemente con Muzan.

Douma seguía preguntándome por la mujer que tenía cautiva. Yo lo ignoraba.

De pronto me ofreció el brazo de una mujer y lo arrojé. No sé a qué se debía, pero cada vez me parecía más grotesco su forma de devorarlas.

Muzan seguía frustrado. Nadie tenía información acerca del lirio de araña azul.
Y habían vencido a Daki y Gyutaro.

Para mí sorpresa fueron los mocosos que se encontraban con Kyojuro aquella vez junto a un Pilar.

Así que envió a Hantengu y Gyokko a la villa donde se encontraban los herreros de los cazadores.

Los demás seguimos con lo mismo. Cada quien en su lugar devorando humanos.

Pasaba las noches merodeando por los pueblos cercanos a mi cabaña y atacaba a uno que otro tipo que me topaba.

No dejaba de pensar en Kaori.

¿Y si pudiera convertirla en demonio? ¿Y si hubiera alguna manera de convertirme en humano?

Me la pasaba imaginando cómo sería si eso fuera posible. Aunque las posibilidades de convertirla a ella en demonio eran más sencillas, yo no podría hacerle algo así.

Fue su preciosa humanidad la que me enamoró. Después de todo, Kyojuro tenía razón.

Como demonio perdería su esencia y eso era lo que menos deseaba.

Llegué a extrañarla tanto que investigué donde estaba la sede de los cazadores sin decir una sola palabra a Muzan y disminuyendo mi aura para que no pudiera encontrarme y hacerle daño a ella.

Unas semanas después encontré el lugar. Decidí visitarla por la noche aún con el riesgo que eso implicaba. Pero en verdad necesitaba verla.

Estuve observando los lugares alrededor. Las fincas de los pilares se encontraban relativamente cerca de la sede y ella se alojaba en una de ellas.

Mi corazón latió fuerte cuando la ví.

Estaban celebrando algo, todos estaban bebiendo y comiendo.

Pude reconocer a los mocosos que estaban con Kyojuro aquella vez y al pilar que estaba con ella cuando la conocí.

Pero no iba a nada más que a verla a ella.

Estaba más hermosa. La Yukata que llevaba le sentaba bien en su pequeña figura. Su cabello recogido dejaba ver su precioso cuello... Comencé a desearla en ese instante.

Vi que un tipo al que no conocía se le acercó y ella se notaba incómoda. Comencé a irritarme. El maldito hijo de puta intentó besarla y justo cuando me decidí a aparecer frente a todos para quitárselo de encima el pilar la defendió.

Al menos hacía algo bueno el baboso ese.

Vi después que la llevaba de la mano y sentí  cómo mi estómago salía por mi boca. Decidí seguirlos.

Hablaban de algo, ella lo abrazo y lo besó en la mejilla y comencé a sentir mi sangre hervir. Él besó su frente y después de decir quién sabe qué cosas se fue.

Traté de calmarme. Iba a verla, no a hacerle una estúpida escena de... ¿Celos?

La observé desde su ventana sin que ella pudiera notarme. Entró a una habitación que después descubrí que era un baño.

Su piel parcialmente desnuda despertaba mi pasión sin siquiera tocarla.

Secaba y cepillaba su cabello con delicadeza y ante mis ojos parecía el ángel más bello.

Después de secarse por completo se desnudó y mis palpitaciones se aceleraban. Disfruté cada segundo observándola mientras se vestía y antes de que se acomodara en su cama me colé dentro de su habitación.

Cuando se giró hacia donde yo estaba, para dormir más cómoda se sorprendió al verme.

- ¿Qué estás haciendo aquí?

- ¿Qué estaba haciendo él contigo? - No pude contener mis celos.

Me pidió que me fuera pero yo insistí en lo que vi y después de calmarme un poco le dije que quería hablar con ella.

Rodó sus ojos con fastidio. ¡Cómo extrañaba hacerla enojar! Y se levantó para cerrar con llave su habitación.

Después, se sentó en la orilla de su cama y me preguntó de qué quería hablar.

- Nada en particular. Te extraño...

- Akaza, pueden verte y...

- ¿Y qué? ¿Tienes miedo a que tu novio nos vea?

- Giyu no es mi novio.

Afortunadamente para mí.

- Entonces qué fue esa escena ridícula ahí afuera.

- ¿Me estabas espiando?

Le recordé que la extrañaba y que quería verla, me abalancé a su cama sobre sus piernas y después admiré su precioso cuerpo sobre todo sus deliciosos senos.

Ella insistía en que me fuera y aunque intentó disimularlo cubriéndose con la sábana, pude notar como cada poro de su cuerpo se había erizado por mi cercanía.

- Sólo vine por esto... - acaricié su brazo y no pude evitar sonreír cuando noté que su piel se erizaba aún más. Intenté besarla, pero en esta ocasión me rechazó.

- Por favor no hagas eso.

- ¿Ahora me rechazas? Tu piel me dice otra cosa.

- Aquella vez fue un error, Akaza. Estoy enamorada de alguien más.

Maldita sea, yo lo sabía, no tenía que recordármelo. Apreté mis puños sin que ella se diera cuenta, no quería asustarla, pero me era imposible disimular como se tensaba mi mandíbula.

- Lo sé. Pero mientras pueda provocar esto en ti - Su piel seguía erizada - no me iré de aquí sin un beso tuyo.

La besé, la besé con toda la pasión que guardaba en mi interior para ella, la tumbé en la cama y estando encima de ella levanté sus brazos para pegarme más a su cuerpo. Sentir sus pechos pegados a mí me excitaba como nunca me hubiera imaginado.

Comencé a moverme encima de ella mientras mordía su oreja y para mí buena suerte abrió sus piernas para sentirme. 
Ella gemía suavemente.

Empezaba a cantar victoria, pero de pronto me empujó

- Vete ahora, Akaza. Esto no está bien.

Yo sabía que ella me deseaba, pero que probablemente sus sentimientos por el inútil del pilar aquel la hacían retroceder.

Su respiración era agitada, no tenía duda de que había disfrutado ese momento tanto como yo.

- Que tengas dulces sueños - me despedí  besándola suavemente en su mejilla y mordiendo su cuello. Provoqué un pequeño quejido de placer y por el momento con eso me bastaba.

Salí de su habitación cuidando que nadie me notara. Y después de andar caminando ensimismado con el momento anterior en su habitación sonreí.

Kaori era la primera humana que me besaba y disfrutaba de mí por voluntad propia.

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AkazaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora