3

691 48 13
                                    


Me dirigí a la reunión donde el maestro nos esperaba. Ninguna luna podía dar aún con el lirio de araña azul.

No había rastro de esa maldita cosa.

Y él en su frustración nos castigaba a cada uno hiriendonos y provocandonos dolor de verdad.

Cuando se retiró cada uno de nosotros se dirigía a cumplir con la misión que nos encomendaba, acabar con más cazadores y teniendo yo cautiva a una preferí buscar por otro lado.

- Akaza, mi amigo. - Se acercó el aqueroso se Douma colocando su brazo sobre mi hombro. - ¿Cuándo será que podamos ir juntos de cacería? Te mostraré los beneficios que devorar mujeres te puede brindar.

Yo lo miraba de reojo. Apretaba mis puños conteniendo mis ganas de golpearlo. No lo soportaba.

- Sueltame. Tengo cosas más importantes que hacer que compartir contigo. - Arranqué su brazo librandome de él.

- Vaya, no estás de humor. - Dijo mientras su brazo se regeneraban. - Cuídate Akaza, mi amigo.

Decidí ignorarlo y después retirarme y de matar y devorar a uno que otro hombre y algunos cazadores de rango inferior regresé a la cabaña.

Las reuniones anteriormente eran cada cientos de años, pero últimamente se hacían cada vez más frecuentes. Aun así tenía tiempo libre para molestar a mi cazadora favorita.

Apenas amanecía, así que cuando llegué seguía dormida. Me recosté a un lado de ella con mi cabeza recargada en mi brazo, observándola.

Su belleza me cautivaba.

Para mí, los sentimientos de los que los humanos hablaban eran tonterías. No servían para nada más que para hacerte cada vez más débil.

Cuando veía humanos enamorados podía ver que al menos uno de ellos carecía de voluntad propia y hacía lo posible por mantener feliz a la otra parte.

¿Cómo podían rebajarse de esa manera?

Y aunque podría decir que yo no estaba enamorado, sí me sentía demasiado atraído por esa cazadora.

Nunca había sentido ese tipo de atracción y eso en cierto modo me incomodaba. Porque ella me rechazaba todo el tiempo y yo no me atrevía a usar mi poder para aprovecharme de ella.

Despertó y cuando me vió frente a ella sonrió, provocando algo en mí estómago. No sabía qué era.

- O soñaste algo muy bueno o empiezo a agradarte... - Le dije sonriéndole.

- Pensé que no volverías pero al verte frente a mí sonreí por lo estúpida que fui al tener tan grande expectativa.

- Eres muy graciosa ¿Sabes?

- Algo me han dicho. - Se sentó bostezando y estirándo sus brazos.

- Desayuna. - Le ofrecí fruta y agua.

- Me va a dar diabetes de tanta fruta. - Refunfuñó pero no le quedaba de otra más que aceptar y comer.

- Entre más dulce, más deliciosa...

Me miró con los ojos entrecerrados.

- Eres pésimo bromeando.

- ¿Me dirás tu nombre?

- No.

Pasamos así toda la semana. Fue difícil hacerla sonreír por primera vez.

- ¿Recuerdas algo de tu vida como humano?

Al parecer ese día estaba aburrida y decidió platicar conmigo.

- Nada. - Le dije mientras estaba acostado con los brazos detrás de mi cabeza, en el suelo de la cabaña y mirando al techo.

AkazaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora