Parte I

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Abrí los ojos a regañadientes. Los rayos de sol que se colaban por la antigua cortina no me permitieron continuar soñando. Parece increíble que habiendo pasado ya 5 años desde que llegué a España, aún siga soñando con ella. Me senté en la cama y esperé que sus recuerdos  se difuminaran de mi mente...

-Hola hermosa. - me dijo, cortando estrepitosamente el rumbo que llevaba mi imaginación.
-Hola, linda. -Respondí con un suave beso en su mano mientras ella apoyaba su cabeza en mi hombro desnudo.
-Despertaste temprano. Ayer no descansamos mucho, pensé que ibas a dormir un rato más.
-Jaja, tú sabes que duermo poco.

Jacinta me regaló una sonrisa coqueta mientras se levantaba de la cama.

-Ya vuelvo, te quiero regalonear así que voy a preparar algo rico para desayunar. Espérame acá. -Tomó una polera y salió de la habitación.

Comencé a sentir el aroma a café tostado en grano que desprendía esa antigua cafetera. Oía a la Jaci reclamar contra ella mientras yo seguía en modo automático. Me recosté y cerré mis ojos repasando mi sueño en el cual Rubí era protagonista;

-No quiero separarme nunca de ti. Yo sé que es difícil, pero quiero estar contigo, Maca. Si es necesario luchar contra el mundo, lo vamos a hacer juntas. Me miraba con ternura, sus ojos me hablaban desde el amor.
-Rubí, ¿te dai cuenta que esto es como un sueño para mi? Yo lo único que quiero y necesito para ser feliz es estar contigo.

Tomé su cara entre mis manos y sin titubear la besé. Un beso suave pero intenso.

No recuerdo dónde estábamos. En mi sueño claramente mantenía viva la esperanza de tener un amor correspondido. Pensé en el saludo con el que genuinamente me despertó Jaci. "Hola hermosa" ... ¿cómo decirle a Jacinta que sin quererlo profundizaba los recuerdos de Rubí?, y junto con ello mi necesidad de saber de ella. Esa era su frase, y no quería escuchar a nadie más decirlo, o al menos no a mi.

Tomé mi teléfono y busque en Instagram alguna noticia de Rubí. Suelo seguir sus historias desde una cuenta alternativa, dedicada a mi gata, rogando así que no sospeche de mi frecuente necesidad de verla. Había pasado ya un mes desde la última vez que revisé sus redes, y claramente para una influencer un mes es sinónimo de mucho trabajo y contenido, por lo tanto me aparecieron un montón de nuevas publicaciones. Ahí estaba ella, radiante y hermosa. En una de sus ultimas fotos parecía estar en un evento, pues usaba un vestido negro ajustado que llegaba un poco antes de sus rodillas, tacones rojos y un maquillaje delicado que combinaban a la perfección con unas sutiles joyas brillantes. Su pelo suelto pero elegantemente peinado a la derecha resaltaban sus finas facciones haciéndola deslumbrar en la foto que escogió publicar. En la siguiente foto mostraba con orgullo una estatuilla que tenia un grabado de "Personalidad emergente del año". La felicidad me desbordó, al punto de enrojecer mis mejillas de emoción. Por fin Rubí, mi Rubí estaba logrando lo que tanto anhelaba. Su carrera despegó cuando se dedicó completamente a la vida saludable y a subir contenido valioso, transmitiendo mensajes de apoyo y empoderamiento femenino, lo que me encantaba y me hacía sentir orgullosa. Me dediqué a revisar cada detalle de sus fotos, intentando descifrar a esta nueva Rubí, una mujer más madura, más resuelta y con un camino ya definido.

Jacinta regresó con el desayuno a la cama, lo que me obligó a bloquear y esconder rápidamente mi celular.

-¡Listo! Espero que te guste. Café en grano, unas tostadas con palta y frutita para mi chica.
-¡Qué rico! -Respondí, aún con el corazón exaltado y sin procesar lo que ella había preparado.
Eres muy linda Jaci, gracias por siempre estar. -La besé suavemente y la miré con cierta complicidad.

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