Parte VIII

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Tenía todo listo. Empaqué ropa sólo para tres días, pues tenía que regresar pronto al trabajo. Raúl avisaría que me sentí mal y que él tomaría mis temas mientras estuviera con síntomas de un fuerte resfriado. Mi amigo lindo como siempre cubriéndome, lo amo.

Llevaba una ansiedad inexplicable, como si fuese a hacer la más grande locura de amor viajando de esta forma. Mi ansiedad iba más allá del hecho de mentir para ver a Rubí. Este viaje podía cambiar nuestra historia si todo salía bien.

Salí de mi piso tan rápido que ni siquiera me detuve a pensar en Jacinta, hasta que nos topamos en la puerta del edificio.

-¿Y tú? ¿Te vas de viaje? -dijo Jacinta apuntando mi bolso.
-Jaci. Hola... ehh, no. O sea si, por trabajo. Tengo que ir a...Valencia. Valencia, si. Para allá voy -me compliqué por mentirle, pero la hubiese destruido si le decía la verdad.
-Ah, buena poh...qué raro que no te avisen antes -me miraba con resignación. No sabía qué decirle o cómo contenerla para que no me malinterpretara. De verdad quería que estuviese bien -Bueno, yo voy a estar acá unos días. Ya hablé con Lucía y ella me va a recibir en una habitación mientras busco otro piso.
-Pucha Jaci. No quiero complicarte, si necesitas quedarte, tú sabes que -No me dejó terminar.
-No sé nada contigo Maca. Pensé que te conocía, que íbamos bien y mira...
-Jaci... -la miré con honesta tristeza por lo que estábamos viviendo.
-Ya, anda no más. Cuídate... yo te aviso cualquier novedad si dejo antes tu depa. Chao.

Ingresó al edificio y me dejó con la sensación de que la perdía incluso como amiga.
Iban a ser las 8pm cuando tomé un taxi para ir a la estación de trenes. Calculaba que iba a estar llegando a Barcelona a eso de las 11pm, así que en el trayecto busqué un hotel al cual llegar por si no lograba encontrar hoy a Rubí.

Ya en el tren me dispuse a leer por un rato. Disfrutaba de la lectura y el dibujo, pero cada día tenía menos tiempo para pasatiempos, así que aproveché las tres horas que tenía por delante. A ratos miraba mi teléfono por si Rubí me escribía, pero no tenía novedades. Para mi sorpresa, mi hermana, la Jose me había enviado una captura del Instagram de uno de los chicos que andaba con ella viajando.

-¡Mira!, el mino que anda con la Rubí subió una foto en ese bar...¡aparécete allá de sorpresa, la dejai loca!
-Jaja enana, podrías ser policía. ¡Mi investigadora personal!
-Pa que veas. Ya poh, ¿irás?
-Adivina... -le compartí una foto en tren- ¡voy en camino! Pero no creo que me aparezca por el bar, capaz que sea desubicado, no sé.
-¡Noooo! ¿Cómo va a ser desubicado Maca? ¡Qué emoción! Estoy segura que a la Rubí le va a encantar, anda plissssss y me envías una foto después con ella.
-Jaja ya merme, lo voy a pensar. Ahí te cuento.
-Bueno. Oye y...pórtense mal, jaja tu cachai
-Yaaa cabra chica lanzá. Te hablo más tarde y deja de pasarte rollos jajaja que no soy nah tu teleserie. Te quiero.

Mi hermana siempre ha sido fan de la Rubí. La defiende a muerte y si fuera por ella, que deje todo en Chile y se venga a vivir conmigo, dejando todo atrás. En cierta medida debe tener esa ilusión ahora que Rubí está en europa. Ciertamente me ve como un panorama, su telenovela favorita, su ship favorito.

Busqué en el mapa la ubicación del bar con el que me dateó la Jose y, para mi fortuna, quedaba muy cerca del hotel que había reservado.

No tenía excusas para no aparecerme por ahí.

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Llegamos al bar y de inmediato noté que tenía una onda distinta a la de Madrid. En Barcelona todo parecía más intenso, más locura y más distorsión en el ambiente. Me sorprendió ver en las calles a parejas gays sin complicación. Nadie se ocultaba ni se fijaba en el resto, lo cual me encantó.

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