Parte XI

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Cuando entré al baño no pude evitar dar saltitos de felicidad. Me sentía en el mejor día de mi vida. Estaba en las nubes, como niña enamorada dando pequeños gritos de alegría cuando Maca me interrumpió por la bulla que hacía.

-Rubí ¿todo bien?
-¡Sii! si, todo bien -dije manteniendo la compostura mientras me calmaba.
-Pensé que gritabas...
-¡Si! Es que vi un bichito. Pero todo bien...-dije con un poco de vergüenza.

Me duché rápidamente para darle paso a Maca y así aprovechar el tiempo que nos quedaba juntas en Barcelona, pues ella debía regresar mañana a Madrid. Cuando salí, había ordenado algo de la ropa que teníamos en el suelo, haciéndome morir de ternura al verla en esa situación.

-Me ducho y salimos que se hace tarde -dijo tomando sus cosas para ingresar al baño.
-Oye -la detuve de camino jalando de su mano- dame un besito poh.

Maca sonrió y me besó tiernamente. Se quedó unos segundos en mis labios, chocando la nariz contra la mía mientras liberaba un te quiero en medio de susurros.

-Salgo rápido... -dijo dejándome mientras aún mantenía mis ojos cerrados.

Recuerdo que en nuestro encuentro más intenso en Chile habíamos llegado a unos besos lujuriosos y un toqueteo desesperado por sobre la ropa. Estábamos solas en el pentohouse, pues mi mommy y la Esme habían salido a comprar algo para el matri de mi hermana con Carlitos. Nos llevamos la computadora a la pieza, algo para picar y aprovechamos de ver una película recostadas en mi cama. Ya avanzada la tarde noté que la Maca se había dormido a mi lado, así que cerré la pantalla y me dediqué a mirarla en silencio. Se veía tan linda, llevaba esos cachitos en el pelo que tanto le gustaba usar y que, ya por el ajetreo del día, liberaba algunos rizos rebeldes. Recuerdo haber pensado en lo incomprensible que se me hacía encontrarla hermosa. Para mi aún era extraño el que me gustase una mujer y más aún tenerla en mi cama, poder mirarla y que eso me gustara tanto. Disfrutaba viéndola estar ahí sólo para mi.
Rocé su rostro con mi mano mientras tomaba un rulito de su pelo, a lo que Maca reaccionó sobresaltada, como cuando despiertas de una pesadilla.

-¡Uy, amor perdón! me quedé dormida...-dijo aún recostada, llevándose las manos a las mejillas.
-No importa. Era fome la película -dije arrugando la nariz mientras la observaba de costado.
-¿La terminaste? Podemos verla igual si quieres.
-No, no la terminé... Me quedé un ratito mirándote, mejor panorama.
-Hum, qué vergüenza -dijo mientras se giraba para quedar de frente a mi.
-Pero si eri tan linda Maca, ¿cómo te va a dar vergüenza conmigo?

En ese tiempo era yo quien generalmente tomaba la iniciativa, pues Maca parecía no creer que a mi realmente me pudiese gustar. Siempre decía que era como un sueño lo que estábamos viviendo, porque ella se interesó desde el comienzo en mi y nunca pensó en terminar pololeando con su crush.
Esa tarde tomé la iniciativa mientras nos mirábamos en silencio, estábamos coqueteando y jugueteando como niñas chicas. Le di un beso intenso, consciente de mi parte, en el que quería demostrarle cuánto me gustaba. Recuerdo que jugamos con nuestras lenguas un buen rato, subiendo la temperatura de nuestro encuentro. Si bien Maca había tenido otras relaciones con chicas, me había confesado que no había llegado a tener sexo con ellas, por lo que ambas éramos inexpertas en ese sentido. Maca me atraía contra su cuerpo casi de manera inconsciente, haciéndome cariño en la espalda. Fui yo quien quebró el momento transformándolo en un jugueteo apasionado, cuando sin previo aviso baje mi mano desde su cuello y la dejé caer en su pecho, rozándola intencionalmente. Maca se distanció casi instintivamente, liberando un suspiro nervioso ante la sorpresa de mi caricia. En ese momento recuerdo que dudé si continuar o actuar como si hubiese sido algo casual, pero ya estaba en ese camino y Maca me gustaba demasiado como para engañarme,
así que aproveché el impulso para lanzarme sobre ella y acariciar su pecho sin pudor mientras nos besábamos. Claramente ella estaba sorprendida, pero al ver mi actitud se relajó y respondió a mi estímulo atrapando mi pecho derecho con su mano izquierda. Era la primera vez que nos tocábamos, que nos sentíamos con ímpetu sexual. La excitación crecía mientras yo comenzaba a recorrer su cintura con el objetivo de sentirla bajo la ropa, eso hasta que escuchamos la puerta del penthouse abrir y a mi mommy gritar, como queriendo advertirnos que se iba acercando, lo que nos obligó a separarnos de sopetón y actuar como que nada hubiese pasado. Cuando mi mommy entró sólo nos limitamos a disimular ante la evidente situación.

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