PREFACIO

1.1K 86 13
                                    

Una ligera nube de polvo comenzó a levantarse, los cascos del caballo chocaban con el suelo seco provocado por el abrazador sol del mes de mayo, el ambiente era inundado por el sonido característico de un cuadriga, la crin de los cuatro enormes caballos que tiraban con fuerza de las cuerdas que lo unían con su carga se movía sin cesar por la velocidad de su carrera, poco a poco ese sonido fue apagado por el vitoreo desmesurado del pueblo romano que se había hecho cita a las entradas del enorme y lujoso palacio imperial, la residencia del Augusto, emperador de Roma.

Cuando la cuadriga se hubo posicionada a las entradas del palacio la imponente imagen de Augusto se hizo presente, su cabello blanco y aquel rostro reacio y severo le daban un aire de supremacía que solo era complemento de su título, era un hombre anciano de casi setenta y cinco años quien se había convertido en uno de los emperadores más queridos del pueblo, con una sonrisa en su rostro y acompañado de los líderes principales del senado bajo las escaleras para dar la bienvenida a su sobrino quien descendía con destreza de la cuadriga para caminar en dirección a el único familiar sanguíneo que quedaba con vida.

—Maximilian, hijo mío, cuando te marchaste del palacio mi cabello aún era color negro—No dudo ni un solo segundo en rodearlo con sus brazos y propinarle un fuerte abrazo, habían pasado más de quince años y su pecho no podía estar más lleno de orgullo de lo que estaba ahora.

Ave, Caesar (Ave, es usado como un saludo respetuoso entre los romanos, podría compararse al Alhjamdulila de los saludos arabes)—Saludó el hombre haciéndolo sonreír de gozo, aquel joven que lo había dejado solo con el afán de convertirse en el mayor líder de las legiones romanas y que aseguro regresar después de haber conquistado y traído a su imperio gloria había cumplido su cometido, ahora Cartago era suyo y las tribus de Britania del sur habían caído, haciendo aún más enormes las fronteras del imperio.

Después de unos segundos se apartó tomándolo por los hombros para mirar su rostro, piel blanca aunque ligeramente sonrojada por el largo camino, ojos color ámbar, serenos e intraslucidos como los recordaba, su sobrino había cambiado, se había convertido en un hombre sumamente atractivo que le recordaba a su hermano menor, Paolo, mucho más, al mirar esa mata de cabello corto color castaño claro, con los rayos del sol casi pudo confundirse y dar una descripción incorrecta y decir que era rubio.

—Vamos hijo, que aun te falta mucho que ver en Roma, después de tantos años todo ha cambiado—Le aseguro tomándolo por el hombro y llevándolo escaleras arriba, al llegar a la cima el recién llegado general se encontró con los ojos calculadores de la esposa de su tío, Flavia y al hijo de esta Adriano—Quiero que conozcan a mi sobrino, Caius Maximilian, Dux de las cinco mejores legiones de Roma.

Por medio de cartas Maximilian había podido estar al corriente de la vida privada de su tío, después de la muerte de su esposa hacia ocho años atrás, el emperador había decido unir lazos matrimoniales con una nueva mujer sin importarle que esta ya tuviera un hijo y que fuera veinticinco años más joven, lamentablemente la descendencia de Augusto era inexistente.

—Es un placer—Dijo de manera contundente y sin ninguna clase de emoción en su rostro el hombre, tenía un don para saber identificar a las personas y la primera impresión con la nueva familia de su tío no le había sentado nada bien.

—El emperador nos ha hablado mucho de usted, espero poder conocernos a fondo y que en su estadía en el palacio pueda brindar un poco de su apoyo y experiencia a mi hijo—Los ojos color ámbar recorrieron al muchacho, parecía ser joven de no más de dieciocho años.

—Tranquila mujer, no lo agobies con tus peticiones, primero déjalo sentirse cómodo y establecerse en casa nuevamente—Debido al comentario la mujer bajo la cabeza apenada, rápidamente el emperador prosiguió su recorrido hasta llegar al enorme salón del trono, camino con lentitud hasta su aposento para después sentarse en el como era su costumbre antes de comenzar a interrogar a sus visitantes, esta vez estaba más intrigado pues era su sobrino quien regresaba después de muchos años lejos del imperio.

ARTS AMATORIA (VOL. I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora