EL PRIMER ENCUENTRO

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GIA

Aunque lo intentara no podía quedarme quieta, caminaba de un lado a otro en la gran sala de descanso mientras mi padre observaba a un punto fijo en la pared, mi madre y Galia en cambio parecían haber probado alguna clase de licor amargo por la expresión que conservaba su rostro.

—Cuando la tenga enfrente voy a matarla—Susurró mi madre de manera casi imperceptible, supe de inmediato que se trataba de la mujer que había informado acerca de la decisión del emperador de comprometer a la hija de un senador con un legionario, si bien su información no había sido falsa tampoco había estado completa.

Mujer—Siseó mi padre haciéndola callar inmediatamente—¿Cómo te atreves a pedirme que detuviera la ceremonia? ¿Qué querías que hiciera? ¿Pararme delante del César y decirle que le había dado a mi hija equívocamente?

—Pero Thiago...Galia era.

—¡Galia era nada! —Gritó el, sus ojos se habían tornado mas oscuros de lo habitual y la vena de su cuello pareció exaltarse debajo de su toga—Ruega a los dioses de que nadie te haya escuchado. Tu actitud me enoja, deberías alegrarte por Gia ahora es una mujer comprometida.

—Ha tomado el lugar de Galia.

—La orden no contaba con nombre, fui libre de decidir a cual de mis hijas traería a esta ceremonia, permíteme recordarte que me rogaste que mandara a Gia en lugar de nuestra hija menor, no tengo idea de que era lo que esperabas pero no estoy dispuesto a cambiar nada a partir de ahora—Le reprochó—Si tu deseas hacer algo te recomiendo que traigas delante del emperador trecientos mil denarios...Ni siquiera se si hay toda esa cantidad de dinero en Roma.

Dame tu mano—Había dicho con aquella voz autoritaria que solo había escuchado dos veces en aquella ceremonia, no tenia idea que pudiera existir un hombre así en toda la ciudad, poseía un cabello de color claro que hacia contraste con sus demandantes ojos color ámbar y una mirada tan imponente que podía intimidar a cualquiera con solo voltear en su dirección.

¿Qué quería decir eso?

¿No lo comprendía?

Había pasado de imaginar una austera vida fuera de Roma en una modesta casa a una completamente distinta y pude pensarlo con mas profundidad cuando al bajar la mirada me encontré con aquel brillante anillo que adornaba mi dedo.

—No sé cómo paso esto—Musitó mi padre mirando en mi dirección—Lo he tomado como una bendición.

—Padre ¿Quién es ese hombre? —Le cuestione en un brusco intento por comprender la importancia de lo que acababa de pasar hacia tan solo dos horas, ahora descansando en aquella sala a unos cuantos minutos de dirigirnos a nuestras habitaciones asignadas podía pensar con claridad pues tanto bullicio, miradas y la ceremonia me habían nublado la cabeza.

—Maximiliano es el sobrino sanguíneo del emperador y ahora su hijo adoptivo, durante más de diez años ha liderado las legiones romanas haciendo aun mas basto las provincias conquistadas, hasta ahora es el único Dux de Roma—Relató poniéndose de pie y sosteniendo mis hombros antes de darme un abrazo—Cuando naciste Juno te coloco debajo de su manto, ahora más que nunca debes de cumplir tu promesa y poner todo tu empeño como esposa.

—No voy a fallarte padre.

—Confió en ti—Me dijo—Ahora ve, está cayendo la noche, afuera esta Seia con una sirviente del palacio, te llevara a tu habitación. Descansa, mañana al medio día regresaremos a casa.

—Que descansen.

Era una fiel creyente del destino y si mi madre había hecho todo para impedir que Galia tomara este lugar y había funcionado era porque posiblemente este no era el camino que le tocaba recorrer. Este día había sido complicado y ni siquiera había tenido la oportunidad de entablar una conversación como se debía con mi prometido. Después que la ceremonia concluyo él había desaparecido como la árida arena del desierto egipcio.

ARTS AMATORIA (VOL. I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora