LEGADO PRO PRAETORE

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GIA

¿Cómo alguien podía tener unos ojos tan bonitos?

Los de Maximilian era hermosos, podías fácilmente conectar con ellos y perderte para nunca salir, parecían una tormenta de arena, como esas que solían narrar algunos libros sobre los desiertos, con enormes montañas de arena color ámbar que los escritores orientales solían plasmar de esta manera, hermosas, pero también peligrosas, así eran sus ojos, bellos pero letales. Sus largos dedos habían levantado mi velo para después entregarme un trozo de Panis Farreus, un pan que era entregado de parte de la familia del novio como ofrenda, con un poco de nerviosismo lo acepte, en ese momento el dirigió el pequeño trozo a mi boca y lo coloco entre mis labios, el sabor levemente dulce era delicioso, repetí su acción depositando la pequeña miga en sus carnosos y rosados labios.

Al comer y saborear aquel manjar olvide el miedo que sentí cuando el Auspex Nuptiarum había ingresado sus manos en las viseras del animal, temí que sus palabras fueran negativas y que un mal augurio golpeara a mi familia, por suerte eso no paso. La ceremonia continua entre oraciones y peticiones de parte del Flamin que imploraba a Júpiter por diversos temas que involucraban al matrimonio.

——Quedando ustedes como testigos de la entrega de esta mujer comenzare a recitar el compromiso pactado por el prometido: Los acuerdos tomados por el Pater Familias del mismo, el emperador César Augustus: El matrimonio deberá llevarse a cabo bajo la ceremonia Confarreatio bajo la ley romana Cum Manu en la cual la mujer deberá cambiar su religión a la de su esposo en caso de no compartir la misma fe, el día cuatro del mes sexto, según las lecturas del Flamen Dialis (Sacerdote de Júpiter) deberá llevarse a cabo la unión pues los buenos augurios están cimbrados en esa fecha, la dote acordada es de diez mil denarios.

El Flamen leyó los acuerdos tomados bajo la ceremonia esponsalica, todo lo que allí se mencionaba se había cumplido, menos la dote, la cual yacía en los brazos de un esclavo, en un enorme baúl de madera, mi padre lo presento a los pies del emperador y de Maximilian, era lo que había pactado y era lo que él había cumplido.

Un matrimonio Cum Manu requiere la entrega de una dote apropiada para el valor de mi hija—Musitó mi padre entregando a los pies de Maximilian un enorme baúl que al abrirlo brillo al mostrar los miles de denarios que yacían dentro—A pesar de todo no hay monedas que compren a Gia, esto es poco comparado con su valor interno.

Sus palabras casi provocan que un par de lagrimas traicioneras bajaran por mis mejillas sin embargo rápidamente me controle, mi padre dedico una reverencia al César y camino un paso a atrás regresando a su ubicación original mientras un esclavo de la casa imperial tomaba el gran baúl. En el centro del altar había una gran mesa donde yacía una hoja de papiro, a su derecha había un pequeño bote de tinta y una delgada y elegante pluma, con nuestras manos izquierdas aun sujetas caminamos uno pasos, con enormes letras color negras Probationem nuptias (Comprobante de matrimonio)

—El prometido firma primero al lado derecho—Maximilian se inclino un poco para tomar la pluma, durante diez segundos pareció pensárselo, su mano sujetaba con fuerza la pluma, mi respiración se agito temiendo que cometiera un improperio pero en aquel momento saco la pluma de la tinta y procedió a firmar con rapidez, su nombre quedo grabado en la parte derecha del documento, Caius Maximilian Augustus, su letra era elegante y fina, muy similar a la del emperador, era muy seguro que su educación fuera superior a la de cualquier otro romano.

—La prometida firma en el lado izquierdo.

No perdí tiempo e imité su acción, uno a uno, los diez testigos fueron plasmando su nombre en el documento dando por sellado el matrimonio legal.

ARTS AMATORIA (VOL. I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora