¿QUÉ ES LO QUE DESEAS?

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MAXIMILIAN

Dormir apaciblemente ya no era una opción para mí, esta sensación me estaba matando y no estaba para nada acostumbrado a autocomplacerme por mi propia mano. ¿Qué hombre romano hacia eso existiendo esclavas y prostitutas? El encuentro con su padre le había alegrado el día, parecía haber estado muy apegada a él por lo que debió complicarse un poco acostumbrarse a no verlo diariamente, ninguna de mis palabras habían sido mentira, se comportaba como una esposa ejemplar, a la altura, administraba la casa correctamente, incluso parecía pensar en la que economía mas que yo, aunque claro había deficiencias en el lecho peor lamentablemente para mí, estaba seguro que yo también había propiciado su negativa a acostarnos de esa manera.

Abracé fuertemente la almohada, sin embargo, no pude evitar regalarle una mirada de recelo, no deseaba una fría almohada, deseaba el cuerpo de ella brindándome calor, las tenues luces de la mañana se filtraban por los ventanales dando por sentado que aun era muy temprano dado que la luz aún era poco nítida. Había dicho que no volvería a tocar el tema de dormir juntos, pero ella mirando con esos grandes ojos parecieron pedirme mi arrebato, era débil en todo lo que involucrara a esa mujer. A regañadientes me senté sobre la cama, al escuchar el sonido del mullido colchón un par de esclavos entraron a la estancia portando un enorme cuenco de porcelana.

—Déjenlo en algún lado—Ordené al darme cuenta que esperaban atentos mis instrucciones—Pueden marcharse.

Pase las manos sobre mi rostro mientras contenía un bostezo.

Dominus—Me llamó uno de ellos llamando mi atención.

—¿Qué pasa?

Domine, ha pasado enferma la noche—¿Qué? Aun conmocionado por la noticia me puse de pie rápidamente y me encamine al cuenco para asearme, la mujer me tendió una toalla y me señalo la indumentaria recién cambiada para la correcta limpieza bucal, asentí. Correr hacia ella no la haría mejorarse, aunque desease hacerlo.

—¿Por qué nadie me aviso?

—Pidió que no se le molestara mientras dormía—Maldije entre dientes, siempre era considerada con todo el mundo, pero no parecía desear que nadie fuese considerado con ella, después de vestirme no dude en encaminarme a su habitación donde yacían varias esclavas. Ella se sujetaba fuertemente el vientre mientras se colocaba en posición fetal sobre la cama, parecía tener un fuerte dolor en el vientre, sus ojos estaban cerrados mientras se quejaba en silencio.

—¿Qué ha pasado? ¿Cómo es que nadie fue capaz de despertarme? —Pregunté a su esclava principal quien la miraba con preocupación, pero cuando noto mi tono enfadado cambio esa expresión a miedo, ella comenzó a articular la misma oración de la esclava anterior, debieron haber sido más prudentes.

—Son...cólicos—Afirmó.

—¿Cólicos?

—Fuertes dolores en el vientre provocados por la llegada del menstruums (Mes) —Al mirarla pude notar que sufría en silencio, no pude evitar acercarme a los pies de sus aposentos, me senté en la cama y le acaricié el cabello.

—Gia—Le llamé en voz baja—Mandare a buscar al doctor de inmediato.

Ella negó sin abrir los ojos.

—Siempre pasa—Comentó casi entre dientes—Pasara en unos días.

—No puedes permanecer así, algún doctor debe encontrar la manera de que pare de doler—Gire un poco el rostro para buscar con la mirada a su esclava, según tenía entendido su esposo había llegado a la villa días después—Busca a tu esposo y que busque a todos los médicos posibles, si son griegos mucho mejor, me encargare por igual que venga el medico del palacio imperial, no puedo permitir que siga soportando ese dolor.

ARTS AMATORIA (VOL. I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora