15 de febrero
Eclipse: la luna eclipsó al sol un día posterior a San Valentín, engalanando el cielo que se tornó oscuro. Un espectáculo asombroso y alucinante, con vistas sublimes. No en todos lugares fue visible, pero las fotos que se tomaron durante el fenómeno captaban la belleza del astro opaco compañero del astro brilloso. Una joven risueña de cabello castaño siempre se percibía a sí misma como la luna, le pedía deseos y la observaba desde su ventana cada noche de cielo despejado. Varias pinturas colgadas en su pared comprobaban su fanatismo y su admiración por aquel satélite grisáceo. No paraba de contemplarla, era inefable ver algo así cada noche desde la comodidad de su cama.
Cuando su novio de cabellos rubios la visitaba ella sonreía, él era un sol, y ella la luna. La relación de Ayla y Elián llevaba cinco meses, amándose mutuamente con sentimientos recíprocos. En poco tiempo lograron congeniar y en un abrir y cerrar de ojos ya eran novios. Los recuerdos del inicio de su relación no eran difusos, eran fáciles de recordar. Dos jóvenes tímidos que tartamudeaban y se ruborizaban con un poco de contacto visual, esos dos jóvenes no tardaron en enamorarse perdidamente el uno del otro. Al ir en distintas escuelas fue complicado mantenerse en contacto y seguir viéndose, a pesar de ello, estuvieron dispuestos a afrontar adversidades y contratiempos para que su relación siguiese siendo perenne.
Una relación de ensueño, la relación perfecta. Las fotografías juntos confirmaban su unión y eterna pasión. Los besos, palabras, acciones, todo indicaba que su relación era impoluta, exenta de cualquier mancha que la hiciese ver mal. En las buenas y en las malas se encontraban unidos.
La joven terminó de leer un libro mientras estaba en cama. No pudo presenciar el eclipse por dos motivos: uno era porque no se vio en su país el fenómeno, y el otro era porque se encontraba enferma de gripa. Ella tendía a enfermarse demasiado por no usar suéter.
Le marcó a su novio esperando una respuesta.
—¿Qué pasó, bebé? —preguntó su novio alegremente.
—Perdón por no haber estado contigo el día de San Valentín, en verdad me sentía muy mal ayer, ya viste que me dio mucha fiebre y no podía ni levantarme. Perdón, en verdad —se disculpó genuinamente.
—Oh, tranquila, no pasa nada —respondió él—. Tienes que taparte mucho y comer bien, amor. Si quieres nos vemos la próxima semana y te llevo tu regalo.
—¿Crees que me dejen salir? —especuló la castaña mientras preparaba un vaso con agua para pintar algo con acuarelas—. Ya sabes que mis papás son un poco enojones cuando salgo demasiado.
El rubio lo meditó por un momento y contestó.
—Tranquila, podemos vernos después de que salgas de la escuela. Puedo faltar ese día y te veo saliendo —propuso el chico, no le molestaba no asistir a clases, no le pasaría nada—. Es una ocasión especial y quiero estar ahí para ti.
—¿Estás seguro?
—Sí, así que descansa un poco para poder mejorarte pronto. Bye, amor, tengo que ir al trabajo, te amo —colgó la llamada.
El cuarto quedó en silencio. Nuevamente ese silencio aburrido volvió, el mismo que permitía escuchar los carros que transitaban por la colonia, los pájaros, los malos e intrusivos pensamientos, el sonido de la televisión, de la licuadora, etcétera. Ayla tenía que calmarse y contó hasta diez inhalando y exhalando. Se concentró tanto para combatir los malos pensamientos que olvidó sacar a pasear a su perrito quien ansiaba poder disfrutar el aire fresco.
ESTÁS LEYENDO
Aquellas Máscaras: Libro 1
General Fiction¡LEER ANTES DE EMPEZAR A LEER! Este libro contiene temas como: divorcio, problemas alimenticios, relaciones tóxicas, ansiedad, depresión, alcoholismo, paranoia, iré añadiendo los temas según continúe la historia. ¿Quién sufre y por qué?, ¿cómo aca...