19 de febrero
Cuando uno tiene inquietudes nocturnas no se puede dormir bien, los pensamientos no dejan de rondar y acaparar nuestra atención, y por consiguiente no se puede conciliar el sueño como deseamos. En el desordenado departamento de dimensiones pequeñas con manchas de humedad y varias telarañas, cada noche era una batalla para los dos jóvenes que residían allí. Durante el día no se dirigían la palabra, solo guardaban silencio y hablaban de la situación del departamento, no de sus vidas ni de si necesitaban apoyo emocional.
La madrugada del diecinueve fue intensa para Derek, y contener las lágrimas fue una ardua tarea. Elián podía escucharlo a través de las finas y delgadas paredes, el eco de su llanto era desgarrador. Su indecisión podía costarle la quietud nocturna a su compañero. Con algo de titubeo tocó la puerta del pelinegro y le invitó a hablar.
—Tranquilo, estoy bien, bro —respondió con una débil voz, algo trémula, típica después de incontenibles sollozos.
—Te escucho llorar cada noche. No me molesta, pero sí me preocupa, vivimos en el mismo lugar y me siento algo impotente al escucharte así cada madrugada y no poder hacer nada—le explicó vacilante—. Me angustia saber que no estás bien.
—Pero, ¿qué hay de ti?, yo igual sé que no estás bien —replicó en seco—, oigo las llamadas con tu familia, los audios que envías a tus amigos sobre tu situación, los quejidos, todo.
El joven de rubios rizos se sentó frente a la puerta. Abrazó sus piernas colocando su cabeza en sus rodillas, cerró los ojos y suspiró. Aquel chico que se encontraba del otro lado de la puerta tenía razón, él no estaba bien, y no lo estaba desde hace mucho, incluso mucho antes de conocer a Ayla, ella fue la que calmó un poco las cosas, mas no fue una solución, y nunca pretendió que ella fuera la solución a todos sus problemas, simplemente una acompañante.
—Lo sé, yo tampoco estoy en mis mejores momentos; sin embargo, creo que los dos podríamos apoyarnos, sería como tener un oyente todos los días a cada hora —declaró buscando el modo de que el otro joven aviniera con él—. Eso ya depende de ti.
Tímidamente Derek abrió la puerta.
—Podemos empezar ahora —contestó con una sonrisa y ojos llorosos.
Se sentó a su lado y recargó su cabeza en la pared trasera, llevó sus manos a sus ojos y empezó a explicarle el motivo de su tristeza.
—No sé tú, pero últimamente me he sentido algo solitario. Me es difícil hablar con la gente y si estoy haciéndolo contigo es porque no tengo más opción.
—¿Eres muy callado?
—Sí —respondió—, por eso mismo no tengo a casi nadie a mi lado, ni un amigo al cual contarle mis penas. Si necesito desahogarme solo estoy yo aquí, si necesito divertirme solo estoy yo aquí, no hay nadie más para mí.
—Puedo ofrecerte mi amistad si gustas, puedo estar aquí para ti —habló casi interrumpiendo su última oración—. Podemos afrontar las cosas juntos, no tienes por qué estar solo, puedo acompañarte.
El joven de piel oscura miró a su compañero de reojo.
—No lo sé, me cuesta mucho confiar en otros. Siento que me juzgan, que sus ojos están viéndome siempre para burlarse de mí, es algo que ya viví —dijo—. En la secundaria fui alguien de pocos amigos, y siento que todos me reprochaban eso en secreto. Ser el raro del salón era mi título, y sigo creyendo que hasta la fecha lo es.
Elián vio el rostro de tristeza de su nuevo amigo.
—Hables mucho o no, eres increíble, nadie tiene por qué obligarte a ser alguien que no te gusta ser. Mándalos a la verga, tú sé tú mismo sin pensar si serás el raro del salón o no —el ojiazul rompió el silencio—. Con tal de que estés cómodo contigo mismo.
—¿De qué me sirve estar cómodo conmigo mismo si para todos estoy mal?, que te señalen, se burlen de ti alegando que estaban "jugando" no es algo con lo que pueda vivir cada día —refutó—, no me es cómodo ser yo mismo si siendo yo mismo me quedo solo, no sé si me explique.
—Tal vez no has conocido a las personas indicadas...
—¿Y cuándo las conoceré? —cuestionó.
—Ya conociste a una.
—¿Y cómo sabes que tú eres el indicado?
—Porque yo te acepto tal y como eres. No me importa si eres raro o no, solo sé que aquí tengo a un amigo que me apoyará siempre. Tu presencia en la casa me aliviana un poco después del trabajo, no hablamos, pero es grato saber que estás aquí.
Derek no pudo resistirse y le pidió un abrazo a su nuevo amigo.
—Gracias...
Tras una charla pequeña ambos fueron a sus respectivas habitaciones. Derek cerró la puerta y se sentó en su cama, feliz. Todavía seguía sintiéndose un poco solitario, pero esto era un comienzo. Le costaba abrirse a Elián, ya que recién se animó a platicar directamente con él, las cosas irían mejorando poco a poco.
Buscaría la mejor versión de sí mismo para mostrarla a los demás, tendría que ser un Derek que le hiciera sentir cómodo incluso estando solo.
Las palabras de Elián lo animaron un poco a hablar con más gente fuera de una pantalla. Se había unido a una red social con más jóvenes que sufrían casi lo mismo que él, era un entorno que lo sumía en depresión, la negatividad de los mensajes que intercambiaba con otros usuarios ofuscaba su vista de soluciones probables a su problema.
Aunque solo intercambiaron unas pocas palabras, Elián le había impulsado a probar cosas nuevas. Era hora de que Elián buscara una solución a su problema también.
Eclipse: Acto II Siento tu mirada sobre mí, deja de mirarme.
¿Quién eres?
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Aquellas Máscaras: Libro 1
Ficción General¡LEER ANTES DE EMPEZAR A LEER! Este libro contiene temas como: divorcio, problemas alimenticios, relaciones tóxicas, ansiedad, depresión, alcoholismo, paranoia, iré añadiendo los temas según continúe la historia. ¿Quién sufre y por qué?, ¿cómo aca...