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Viernes

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Viernes trece era una fecha reconocible en el mundo mágico, en cambio ese año todos sudaban en frío por lo que pudiera suceder. Doce días habían pasado desde la última muerte y como ya era de costumbre, los alumnos seguían siendo participes de clases grupales, solo que de menor número de alumnos ya que así encontrarían más fácilmente al sospechoso.

Empezaron a poner restricciones a algunos métodos de uso público y clausuraron aulas para que el criminal tuviera menos rango de lugares por donde asesinar.

Harry estaba confundido y ya no sabía que hacer consigo mismo, por una parte le gustaba ahora ser la compañía de Draco pero tenía miedo de que en cualquier momento empezara a desarrollar sentimientos de una forma más complicada y menos astuta. Se sentía muy poco valiente, estaba cegado por las penumbras de ese día y las miradas adversativas de sus compañeros entre ellos.

Se fue hacia las mazmorras queriendo encontrar a Draco y al menos asegurarse de que nada malo le pasaba. A veces al observar por lados que desconocía del castillo todo se volvía oscuro y tenía que imaginarse una que otra devasta esquina de piedra.

—¿Ya con ojeras a las ocho de la mañana, Potter?—se burló una voz pícara y desgarrada.

Esa serpiente rubia sobre el marco de la puerta hizo que a Harry se le subiera el corazón un poco arriba en el pecho mientras retumbaban tambores en vez de latidos.

Draco bajó la pierna que mantenía apoyada en la pared y dejó relajar los brazos que permanecieron cruzados hacía pocos segundos. Potter dudó de si acercarse o no pero no muy por la labor de mantenerse donde estaba se aproximó hacia Draco.

—¿Y tu ya tan arrogante a esta hora?

Observó una sonrisa encantadora del contrario.

—Me halagas Potter, pero tengo hambre así que si vamos al comedor sería con lo mejor que puedes empezar el día.

Acto seguido de aquel asentimiento de Harry los dos chicos avanzaron hacia el comedor pero un mensaje interrumpió los pasos de los dos; justo a punto de tomar el teléfono una horda de personas se abalanzó sobre los dos y Harry se chocó contra la pared seguido con Draco de su pecho.

Asombrado en cuanto acabó todo el berrinche de magos corriendo con miedo respiró, más tranquilo y no se percató de donde estaba su mano izquierda posicionada junto a la derecha.

Malfoy apretó sus labios y subió un poco su mirada hacia el montón de gente dando un par de maldiciones e insultos en bajo hasta luego atreverse a ver a Harry y dejar permiso para que el rubor no se fuera de sus mejillas.

—Potter...—Susurró el de túnicas verdes con ambas manos en el pectoral del Gryffindor y bajando su mirada hacia las contrarias en su cintura.

Como si fuera fuego y ardiera empujó a Draco alejándolo de él, no tan fuerte como se había imaginado, algo que lo descolocó. Lo había tenido tan cerca, le recordó al otro día que casi acababan uniendo sus labios, pero por ahora debía disculparse.

—Lo siento, fue un acto reflejo.

—Estúpido cara rajada, mis prendas son sagradas.

Doce venas y arterias [Harco/Drarry] «FINALIZADA»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora