Capítulo Dos

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Transcurrieron dos meses y medio desde la fiesta en el pueblo, Alex y David no se volvieron a ver desde aquella noche. Ella estaba muy nerviosa, su ropa le estaba comenzando a ajustar y su periodo se negaba a llegar, dejemos en claro que aunque Alex siempre llegaba tarde su periodo si era muy puntual.

Se escapó de su casa para ir a Palacio a buscar al chico de la fiesta. No estaba segura si él aun trabajaba ahí, pero era la única pista que tenia. Entro sin problemas diciendo que era la nueva empleada de la cocina y quizás por su facha se la creyeron sin problemas. En uno de los jardines pudo ver al rubio con un corcel blanco, él estaba cepillando la crin del corcel.

—Ahora empiezo a pensar que quizás seas veterinario —David se impresionó muchísimo al verla, ella la ultima persona que esperaba ver ahí.

—Que sorpresa, creí que no volvería a verte después de despertar en esa habitación y solo encontrar esa zapatilla debajo de la cama —una parte de él se encontraba feliz de volver a verla, pero al mismo tiempo se encontraba bastante sorprendido de que apareciera después de tanto tiempo—. La verdad es que tengo muchas lagunas mentales de esa noche y pensé que quizás hice algo muy humillante.

—Tranquilo, te comportaste encantadoramente, pero yo tenia que llegar a mi casa.

—No quiero ser grosero, pero tengo una duda ¿Qué haces aquí? —ella comenzó a jugar nerviosamente con su vestido, no pensó que seria algo fácil de decir, pero tampoco creyó que fuese tan difícil. Desde la distancia el Rey observaba intrigado aquella escena.

—Estoy segura de que estoy embarazada y es tuyo —él estaba en shock, no podía creer que la chica que no había visto en mas de dos meses apareciera solo para soltar esa bomba.

—¿Estas segura? —dijo un poco agobiado mientras pasaba los dedos por su cabello y el verla asentir solo se tiró del mismo, estaba en un gran problema—. Mi papá va a matarme.

—No eres el único, tengo terror de que me saquen de mi casa —David solo le puso una mano en el hombro con la intención de reconfortarla. Andrew se acercó a los muchachos e inmediatamente la rubia hizo una reverencia al Rey.

—¿Qué sucede aquí? —la mirada del Rey estaba fija en David, sabia por la expresión en el rostro del muchacho que algo estaba pasando.

—No es nada padre, yo me encargaré —Alejandra volteó incrédula a ver a David, eso definitivamente era una gran sorpresa.

—¿Cómo te llamas querida?

—Alejandra Cinder —dijo algo nerviosa. Andrew pudo notar a que llegó por la manera en la que la chica pasaba las manos por su vientre.

—Eres hija de Arthur, el esposo de la condesa Tremaine ¿verdad? —ella asintió—. Supongo que mi hijo hizo su gracia, pero creo que esto se podrá arreglar sin problemas.

—Papá define arreglar —ambos ya se imaginaban a donde iba eso, el Rey obviamente se estaba refiriendo a un arreglo matrimonial.

—David, acompaña a la señorita a su casa y habla con su familia para iniciar los arreglos. Es lo más conveniente para ambas partes —dijo para después irse.

—¿A qué se refiere el Rey?

—Van a arreglar un matrimonio para nosotros —Alex volteo a verlo confundida, no quería ser una princesa. No les gustó cuando su padre comenzó a ganar enormes cantidades de dinero y cambiaron su estilo de vida, todo empeoró cuando se caso con Lady Tremaine y comenzaron a codearse con gente de noble cuna, lo ultimo que quería era desposar al único hijo del Rey.

—¿Nadie nos va a preguntar que queremos hacer?

—No, el Rey hablo y su palabra es la ley.

Así fue como nuestro encantador príncipe y la Cenicienta terminaron comprometidos. Quizás hubiera sido otra historia si ella hubiese tenido un hada madrina o si al menos no hubieran abusado tanto del alcohol esa noche. Jamás lo sabremos, solo nos queda aferrarnos a lo que sí fue.


Cuentos que no son cuentosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora