Cuentos que no son cuentos

Capítulo Uno

Pinocho se volvió un niño de verdad, así que Geppetto estaba teniendo que lidiar con todas las nuevas responsabilidades que implicaba el tener a un niño de carne y hueso. Entre todo el trabajo que tenía el carpintero también debía de tener lista la cena antes de que al pequeño le diera hambre, cuando pinocho era de madera nunca tuvo ese problema, pero no se quejaba y solo trataba de poner su mejor cara mientras daba todo su esfuerzo. Mandó a Pinocho a bañarse mientras terminaba de barnizar unos muebles, pero desde el baño se escucharon unos pasos de alguien corriendo que se dirigía a la carpintería, entonces Pinocho pasó corriendo hacia la calle completamente desnudo y cubierto de espuma. De inmediato Geppetto se asomó a la calle para encontrarse con la imagen de su hijo de ocho años bañándose en la fuente que estaba en medio de la pequeña plaza del pueblo, el pequeño daba brincos alegremente mientras chapoteaba en el agua cristalina.

—¡HOLA PAPÁ! —gritó el pequeño emocionado de que su padre salió a verlo. Geppetto se limitó a hacer señas a su hijo para que volviera a la casa, después de un par de minutos el niño entendió sin problemas y corrió directamente a donde él— ¿Qué tienes?

—Hijo, no puedes bañarte en la fuente y menos desnudo.

—Es que solo creí que la fuente era más divertida que la tina de nuestro baño, incluso el agua en ella baila, pero no lo volveré a hacer —al menos el niño ya no mentía, al parecer aprendió su lección cuando fue una marioneta—. Lo siento.

—Solo no lo vuelvas  a hacer. Me imagino que te aburres todo el día solo, pero pronto comenzaran las clases en la escuela y vas a asistir. Por mientras puedes ir a jugar con la hija de Isabel, es tu edad y es una jovencita adorable —Pinocho asintió con una sonrisa—. Ahora que lo pienso, no creo Pinocho no sea un nombre apropiado, te puse así cuando te hice, pero ahora que eres un niño de verdad quizás debas tener un nombre real.

—¿Lo dices enserio?

—Sí, lo digo enserio. Rodrigo.

Por alguna razón el tener un nombre de verdad hizo que el pequeño se sintiera completamente un niño real y eso era algo que ni toda la magia del mundo hubiese lograria.