Capítulo Uno

1.5K 102 10
                                    

Nuestra querida Cenicienta estaba haciendo los labores de la casa, como de costumbre. Hace un par de años a Lady Tremaine se le ocurrió ese castigo para que Alejandra se comparará como una dama, pero no funcionó, mas que un castigo lo tomó como una escapatoria. Cuando ella tenia doce años su padre comenzó a ganar mucho más dinero y debido a esto cambiaron su estilo de vida y dejaron la casita que tenían en medio del campo, incluso se volvió a casar. Ella solo extrañaba la vida en la granja y recoger los huevos de los gallinas con su madre mientras su padre estaba de viaje, nada fue igual desde la muerte de su madre. El dinero cambio a su padre, nunca estaba en casa y se comenzó a codear con gente que a ella le parecían falsas. 

—Alejandra ve por queso y café —se quitó el mandil y tomó una bolsa para llevar las cosas. Después de muchos intentos Lady Tremaine notó que Alex prefería ser tratada como criada a como una dama, así que le dio el gusto. Tomó las sobras de queso a la entrada de la madriguera para que sus amiguitos desayunaran. Un pequeño ratón gris se asomó.

—Hola Jack, dale un poco a Gus Gus y a los demás. Traeré más luego.

La rubia corrió hasta la fonda a felicitar a su mejor amiga, no sin antes pasar a buscar algo con el boticario. Elena estaba ayudando a su madre a limpiar.

—¿No le puede dar un día de descanso? Hoy es su cumpleaños.

—Buenos días Alejandra. Iré a hacer unas entregas rápidas —dijo la mujer mientras colocaba varios platillos de comida en una canasta—. Cariño, que Alex no queme la fonda.

—En momentos como este no se si estoy ofendida o impresionada de lo bien que me conoce tu mamá —esperó hasta que la madre de su amiga se fuera—. Adivina quien sí ira a tu fiesta hoy.

—Creí que no te habían dado permiso de asistir a la fiesta por lo que paso la ultima vez.

—Mi madrastra exagera, no llegue tan borracha. Pero eso no importa —la chica sacó de su escote un pequeño bote de cristal—. Lo conseguí con el asistente del boticario, esto las hará dormir profundamente.

—Agradezco que te este esforzando así para ir a mi fiesta de cumpleaños, pero no se si estoy de acuerdo en que drogues a tu madrastra y hermanastras.

—Pues entonces no sabes nada mas que tu amiga llegará a tu fiesta de cumpleaños. Te veo en la noche.

—Por cosas como esa mi madre ha considerado que eres una mala influencia.

La rubia fue a buscar el resto del mandado. Si no hubiera sido porque Anastasia se enfermo la hubiera tenido mucho más fácil, solo hubiera tenido que escabullirse después de ellas se fueran a la fiesta del príncipe. Al menos era buena improvisando.

Varias horas después Alex solo estaba esperando a que se quedaran dormidas para poder escapar. Les encantaría ver la reacción de su hada madrina cuando llegó para encontrarse a la madrastra y sus hijas dormidas, además de que ni pista de Alejandra, ella resolvió sola su problemita. En otro sitio David se estaba cambiándose para ir a la fiesta del pueblo, parecía más divertida que la del palacio. Ya en el lugar David daba vueltas por todos lados mientras consideraba que tan buena idea fue ir a una fiesta donde no conocía a absolutamente nadie.

—Ni loca, hoy es mi noche de libertad y claro que pienso volverme salvaje —volteó al lugar de donde provenía aquella voz, no supo porque justamente esa entre tanto bullicio, pero en un par de segundos tenia a una chica en sus brazo que al parecer se calló de la mesa que tenia una pata rota— .Mi héroe ¿Cómo puedo agradecerle?

—¿Me concederías un baile? Pero en el suelo, no soy muy bueno bailando sobre las mesas —la rubia lo arrastro a bailar. David no era muy buen bailarín, pero a ella no parecía importarle, aunque Alex tampoco era tan buena bailando lo compensaba con actitud. 

—No eres de por aquí ¿verdad? —ella conocía a casi todos los que vivían por los alrededores y estaba segura que jamás había visto al apuesto rubio.

—No. Estuve viajando en un barco durante un par de años —la chica le sonrió y comenzó a caminar lejos de la fiesta, él se quedó confundido hasta que ella volteo y le indico que la siguiera. Ambos caminaron hasta llegar a una fuente donde no deambulaba tanta gente.

—Sentía que si seguía bailando me iba a terminar cayendo. Entonces ¿pescador o soldado? Son los únicos trabajos que se me ocurren para alguien que pasa tanto tiempo en un barco.

—En realidad soy medico —dijo entre unas cuantas risas nerviosas, ella solo pensaba que era un chico adorable.

—Dime algo ¿Qué hace un doctor entre toda esta chusma? —él iba a contestar inmediatamente, pero se quedo sin palabras—. ¿Trabajas para la familia real? Se nota por tu forma de andar.

—Si, vivo en palacio de hecho. La verdad es que sus fiestas son bastantes aburridas —él se quitó la chaqueta y la colocó sobre los hombros de Alex para después rodearla con su brazo, ella solo se acurrucó—. Viaje mucho y la verdad es que ya no sé si podría ser feliz encerrado entre cuatro paredes. Una vez incluso nos encontramos con unas sirenas y casi no salimos vivos de esa.

—Suena genial, yo solo quisiera volver a estar en la granja con mi madre mientras arábamos la tierra y hacíamos chistes para pasarla más amenamente.

—Yo no recuerdo a la mía. Papá me cuenta muchas historias de ella y me muestra fotos, pero no logro recordarla, no tenia ni tres años cuando ella falleció. Es algo muy tonto ¿no crees? Me hice doctor por alguien que ni siquiera recuerdo —Alex tomó el rostro del chico entre sus manos y le dio un beso en la punta de la nariz, ambos rieron ante este gesto, mantuvieron su frente pegadas y sus narices rozando la del contrario—. Gracias.

—¿Por qué? —dijo risueña y confusa.

—No lo sé, por existir, creo.

—Entonces, de nada —lo beso en los labios, fue un beso algo extraño, ansioso con una pizca de nervios y una alta dosis de torpeza. Alex tomó a David del brazo y lo arrastro a la fiesta—. Es el cumpleaños de mi amiga, no puedo simplemente desaparecer como si nada. Además aun son las 11:00pm. La noche aun es muy joven.

—Pues vamos, yo sigo sobrio y hay que cambiar eso.

Sin baile en palacio o hada madrina, solo una fiesta a calle cerrada y algo de ron. Lo único que añadiré es que esta cenicienta llegara ya muy pasadas las doce.

Cuentos que no son cuentosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora