Prologo

436 15 0
                                    

Corrimos por el corredor en silencio, esperando a que no nos oyeran. Bajamos por unas escaleras de metal. Hacia frío, cosa extraña, ya que estábamos en Los Ángeles. Había tan poca luz que me tropecé por lo menos 5 veces. Al terminar, llegamos a un cuarto en el onceavo piso. Creíamos qué estábamos a salvo. No duro mucho.

Oímos los gritos aulladores. Esos gritos siempre me aterran. Al oírlos se que son de personas que han perdido la razón, la cordura, cualquier cosa o rasgo humano. Pero estaban cerca. Muy cerca. Y sólo era cuestión de tiempo para que vinieran y nos mataran a diestra y siniestra.

Empezamos a correr por el cuarto. Al parecer anteriormente había sido un cuarto de servicio, ya que no había habitaciones, sólo chispas de luz y tuberías. Las chispas de luz eran lo único que nos iluminaban. Habíamos perdido las linternas en unas calles atrás, y ahora sólo dependíamos de unas cuantas chispas para que nos iluminaran. Cada vez se oían más cerca, pero no perdíamos terreno, aunque en cualquier momento podrían sorprendernos, como lo han hecho todo el día.

Estábamos llegando a lo que parecía ser el acceso a los elevadores cuando de repente, sin ningún aviso, un estruendo grande se oyó en todo el edificio y un derrumbe fuerte tiró el piso de arriba y tapo la única salida que teníamos. Estábamos atrapados, era el fin. Los aullidos se oían cada vez más cerca y no teníamos a donde ir. Lo único que podíamos hacer era esperar y terminar con todo.

Estábamos "Sin salida"

Sin salidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora