Aun me costaba creer que esa mujer era yo

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-       ¡Tengo miedo! – susurré tomada de su mano, sin querer soltarme un solo momento.

-       Helena, pero si ya los conoces – comentó el entre divertido y sorprendido, sin poder borrar la sonrisa de su boca.

-       ¿Y eso qué importa? Los conocí en una situación muy diferente a esta – alegué.

-       No tan diferente – dijo – Ya eras mi novia – me miró directo a los ojos, enarcando una ceja, con ese aire travieso que tanto me gustaba.

Me sentí sonrojar de inmediato.

-       Pero… -

-       Pero nada, ven conmigo – jaló de mi mano y seguimos caminando hasta la puerta de su mansión en Las Vegas.

El corazón me latía a toda prisa, y aunque no estaba segura de sí aquello que sentía era real o solo un producto de mi imaginación jugándome una broma, podía sentir que las piernas me tambaleaban como si fuera un bebé aprendiendo a caminar.

Michael estiró la mano hacía el picaporte de la puerta y entonces le detuve con un jalón en la tela de su camisa.

-       ¡No estoy lista! – me quejé.

-       Hey, mírame – tomó mi mentón entre sus dedos – confía en mí, todo está bien, y así seguirá –

Sus ojos se posaron en los míos durante unos cuantos segundos, hipnotizándome de esa forma que solo él conseguía, convenciéndome de que lo que decía era cierto, de que no tenía nada que temer, al fin de cuentas estaba a mi lado, y con él, todo era mucho más sencillo.

Llevó de regreso aquella mano al picaporte y lo giró, abriendo la puerta de par en par, encontrándome de nuevo con aquellos rostros tan conocidos y a la vez tan… extraños… habían crecido y cambiado mucho.

-       Helena – la voz de Blanket me regresó un poco de tranquilidad - ¡Al fin has vuelto! – se acercó a mí y se detuvo un instante, parecía indeciso entre abrazarme o permanecer ahí, a una distancia que tal vez él consideraba prudente.

Estaba tal y como lo recordaba. El cabello largo y lacio, la misma carita, pero mucho más alto.

Fui yo quien se encargó de romper distancias, y sin pensarlo demasiado, extendí mis brazos hacía él y lo abracé con ganas.

-       Te he echado de menos – le dije.

-       Y yo a ti – sonrió de medio lado antes de depositar un beso en mi mejilla.

Entonces Prince se acercó sonriendo de lado a lado y me abrazó también. Lo noté mucho más grande y fuerte, de la apariencia de niño con la que lo había conocido no quedaba nada, se había convertido en un muchacho de la edad de mis alumnos.

-       Has vuelto – comentó alegremente, y entonces noté que también su voz había cambiado.

Asentí con la cabeza antes de darle un golpecito en el hombro y toparme con los ojos color zafiro de Paris, quien me observaba sentada en la escalera sin acercarse aun.

Era más bonita de lo que la recordaba. Se había teñido el cabello de negro y lo tenía bastante corto. No era una niña tampoco, ahora era una señorita que seguramente tenía muchos chicos tras ella, y que casi podía jurar, le hacía sentir muchos celos a su papá justo por eso.

Michael avanzó hacia ella y se sentó a su lado, dándole un beso en la mejilla. Ella le dedicó una sonrisa cariñosa y fue hasta ese momento que se levantó y comenzó a avanzar hacía mi con el rostro inexpresivo.

El pasado es historia [Michael Jackson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora