Capitulo 4-Desobediencia (Parte II)

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Saldría con Tristán, con mi chico mariposa. Sin embargo, Tristán justo cuando iba a atraparme me dejó ir. Porqué en una balanza entre el bien y el mal, él se guiaría hacia el bien aunque él fuera el mal.

—Amo la carne, Andy —Fruncí el ceño y rió—, sé que tú eres vegetariana, pero no puedo evitar amarla.

—Respeto tus asquerosos gustos —Dije burlona.

Tristán entrelazó nuestras manos suavemente. Eso era... diferente... y bastante lindo.

Me gustaba la sensación.

Me gustaba él.

—Déjame guiarte, cariño —Alzó nuestras manos y besó mis dedos—. Aunque tus gustos sean poco atractivos, estoy dispuesto a perdonarte.

Reí y miré hacia abajo.

¡¿Por qué reí?! ¡Soy yo quien debía perdonarlo!

—¿Por qué me perdonarías?

Quería escuchar algo lindo, me estaba gustando sentir cosas lindas, y eso era extraño.

—Porque... ­—Pensó por un momento— ¿Por qué no?

Esperaba algo más ¿Dulce? No lo sé.

Todo con él me confundía de una manera tan adictiva.

[...]

Luego de caminar durante un tiempo entramos a un muy lindo lugar. Tristán insistía que ya había planeado todo, pero estaba segura que simplemente fue con lo primero que nos topamos.

—Toma asiento mientras pido algo, mariposita ¿Te parece? ­—Asentí y besó mis dedos antes de soltar mi­ mano— No tardo.

Me senté en la mesa más oscura y alejada que vi, estaba en la parte trasera del local en la cual solo había una pareja además de nosotros, desde donde estaba podía ver a Tristán esperar ser atendido adentro del local.

Su cabello anaranjado rojizo siempre captaba mi mirada, era tan hermoso.

Seguía admirando a Tristán hasta que un chico al parecer un mesero del lugar se acerco a donde yo estaba.

—Buenas noches ¿Puedo ayudarte en algo? —Me preguntó amablemente.

—No, tranquilo, mi... —No sabía cómo llamarlo— mi amigo ya está pidiendo.

Él miró a la barra, volteó de nuevo hacia mí y rió bajo.

—Tan solo quiero tomar tu pedido, no debes mentirme.

—No te miento, mi amigo —señalé a la barra—, el de cabello anaranjado rojizo está pidiendo algo para nosotros.

—¿Anaranjado rojizo? ¿No se te ocurrió violeta luminoso? —Dijo sarcásticamente— No tengo todo el día y ya quiero irme, no seas inmadura.

Mamá me advirtió de esto; mamá me dijo que yo tomaba las cosas muy a pecho.

Y lo que de verdad debió haber dicho, lo calló.

No sabía que responder, solo quería irme pero también quería decirle que no era inmadura, y a la vez quería aclararlo todo.

—Dame tu pedido —exigió—. O vete ya, no puedes estar aquí sin pedir algo —Me sentía mal, quería gritar—. Podría apostar que eres una niñata que solo quiere esperar ver a un hombre y revolcarlo en su cama.

Mi perdida salvación (Un mundo de mariposas) CORRIGIENDO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora