Primera parte.
[Un mes antes de que la madre de Andrea le dijera que se iba de viaje]
—Ese caso, necesito estudiar más sobre ese caso —repetía constantemente frustrado mientras pensaba en aquella chica morena.
Froto mis manos con desespero sobre mi rostro, estoy ansioso. Necesito estudiar a esa chica, hay algo, tengo un mal presentimiento.
La idea de pensar en estudiar algo diferente me excita como me molesta porque no hay nada que ame más que el conocimiento pero no hay nada que odie más como mi confianza en él, ya que a veces la idea de expandirlo me parece nula y pensar siquiera que pude haber fallado me carcome.
Separo mis manos de mi rostro y las observo con ira.
—Quizás aquella chica está viviendo la peor mierda de su vida, quizás se está medicando con algo que nunca la hará sentir mejor, quizás su mente está hecha un lío, quizás siente que algo anda mal en ella, quizás —Aprieto mi mandíbula por la molestia—... quizás es gracias a mí.
Hago puños con mis manos y las levanto dispuesto a golpear con desprecio la mesa donde antes se recostaban, pero... escucho algo antes de impactar y eso me detiene. Es el tono de llamada de mi teléfono, lo observo a mi lado encima de los papeles del caso de la chica, frunzo el ceño al mismo tiempo que lo cojo con mi mano derecha y contesto sin prestar importancia al número desconocido.
—Arthur Fernsby habla —digo apenas el teléfono se acerca a mi oreja sin dejar hablar a la persona del otro lado.
Escucho la agitada respiración de la otra persona, sin embargo no contesta por lo que puedo suponer que esa persona está debatiéndose sobre si continuar con la llamada o finalizarla, también puedo escuchar como intenta silenciar los sollozos por su llanto así que... tendré que actuar.
Una leve sonrisa invade mis labios, no obstante recupero mi seriedad al instante.
—La desesperación solo empeora todo, actuar es lo que tenemos que hacer —Escucho como el llanto aumenta y sonrío en mis adentros—. El dolor que sientes no es solamente tuyo, todos pueden percibirlo y sé que quieres cambiar eso, sé que quieres ser feliz; suelta todas las lagrimas que quieras, me quedaré apoyando tu desahogo mientras espero que te sientas mejor.
Con una sonrisa de nuevo en mi rostro despego el teléfono de mi oreja y lo dejo sobre la mesa para presionar el altavoz.
El llanto en la otra línea solo aumenta por lo que me doy el tiempo de ir a la cocina por una manzana. Me levanto de la silla sin permitir que suelte algún sonido y empiezo a caminar en busca de mi alimento, el camino es corto así que rápidamente miro la taza con manzanas frente a mí, tomo la más sobresaliente y sin pensarlo dos veces la muerdo y vuelvo a donde estaba.
La persona de la llamada sigue llorando sin embargo puedo percibir como está calmándose y su respiración empieza a normalizarse.
—¿Qué está sucediendo? Debo saberlo para ayudarte lo más rápido posible o si cuelgas para esperar otro momento puede que sea muy tarde, es tu decisión.
Le doy otro mordisco a mi manzana sin mucha importancia, sabiendo que la otra persona está muy desesperada y no colgará.
—Mi —Inhala fuertemente antes de continuar—... Mi hija se llama Andrea, Andrea Foster, ayúdeme, por favor.
Mi respiración se detiene un momento, atónito suelto la manzana y tomo mi teléfono rápidamente, no obstante antes de hablar inhalo y exhalo el aire para no sonar desesperado. Una vez lo logro me decido a hablar.
—Señora Foster, esperaba a Andrea en mi oficina hace unos tres años pero nunca llegó, que grata sorpresa será poder verla de nuevo —Cerré los ojos para prepararme por la pregunta que estaría por hacer—, ¿cómo sigue ella?
—Ella no —su voz empezaba a afligirse de nuevo—... no está nada bien, Arthur.
Hice un puño con mis dedos y apretaba cada vez más los dedos contra la palma de mi mano. Lo sabía, sabía que ella debía estar mal, faltaron estudios, faltaron pruebas.
—Lo entiendo, señora Foster, y estaré a gusto de poder ayudar a Andrea de nuevo, ¿cuándo puede ir a una cita?
—No —me interrumpió— ¡No puedo llevarla a una cita! Ella... ¡ella no puede! —decía apresuradamente y con una respiración agitada por lo que se me dificultaba entenderla.
—Disculpe, señora Foster, pero no entiendo cómo quiere que ayude a Andrea si no puede ir directamente a mi consultorio para hacerle una evaluación, me temo que de otro manera no podré ayudarla —dije calmado aunque me preocupada.
Estaba irritándome, realmente quería estudiar de nuevo el caso de aquella chica.
—¡Por favor! La verdad es que... ella no sabe de su esquizofrenia, su padre y yo decidimos no decirle y —La interrumpí.
—¿Ustedes hicieron qué? —pregunto paralizado— Le negaron la verdad, le negaron un tratamiento y una evaluación digna, le negaron conocer su vida y estoy seguro que también le han negado vivirla, señora —Mi mano empieza a templar por la impotencia que retengo en mi ella—, déjeme evaluar a su hija, esta vez sí.
El silencio se hizo presente entre ambos, sin embargo mi mente no paraba de pensar, había tantas interrogantes que no podía evitar sonreír, este caso sería interesante, lo sabía.
—Yo quería proponerle algo —comenta la señora Foster.
—Si me permitirá evaluar a su hija soy todo oídos.
—Había pensado en que usted se hiciera pasar por su tío ya que ella no conoce a su familia paterna y así estudiarla más de cerca en mi casa, yo podría irme a la capital con su padre y usted me mantendría informada, ¿qué le parece?
Estuve unos segundos analizando si realmente había dicho eso hasta la siguiente oración que dijo.
—Andrea ya no recuerda a Tristán ni a Thrent, tampoco recuerda nada de usted ni el grupo de ayuda, de un tiempo acá ha olvidado todo lo que tenga que ver con su enfermedad.
—Debemos actuar rápido —dije con un tono serio y apresurado—. Puedo aceptar su trato si modificamos algunas cosas.
—¡Claro, por favor, dígame qué!
—Primero que todo, hablaré con mis superiores, si ellos no me permiten hacer esto debe saber que no habrá ninguna razón por la que lo haga; segundo, me puedo hacer pasar por su tío pero no dormiré en su casa; tercero, usted se quedará aquí en Pacifica, en un hotel o donde una amiga, donde quiera, pero no se vaya a otro estado; cuarto, si haremos esto necesito que ponga cámaras en su casa para que tanto usted como yo podamos ver a su hija a cualquier hora, y por último, reunámonos mañana para que me diga cada detalle de las actitudes de su hija. Le enviaré un mensaje con la dirección.
Finalicé la llamada y sonreí mirando el techo. Por fin estudiaría el caso de aquella chica. Mi risa empezó a llenar la habitación.
—Descubriré que esconde tu pequeña cabecita, querida Andrea.
<3
Maripositas, ¿esperaban que así fuera la primera vez que Arthur supo que estudiaría a Andrea de nuevo?
Estoy por traerles muchas sorpresas y hay una en especial que los dejará con la boca abierta.
Peero, por hoy me despido.
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Mi perdida salvación (Un mundo de mariposas) CORRIGIENDO
Teen Fiction¿Puedes confiar en alguien realmente? ¿Puedes si quiera confiar en ti mismo? No. Te engañas. Cómo él me engañó, como yo me engañé. Antes solía confiar en alguien, o por lo menos solía confiar en mí. Él sólo me mintió, yo también me mentí. Él me ab...