¿Mamá?

13 3 99
                                    

Un móvil empezó a sonar y me desperté. Me removí un poco en la almohada - o lo que parecía una - hasta que esta soltó un quejido y abrí los ojos enseguida. Estaba apoyada en la barriga de Cameron, que seguía durmiendo. 

Igual deberías hacer lo mismo. 

Me levanté y noté que él tenía una mano en mi cintura. Me levanté - aunque fue difícil - porque el móvil seguía sonando. 

Me acerqué y me sorprendió bastante ver que era Troy, más que nada porque la única vez que habíamos hablado por teléfono fue para darle la dirección de la casa de la playa. 

Salí de la habitación para no despertar a Cameron y respondí a la llamada. 

- Hola - saludé. 

- Hola, ¿está mi hermano contigo?- preguntó -. Aunque sé que sí porque solo habla contigo y conmigo, así que si no está en casa está en la tuya. 

- Sí, está durmiendo - contesté -. ¿Le despierto?

- No, solo dile que Natalia ha venido y que no se preocupe. 

Y colgó. 

¿Quién era Natalia y por qué no tenía que preocuparse por ella? No era mi problema y tampoco me interesaba, pero esperaba que no fuera nada malo. 

Entré de nuevo a mi habitación, Cameron seguía dormido, pero se despertó cuando escuchó como me di un golpe contra mi armario. Mierda. 

- ¿Cleo?- habló, intentando encender la luz. 

La encendí por él y le costó adaptarse, pero luego me miró y encarnó una ceja. 

- ¿De qué te ríes?

Y es que no me había dado cuenta de que llevaba sonriendo desde que mencionó mi nombre. Ni siquiera sabía por qué, pero no podía dejar de hacerlo. 

- De que estás muy guapo recién levantado - murmuré, bajando a la cocina. 

Antes de entrar escuché la típica música que pone mi madre siempre, así que supuse que ella estaba dentro, pero no que estaba cocinando. No había hecho un desayuno que no fuera una tostada desde que me hice un esguince en el tobillo con diez años. 

- Buenos días, cielo - me saludó. 

- ¿Viene alguien especial a desayunar?- pregunté, observando las tortitas -. Lo digo por no ir en pijama y con cara de que voy a matarle. 

- Esa es tu cara siempre - se rio y se giró a mirarme con una mano en la cintura -. ¿Y qué pasa? ¿No me puede apetecer cocinar? 

- ¿Estás cocinando porque Cameron se ha quedado a dormir, mamá?- la miré fijamente y ella sonrió dulcemente -. Por Dios, no me puedo creer que te encante tanto que tenga amigos. 

Iba a decir algo pero se calló y miró por encima de mi cabeza. 

- Buenos días - dijo Cameron.

Y mi madre y él empezaron a hablar tranquilamente, como si fueran amigos de toda la vida. Me sorprendió porque ni mi madre ni él eran sociables, de hecho, eran más bien todo lo contrario. 

Se ha ganado a la suegra.

- En fin, tengo que irme - dijo mi madre, cogiendo su mochila y marchándose -. Pasáoslo bien, chicos. 

Mi madre se fue y yo me empecé a ponerme un plato de comida mientras Cameron me miraba apoyado en la encimera. Sentía su mirada fijamente y por eso se me calló café en el suelo. Ugh, ¿No puedo ser más disimulada?

- No te pongas nerviosa - murmuró, mirando cómo también casi se me cae la fregona. 

- No estoy nerviosa, es que no me he levantado del todo aún - mentí, evidentemente. 

No se lo creyó, pero aún así hizo como que sí porque sabía que no lo admitiría.

- Creo que es la primera vez en meses que duermo más de cinco horas - comentó, acercándose a darme un beso y a por su taza de café -. ¿Qué tal has dormido?

Dio un sorbo, esperando a que respondiera a su pregunta, pero yo seguía pensando en que él me había besado. Era la primera vez que lo hacía y ni siquiera se había inmutado. 

- Bien - me salió la voz más aguda que había oído en mi vida -. Aunque yo suelo dormir bien en cualquier parte, no pongo muchas pegas. 

Y en cualquier momento, también. Una vez me dormí en el estreno de una película de mi padre y salí en todas las fotos durmiendo de la forma más fea posible, Kirsten estuvo utilizando eso como meme durante un año entero.

- Ha llamado Troy - dije cuando me acordé -, creo que deberías llamarle tú. 

- No tengo batería - sí que tenía porque lo había visto utilizándolo cuando ha bajado de la habitación -. ¿Me puedes contar que te ha dicho?

- Algo de que ha hablado con Natalia y de que no te preocupes - me encogí de hombros. 

Cameron frunció el ceño, tratando de analizar qué quería decir eso, y luego pareció entenderlo, aunque no le dio mucha importancia. 

- Natalia es la mujer que viste en la cafetería, no sé si te acordarás - contó -. Es una amiga de mi madre que tiene unos problemas, la ayudamos con... cosas. No es nadie de quién tengas que preocuparte. 

Quise decirle que no necesitaba saberlo si él no quería contármelo, pero recordé que en eso se basaba el inicio de lo que fuera que tuviéramos: en abrirnos con el otro. Y respecto a ese último comentario, he de decir que me tranquilizó bastante escucharlo. 

- No estaba preocupada - contesté. 

- Claro que no. 

- ¿Ahora utilizas sarcasmo?

- No - dijo, con sarcasmo. 

A veces no sabía si me gustaba más el Cameron amargado con todo el mundo o el Cameron que está feliz y trata de sacarme de quicio. 

Te gustan los dos. 

Alguien llamó al timbre de repente y, sinceramente, solo se me ocurrió la opción de que sería Kir contándome cualquier cotilleo que haya leído en internet o criticando los estilismos de famosos, pero resultó ser Mark, el representante de mi padre. 

¿Estaba mi padre en casa? Realmente lo dudaba, pero quizá se había metido en el estudio. 

- Tu padre me ha dicho que le espere aquí, ¿te importa si entramos?

¿Entramos? Yo ya estaba dentro no tenía senti... Oh, iba con una mujer al lado. Una que me sonaba un montón pero no podía decir de donde. 

Les abrí la puerta y ambos entraron. Dios, de verdad que conocía mucho a esa mujer. 

- Cleo, ella es Sarah - nos presentó. 

Espera, ¿¡Sarah?! Oh Dios es Sarah Mayer. La madre de Cameron está en mi salón y Cameron en mi cocina. 

- Encantada, Cleo - me extendió la mano y la tomé, forzando una sonrisa. 

¿Qué se supone que tenía que hacer? Porque echar de mi casa a la posible futura alcaldesa de Nueva York no sabía si me convencía demasiado, pero hacer que se encontrara con Cameron tampoco. 

- ¿Quiere tomar algo?- pregunté, intentado sacar tiempo hasta que viniera mi padre. 

- ¿Tienes té?- asentí, aunque no había preparado uno en mi vida -. Pues eso será suficiente. 

Esta mujer me parecería simpática de no ser por que conozco a su hijo. 

Iba a girarme para ir a la cocina, pero alguien habló:

- ¿Mamá?

El libro de mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora