Estaba estudiando en la habitación de Cameron, el cual discutía sobre la trama de una película que había visto con Troy, cuando llamaron a la puerta. Sabía que Kir no era, me habría avisado antes.
Me levanté para abrir y vi a mis padres.
- ¿Qué hacéis aquí?- pregunté, susurrando.
- Vengo a ver a mi yerno - bromeó mi padre, en la silla de ruedas.
Era la primera vez que le consideraba su yerno. Solía referirse a él como "chico" o por su nombre.
- ¿Son tus padres?- escuché que preguntaba -. Déjales pasar.
Ambos entraron. Mi madre pareció más consternada por ver a Cameron así, pero mi padre se limitó a saludarle con una sonrisita. Era... sospechoso.
- Os habéis visto antes, ¿no?- pregunté, entrecerrando los ojos.
- Ayer, mientras estabas en la universidad, fui a ver a tu padre - informó Cameron -. Pero no había visto a tu madre. Me alegro de verla.
Se dirigió a ella al decir eso último. Mamá le dedicó una sonrisa cordial y volvió a fijar su mirada en mí.
- Y tú eres el novio de Kirsten, ¿verdad?- le preguntó mi padre a Troy, que enrojeció un poco -. Vimos a Tamara y nos comentó que estuviste en su casa hace poco.
- No... eeeh... bueno, es complicado - contestó él.
Se formó un silencio que mi padre y Cameron cortaron, preguntándose una cosa sobre una película de acción que había salido. Papá defendía al director y la película como si le fuera la vida en ello, pero Cameron hacía todo lo contrario. Era... fascinante ver que se llevaban tan bien.
- En fin, después de este debate - habló mi madre, con una sonrisita -, queríamos hablaros de las Navidades. A Nelson le dan el alta mañana, así que pasaremos Navidad en casa. ¿Te dejan salir por Navidad, Cameron?
- Tendría que preguntarlo - contestó -. Es por la nieve y el frío, si me resfrío tendría... problemas. Pero seguro que encuentro ropa de abrigo para utilizar - añadió, dedicándome una mirada tranquilizadora.
Entonces, mis padres volvieron a su habitación y Troy se ofreció a acompañarles. Era una buena excusa para dejarnos solos y que no nos enterásemos.
Cameron se quedó mirándome, como si quisiera decirme alguna cosa, pero negó con la cabeza y siguió leyendo. Leía muchísimo.
- ¿Sabes que mi madre me ha traído el último libro de crepúsculo?- pregunté, sacándolo de la bolsa -. Podrías leértelo.
- Ya me lo he leído - comentó con simpleza, centrado en su libro.
- ¿Qué?- pregunté, confusa -. ¿Te los has leído? ¿Por qué?
- Troy los compró una vez y, como todo el mundo lo amaba, decidí leerlo - me contó -. ¿De dónde te crees que sale mi odio hacia los vampiritos salidos? Bueno, y el hombre lobo.
Sí, Cameron tenía un odio profundo a Jacob. Cada vez que aparecía tenía la necesidad de remarcar cuánto le detestaba. Con Edward era parecido. Y con Bella. Y... con todos.
- La autora tiene tu apellido - bromeé, viendo como fruncía el ceño.
- Se escribe diferente - objetó, muy indignado.
Me reí al ver su cara. Dudaba que fuera la primera vez que se lo decían.
- ¿De verdad quieres pasar la navidad con mi familia?- pregunté, después de un silencio largo.
Es que... éramos mucha gente y quizá le incomodaba la idea. A mí me daría vergüenza comer con su familia, en el caso de que me invitasen. Además, podría pasarle algo por el camino y...
- Cleo, tu familia me ha tratado genial estos tres meses, por supuesto que quiero ir.
- A Steve le hará mucha ilusión, siempre me pregunta por ti - le dije, inclinándome para quedar apoyada en su hombro.
Yo me puse a releer Sol de Medianoche, mientras le comentaba los momentos bonitos a Cameron y él ponía alguna pega.
Entonces, la puerta se abrió. Cameron y yo, esperábamos a Troy, pero no entró solo.
Sarah estaba a su lado. La imagen era... digna de ver. Sarah tenía la cabeza alta mientras que Troy se miraba los pies.
- Buenas tardes - nos saludó. Bueno, a mí no -. ¿Puedo hablar con mis hijos, Cleo?
Iba a levantarme e irme, no me importaba, pero Cameron me sujetó la mano con fuerza.
- Se queda - musitó, serio.
- Bien - asintió ella, no muy contenta -. Esperaba hablar solo contigo, Cam, pero como me he encontrado a tu hermano en el pasillo...
Me fijé en que Troy se estaba aguantando el puente de la nariz, le temblaba la mano. Se le veía muy vulnerable.
- ¿Tienes dónde pasar las navidades?- le preguntó -. He pensando que podrías venir a casa conmigo.
Tendría que estar preocupada por Cameron, pero es que... Troy estaba... nunca le había visto así. Solía mostrarse como alguien muy seguro de sí mismo, alguien sin debilidades...
- Voy a pasarlas con mi novia.
Sarah abrió la boca con sorpresa, mirándome. Yo me limité a sonreír incómoda.
- Llevamos sin celebrar una navidad juntos cinco años, ¿las quieres celebrar conmigo ahora porque sabes que son las últimas navidades de mi vida?- preguntó, apretando más el agarre de nuestras manos -. ¿Tienes remordimiento de conciencia, mamá?
- Yo...- trató de hablar Sarah. Carraspeó la garganta y lo intentó de nuevo -. Soy tu madre. Yo te quiero.
Cameron no le contestó. Solo miró a Troy, en una esquina de la habitación y tragó grueso.
- Pero yo no quiero que me quieras si no quieres a mi hermano.
Entonces, Troy se metió en el baño dando un portazo. Tenía un nudo en la garganta.
- Adiós, Cameron - dijo, apartando la mirada -. Lo siento mucho, de verdad.
Cuando llegó a la puerta del baño, dio dos golpecitos y habló en voz baja, como si quisiera intimidad.
- Troy... sí que te quiero.
Él abrió la puerta enseguida, pero Sarah ya se había ido.
Me levanté muy rápido para darle un abrazo. Él me lo devolvió, llorando un poco.
Oí a Cameron detrás de mí y me aparté, para que le diera un abrazo. Este abrazo fue... nunca había llorado viendo un abrazo hasta que vi ese. Troy se aferraba a Cameron como si su vida dependiera de ello y Cameron abrazaba a Troy deseando quitarle todo el dolor que una persona es capaz de sentir.
Sé que se surruraron algo, pero no fui capaz de escucharlo.
Cuando ya se separaron, Natalia entró. Supuse que no estaba enterada de la visita, porque no preguntó nada.
- ¿Os importa salir, chicos?- nos preguntó, con su típica sonrisa -. Tengo que hacerle unas pruebas.
Seguí a Troy dirección a la cafetería. No hablamos en todo el camino y tampoco lo hicimos cuando nos sentamos. Le sonó el teléfono, pero no se molestó en mirar quién era.
- ¿Sabes que no estás solo, verdad?- pregunté, sin poder aguantarlo más -. Cuando... Cameron se vaya. Me tienes a mí y a Kir.
Era la primera vez que lo decía en alto, que admitía que Cameron se iría para siempre.
- Gracias - susurró.
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El libro de mi vida
RomanceCleo Anderson, 19 años, ama escribir. Lo ama tanto que su vida se basa en eso, en encerrarse en su cuarto por horas e imaginar historias para plasmarlas en un papel. Un día, su mejor amiga, le sugiere apuntarse a un club de lectura y escritura. Pued...