Interrogatorio mutuo

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Llevaba una semana en eso de estudiar psicología, no lo llevaba del todo mal, pero seguía sin estar feliz plenamente.

Tenía otra sesión en el garage del profesor Andrews, dónde me encontraría con el ignora personas número uno. ¿Tenía ganas? Por supuesto.

Cuando llegué ya habían un par de sillas ocupadas, la de Cameron no era una de ellas. Me senté en la misma que el otro día, esperaba que él también lo hiciera.

Después de unos minutos, todas las sillas fueron ocupadas. Incluso la de él. Que, por cierto, me había lanzado una larga mirada, que yo no le había devuelto, al entrar.

- Bienvenidos de nuevo, chicos.- saludó Calum.- Quiero ver que tal os ha ido con vuestro trabajo sobre el libro.

Todos se levantaron para entregarle el papel. Yo lo hice, pero Cameron no me acompañó.

- ¿Os lleváis bien?- me preguntó cuando estuve más cerca, señalando a mi compañero.

- No me puedo quejar.- respondí, sonriendo un poco.

Calum sonrió, guiñándome un ojo. Yo le puse cara de confusa enseguida.

Volví a mi asiento, me dejé caer en él y miré a Cameron, que me miraba con una sonrisa.

- ¿Cómo estás?- preguntó, sin dejar de sonreír.

- Bien.- dije, secamente.

- Pareces enfadada.- dijo, frunciendo el ceño.

Como para no estarlo.

- ¿Por qué iba a estarlo?

- Es una buena pregunta.

Me estaba poniendo de los nervios...

... y de lo que no son los nervios.

Era un imbécil, en la fiesta me ignora y allí me hablaba con la estúpida sonrisa en su estúpida cara como si nada.

Y, no, no me molestaba que no me hablara... porque no éramos nada, nunca habíamos hablado lo suficiente. Pero no me gustaba que me ignoraran, me sentía invisible.

- Bueno, ¿cómo te ha ido la semana, vampirina?

Se acordaba de mi vergonzoso momento.

- Iba bien.- volví mi vista al frente, para que dejara de hablarme, pero él seguía con su mirada en mi perfil.

- He entendido esa indirecta.- ahora el también miraba al frente, indignado.- Y no sé qué he hecho para recibir tu odio en masa.

¿No había nada que lo alterara? Algo tenía que haber, preciso. Y, bueno, me gustaba sacar de quicio a la gente y él no se libraría.

Respiré hondo, armándome de valor para lo que iba a hacer cuando la sesión acabara.

Calum nos habló de diferentes temas sobre la escritura, esos eran los que a mí me interesaban, yo desde pequeña escribía cada pensamiento que pasaba por mi cabeza. En cambio, a mi insoportable compañero parecía aburrirle el tema, ya que estaba jugando con un hilo de su jerséy.

Todos nos levantamos cuando acabó de hablar, empezamos a salir y yo frené, agarrando del brazo a Cameron.

- ¿Va todo bien?- preguntó, al ver que me había quedado un rato mirándole sin saber muy bien que decir.

- Eeeeh... sí.- me aclaré la garganta.- Me preguntaba si... tú... ¿tienes algo que hacer esta tarde?-  fui al grano.

Abrió un poco los ojos, pero luego formó una sonrisa juguetona.

El libro de mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora