- Cleo, ¿hace buen tiempo en Júpiter?- me preguntó Kir, apoyando sus manos en sus caderas.
Había quedado con Matt y me había obligado a ir a su casa para que la ayudara a vestirse. El problema era que mi cabeza no estaba demasiado centrada en su vestido de puntos.
Hacía menos de tres horas que Cameron y yo... bueno, que nos habíamos besado. Después de eso ni siquiera hablamos, me fui antes de que pudiera decir algo.
- ¿Me vas a decir qué te pasa?- se sentó en su cama, a mi lado -. Llevabas veinte minutos mirando a un punto fijo en la pared.
- Lo siento - susurré, mirándola.
Miró un poco más mi expresión, pero volvió a levantarse a por otro vestido. Era uno que le había regalado su hermana en su último cumpleaños.
- Ese me gusta - murmuré -. Nunca te lo he visto puesto.
- Porque no me gusta nada - lo miró frunciendo el ceño -. No entiendo el mensaje que quiere transmitir.
- Es ropa, Kir, no un teléfono - le dije, rodando los ojos.
- Pruébatelo tú. Seguro que te queda genial.
Lo observé una vez más. Y sí, era bonito, pero quizá demasiado apretado para que me lo pusiera yo. Solía no ponerme esa ropa.
- O te lo pones o te lanzo por la ventana - ordenó, al leer mi expresión.
Bufé y acepté, yendo delante de su espejo.
Me quité el pantalón y la sudadera que llevaba, para poder ponerme el vestido. Justo en ese momento, la puerta se abrió y entró Jack, el hermano pequeño de Kir.
El espejo estaba justo delante de la puerta, por lo que me vio perfectamente. Ambos abrimos mucho los ojos, sorprendidos. Él enrojeció al segundo, se le cayó la hoja que llevaba en la mano y cerró la puerta rápidamente. Kirsten se reía en una esquina de la habitación.
- ¡Tu hermano me ha visto en ropa interior!- le grité, señalando la puerta.
- Has ido a la playa con él más de mil veces - le restó importancia, agachándose a por la hoja.
Frunció el ceño en cuanto leyó lo que era.
- ¿Una autorización para que le deje ir a una discoteca?- preguntó en voz alta -. ¡Soy su hermana favorita!- se alegró, dando saltitos.
- ¿Qué?- articulé, sin dar crédito a aquello.
- Podía haberle pedido esto a Tammy, pero me lo ha pedido a mí. A MÍ - se señaló -. Y es porque tiene la confianza suficiente conmigo como para pedírmelo.
- ¿Seguro que no es porque Tammy le echaría la bronca de su vida?- ella me miró y, si me escuchó, lo ignoró.
Me cogió de la mano y corrió conmigo - por suerte ya llevaba el vestido puesto - hasta el final del pasillo, que era la habitación de su hermano. Ella la abrió de golpe y Jack, que estaba en su cama con el portátil en el regazo, casi se muere del susto al vernos entrar.
- ¿Qué...?- preguntó, toqueteando algo en su ordenador -. ¿No sabéis llamar?
- ¿Confías en mí?- Jack la miró como si le hubiera salido un tercer ojo -. Déjame un boli.
Él, mirándome en busca de ayuda, se fue hasta su escritorio para coger uno. Se lo tendió y ella sacó el papel, cosa que hizo que su hermano empezara a entender algo.
- Estoy muy feliz de que confíes en mí, Jackie - le dio un abrazo.
- Te lo iba a dar porque eres la única en casa y lo necesito para esta tarde - le respondió.
ESTÁS LEYENDO
El libro de mi vida
RomansaCleo Anderson, 19 años, ama escribir. Lo ama tanto que su vida se basa en eso, en encerrarse en su cuarto por horas e imaginar historias para plasmarlas en un papel. Un día, su mejor amiga, le sugiere apuntarse a un club de lectura y escritura. Pued...