Rebusqué en mi armario, buscando algo que ponerme para la cena, pero toda la ropa me parecía fea en ese momento.
- Acabas de insultar a una falda que te regale yo - dijo Kir, ofendida, al otro lado de la videollamada -. Lo dejo pasar porque estás nerviosa, pero que sea la última vez.
- Yo no estoy nerviosa - me apresuré a decir.
- Te has probado ese jersey tres veces, Cle - apuntó.
Quizá estaba un poco nerviosa. Y lo odiaba, porque yo nunca me ponía nerviosa para absolutamente nada.
- Aunque, si Cameron se parece a Troy, no creo que le dé demasiada importancia a lo que lleves encima de la ropa interior - dijo, como si eso fuera a calmar mis nervios -. ¿Verde o morado?- preguntó, enseñándome dos pintauñas.
Acabé utilizando un pantalón negro, con un jersey rojo y, a pesar de que Kirsten me aconsejó ponerme tacones, elegí mis fieles zapatillas. No sabía maquillarme así que, entre tutoriales y Kir conseguí algo decente.
Cogí el coche y seguí la dirección que me había enviado, me resultaba ligeramente familiar, pero no porque cerca hubiera un restaurante o algo parecido.
Era una biblioteca - muy lejana a la que fuimos a hacer el trabajo -. Revisé la dirección, por si me había equivocado, pero es que en realidad lo era. Esperé en el coche, por si Cameron llegaba o algo así, lo sorprendente fue que salió de dentro.
Me saludó con la mano y bajé la ventanilla, para preguntárle:
- ¿Qué hacemos aquí? La biblioteca ya debería estar cerrada.
- Y lo está - fruncí el ceño -. He hablado con mi jefe, nos deja cenar aquí a cambio de que mañana trabaje el turno que no me toca
- ¿Trabajas aquí?- fruncí el ceño.
- ¿Esto tampoco me pega?
Lo hacía, y a mí me encantaba que lo hiciera.
Nos*
Me acompañó dentro, y la verdad es que nunca había estado allí. No me esperaba que fuera tan grande, ni que estuviera inspirada en esas antiguas de las películas. ¡Incluso tenía una escalera para llegar a los libros más altos!
En el centro de este paraíso, se encontraba una mesa pequeña con comida. Tenía muy buena pinta.
- Puedes coger algún libro, no creo que los eche de menos hasta de aquí una semana - dijo, cuando nos sentamos en la mesa.
- Aún tengo que terminarme el tuyo, me quedan treinta páginas - respondí -. Y no entiendo porque te recuerda a mí - me encogí de hombros.
- Nada en específico, pero si tú estuvieras en esa historia actuarías así - en realidad, tenía razón.
No pude apartar mi vista de cada una de las estanterías, los libros se ordenaban por antigüedad y, entre estos, por géneros. Era todo tan de ensueño, algo así como la biblioteca que Bestia tenía en su casa y Bella recorría.
- Puedes venir siempre que quieras, Cleo -murmuró él -. Si no estoy yo estará mi compañero, es un poco estúpido, pero ignórale.
Sonreí y asentí, empezando a cenar.
- ¿Cuánto hace que trabajas aquí?- le pregunté, curiosa.
- Hace tres años - respondió -. Antes trabajaba con Troy en la discoteca.
Si Kirsten estuviera aquí se volvería loca.
- ¿Por eso no estudias?
- Me están empezando a gustar tus interrogatorios, pero yo sigo sin preguntarte nada a ti - evitó el tema -. ¿Puedo hacerlo?
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El libro de mi vida
Roman d'amourCleo Anderson, 19 años, ama escribir. Lo ama tanto que su vida se basa en eso, en encerrarse en su cuarto por horas e imaginar historias para plasmarlas en un papel. Un día, su mejor amiga, le sugiere apuntarse a un club de lectura y escritura. Pued...