Capítulo 1

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—Las flores tienen que ser únicamente rosadas y blancas, no quiero ver ninguna de otro color en la mesa de banquete

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—Las flores tienen que ser únicamente rosadas y blancas, no quiero ver ninguna de otro color en la mesa de banquete.  

La princesa heredera, Margary de Cersia, sostuvo su vestido azul cielo mientras revisaba la decoración del salón por completo. Había cambiado las cortinas de los ventanales como también había decidido una preciosa escultura de mármol del dios Lang, había hecho que un escultor muy reconocido en Cersia la hiciera especialmente para el día del banquete. Sonrió levemente al ver que todo estaba saliendo como quería, todo debía ser perfecto. 

Era primera vez, que su majestad, la Reina Antares le daba la liberad de organizar por completo la temporada social. O como solían llamarla en la capital, la temporada de las flores, donde las jóvenes damas buscaban suerte para casarse y los hombres buscaban hacer negocios; pero lo más importante, siempre sería el blanquete de bienvenida. Donde todos los nobles de Cersia se reunían por primera vez luego año bueno. 

Era el momento de demostrar que ella sería la mejor reina que alguna vez podría tener Cersia. Que podía superar por creces a la actual reina y sus antecesoras. 

Margary frunció el ceño, furiosa, al ver como un par de sirvientas entusiasmadas, sin prestarle atención a su orden, traían consigo un par de rosas de un pálido color morado, eran justo del color de los ojos de la princesa Acacia. Ciertamente las recodaba, pertenecían al jardín que su esposo le había regalado a su hermana menor hace unos años. Apretó con fuerza el abanico en su mano derecha, al notar como la colocaban en la mesa central, donde residiría la familia real. 

—¿Qué creen que están haciendo? —pregunto la princesa heredera, manteniendo la compostura hacía ambas sirvientas. Sería una reina, no podía simplemente perder la calma por ese tipo de tonterías, pero sí debía corregirlas y castigarlas, si daba una orden debía cumplirse, es la máxima autoridad luego de su esposo.

—Princesa Margary—pronunció la primera haciendo una reverencia, seguida de la que parecía más joven—, estábamos cumpliendo la tradición, en la mesa real, siempre debe haber flores moradas.

—¿Tradición?—pregunto incrédula Margary— Yo estudié cada una de las tradiciones de la familia real, y esa estúpida tradición que mencionas no existe. 

Ambas sirvientas se miraron nerviosas, la mirada y las afiladas palabras de la princesa Margary daba mucha constancia de su enojo, o tal vez odio por las preciosas flores del jardín de la santa.

—Pe-pero de-desde que nació la princesa Acacia, la Reina ordenó que siempre tuvieran flores moradas...

—Quítalas. Ahora. 

—Pe-pero princesa ¡No podemos hacer eso!—chillo la sirvienta con los ojos desorbitados, su tez paso a hacer sumamente pálida mientras un par de gotas de sudor caían de su cien.

—La reina Antares no es quién está organizando el banquete, sino soy yo. ¿Acaso vas a desobedecer la orden de tu futura Reina? 

Ambas sirvientas se mantuvieron en silencio temerosas. ¿Qué debían hacer? Aquella orden la había dado la Reina Antares,  había sido alabada por el Rey Aristeo, y no solo por él, sino en compañía de los dos príncipes. Sin embargo, tampoco era mentira que en algún momento el rey podría morir o dimitir para que su hijo tomará posesión del trono, por lo tanto, la mujer frente a ellas se volvería la Reina de Cersia.

EMPERATRIZ SANTA │Princesa EncantadoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora