Capítulo 3

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Acacia sostuvo su cabeza, intentando mantener la calma

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Acacia sostuvo su cabeza, intentando mantener la calma.

Inhala, exhala, inhala, exhala.

No podía continuar llorando.

Era un hecho.

 Enloquecería en cualquier momento, perder los estribos no era la opción más razonable. Pero en cualquier instante comenzaría a gritar por la presión que sentía dentro de ella.

Su cabeza era un caos. 

Porqué: ¿Cómo debía afrontar la situación?

Una parte de ella se sentía vacía, tan perdida, ya no tenía ningún rumbo que seguir. Sin su familia como continuaría, si eran una parte fundamental de ella, eran una parte de su alma. Ahora estaba sola, sin nadie en quién apoyarse. 

Quería de nuevo a sus hermanos y a sus padres, deseaba volver a hacer un picnic y escuchar las quejas de Linden de los nuevos caballeros, quería que su madre llegará a su habitación sin aviso trayendo consigo esos dulces que solo vendía en la pastelería de Mary, deseaba volver a leer libros en compañía de Alexei, quería estar en ese preciso momento estar en el salón de tronos con su padre mientras le enseñaba de política o economía.

Además, los sueños comenzaban a atormentarla, noche tras noche, sin dejarla descansar correctamente. La sangre, los gritos, los cuerpos. Un escalofrío recorrió su cuerpo por completo al recordarlo. 

Solo quería desaparecer y reunirse con su familia.

¿Era egoísta al pensar así?

Sin embargo, su parte cuerda le recordaba su deber como princesa, su pueblo con quienes le regalaron recuerdos preciosos, su posición como santa... quién era. No dejaba de recordar una y otra vez los rostros de todas las personas del palacio, aquellas nobles personas que vivían pacíficamente en el reino que su familia había construido desde generaciones para mantener la paz. Las últimas palabras de sus hermanos. Todas las enseñanzas con las que había sido criada no podían simplemente olvidarlo. 

No podía solo rendirse. Aún no.

Era más que eso.

Apretó un poco su vestido, con la decisión que había tomado, seguro Alexei estaría pegando un grito al cielo al saber lo que haría, tal vez fue apresurado. Más bien, estaba aterrada de lo que podía pasar, no lo negaría, pero era la única salida que conocía. Ya no importaba el hecho de tener que sacrificarse, primero estaba su precioso Max y su pueblo.

Tenía que tomar la opción más ventajosa para Max.  

—¿Su Majestad?—elevo la mirada al escuchar los suaves toques. Soltó su vestido alisando un poco las arrugar para acomodar sus manos en su regazo.

Su dama de honor, Marion entro al camarote trayendo consigo una pequeña bandeja con agua, realizo una pronunciada reverencia antes de dejar la bandeja en el tocador. Se dirigió con tranquilidad a ella dándole una sonrisa, acaricio su mejilla con cariño. Quitando rastros de lágrimas. 

EMPERATRIZ SANTA │Princesa EncantadoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora