Consecuencias.

104 42 213
                                    

¡No! ¡No, no lo hagas!— era una voz femenina, a pesar de estar gritando se oía en un tono suave y doloroso, quebrantada.

— Haremos un intento más — respondieron en un tono serio.

— ¡Demonios!— se quejó la voz femenina — ¿Por qué no puedes hacerme caso? ¿por qué solo piensas en ti?—

— Eso no es verdad — dijo la misma voz en un tono más frío.

— Eso no es verdad — dijo la misma voz en un tono más frío

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

No comprendo... ¿dónde estoy? Ayúdame Soff, ayúdame...

— ¡Soff! — escuché a los lejos.

— Lo lamento — respondí a penas reaccionando.

— ¿Qué sucede contigo? A veces eres demasiado extraña. —esclamó con quejas Vicky.

— Ya déjala, ella solo está distraída. —me defendió como de costumbre Miranda.

— No le des atención, Soff. — agregó Anto  en un tono dulce —tú eres un amor.

— Yo sé que ella es un amor — se defendió Vicky — Pero me preocupas — me habló esta vez mirándome a los ojos, realmente se veía preocupada.

— No es nada — respondí para calmarle — Sólo estoy algo cansada — mentí.

— Sabes que siempre estaremos a tu lado — dijo Miranda.

Y esa fue la última vez que hable con ellas.

¿Irónico? No lo sé.

Encontré una anotación de mi hermano en su cuaderno y ahí decía que de un día a otro todo podía cambiar. De hecho era cierto, todo era diferente desde que él murió.

Nuestra relación nunca fue muy unida, pero tampoco aislada. No nos veíamos mucho, pero nos llevábamos bien a pesar de nuestras diferencias.
Le echó mucho de menos y quisiera saber cómo fue que ocurrió todo.

Despierto todas las noches, en la misma hora–4 AM para ser exacta–, lo único que recuerdo es la silueta de mi hermano frente a una pequeña luz en plena oscuridad, gracias a ella podía distinguirle, no sé qué hacía luego, no sé dónde estába, sólo sé que era él.
Además de ese extraño sueño, suelen haber momentos del día donde le escucho y de alguna forma en mi interior siento temor, me siento pérdida, es como si me encontrara conectada a un sitió inexistente y aterrador, desconocido.  Lo más triste es que me invade la sensación de que él está allí. Me atemoriza aún más el sólo pensarlo.

¿Sera eso el cielo? ¿Sera el infierno? ¿Sera acaso que mi hermano está perdido entre el medio de ambos caminos sin saber cuál es su rumbo? Si realmente se trataba de eso yo creo que él se merecía el cielo.

Retomando, mis amigas ya no eran nada en mi vida.
Estaba sola, en medio de la soledad, mi familia no era la misma. Joder, exactamente como pensaba mi hermano.

Me aislé de todas las personas que conocía, no por decisión propia sino que ellos mismos se iban apartando de mi.
Esa última conversación que tuve con mis amigas fue después de que ya perdiera a muchos de esos que eran mis "amigos". Se alejaban por el simple hecho de que al escuchar a mi hermano y perderme en esas extrañas sensaciones, me perdía de la realidad; era como si estuviera en estado de shock, parecido a las veces que el profesor da su clase y tú estas allí, mirando la pizarra, pero sin tener idea de lo que habla. Nadie sabía el porqué, solo yo.
Esos comportamientos alejaron a muchos pero no a ellas, mis amigas, continuaban cumpliendo su rol como tal hasta que lamentablemente todo cambió.

Luego del almorzar algo y haber tenido esa charla con Miranda, Anto  y Vicky llegó Mateo, junto a su inaguantable grupo de amigos, entre ellos Ezequiel, Nicole y Daniel. Como de costumbre, al pasar frente a nosotras comenzaron a murmurar cosas seguido de sus risas fastidiosas, no logré entender bien lo que dijeron, pero cada vez agotaban un poco más mi paciencia.

Mateo era mi ex, éramos muy unidos hasta que como el resto se alejó por mis comportamientos. No le extrañaba, tenía suficiente con la ausencia de mi hermano como para sentir tristeza por su patética falta en mi vida, aunque sí le recordaba a veces, pero solo como buenos momentos... jamás como a alguien que quisiera nuevamente a mi lado.

Irritada una vez más por sus chillonas risas rodé los ojos con fastidio. Miranda quien tiene un carácter fuerte, casi como el mío, al parecer sí había entendido de que reían y le devolvió el absurdo comentario a Nicole, quien indignada ante la respuesta de mi en ese entonces amiga se detuvo como dispuesta a crear un alboroto mayor.
No me quedó más alternativa que intervenir, estaba cansada y quería llegar a casa cuanto antes, una pelea no me vendría nada bien.
Mateo se molestó ante mi acción y alentó a ambas para que iniciarán pelea. Nos encontrábamos en el pasillo del segundo piso del instituto, ancho, repleto de enormes ventanas hacia la izquierda y las puertas de cada salón de clases por la derecha, al estar en una época calurosa las ventanas estaban abiertas y los ventiladores encendidos.

¡Soff! ...¿dónde estás? Te extraño.

—Otra vez la rara esta teniendo alucinaciones— escuché al principio a lo lejos y luego sus palabras fueron claras.

Mateo fue el dueño de ese comentario, el cual me dolió en el alma. Él fue al único que le conté lo que me pasaba y en lugar de apoyarme sólo me dejó, no tenía idea de lo difícil que era todo esto para mí. El hecho de que se burlara de esa forma me lastimó demasiado, pero no me sentí triste, me sentí furiosa.
Y ahí fue cuando me cansé, con mis ojos al borde de las lágrimas y mi sangre hirviendo de la rabia, entre las risas de todos sus amigos burlándose ante ese último comentario, le empujé.

No me di cuenta hasta entonces de la fuerza que había utilizado, Mateo cayó, oí su grito, el de mis amigas asombradas por lo ocurrido, el de Nicole al impactarse y  reaccione.

Daniel y Ezequiel se asomaron en cuanto se escuchó el fuerte golpe contra el piso, «no, no puede ser...» pensé aterrorizada, no quería asomarme, observé hacia mis amigas y ellas me miraban aterradas, pude ver la decepción en la mirada de cada una de ellas. Senti una presión fuerte en mi interior, no podía ser cierto, Mateo tenía que estar bien.
Corrí escaleras abajo, esquive a todo quien se cruzara hasta llegar allí donde estaba él, varios estudiantes amontonados y profesores alejándolos mientras otros gritaban pidiendo una ambulancia. Intenté acercarme lo más posible, me rendí en cuanto escuché a unos alumnos del último año decir "está muerto". Y era cierto, yo lo mate.

SIN DESCUIDOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora