Darío

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Coleta alta-sus rizos al final de ésta-, castaño, así se veía su prolijo cabello

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Coleta alta-sus rizos al final de ésta-, castaño, así se veía su prolijo cabello. Sus ojos,-hermosos diría yo-un miel inusual. No parecía ser presumida, llevaba un maquillaje tranquilo, tonos suaves que le sentaban muy bien.
Al parecer era nueva en el Instituto, venía con quién supongo era su mamá, el parecido se notaba y el hecho de que hablara con el director me hacía llegar a tales conclusiones.

Desde que ella llegó al Instituto no me siento tan solo. Jamás le he hablado, no compartimos ninguna clase; pero puedo verla en los recreos, sola, espantando a cada persona que se le acerca.

¿Quién soy yo? Darío, el raro de primero, no tengo amigos, la gente se aleja de mi apenas colocó un pie en algún sitio, literalmente es así, pero ¿Por qué hablar de mi? Debería seguir hablando de ella, parece tan perfecta.

Todos los días desde su llegada la observo, ya me sé cada uno de sus movimientos desde que ingresa al instituto hasta que se marcha. Sé sus clases, sé que tiene buenas calificaciones, hasta el tipo de comida que le gusta almorzar, pero aún no sé porqué aleja a la gente.

Las personas son amables con ella y ella tan borde. Siempre está pensativa y sería, a veces siento que se da cuenta de que estoy allí observándole, pero me equivoco porque seguramente no tiene ni idea de mí existencia. Sólo se pierde, se queda mirando a un lugar fijo por segundos o minutos y luego hace un leve movimiento con su cabeza, como si espantara ideas locas, volviendo en sí.
Se parece tanto a mí, yo también hacia eso. Antes de conocerla me perdía en mis pensamientos y tenía que espantar todas las ideas extrañas que llegara a tener. O las voces ¡Dios! gracias al cielo ya esas voces no molestan, desde que ella está aquí mi vida se ha relajado bastante.

¡Hoy, como todos los días amanecí feliz!

Mamá últimamente está muy animada por mi buen humor, se pregunta a qué se debe, pero no tiene el valor suficiente para preguntarme. Hace ya varios meses que no me dirige palabra alguna, me teme. Retomando, estoy muy contento porque la veré de nuevo y he estudiado todo un plan para hablarle. Todo está tan fríamente calculado en mi mente. Tengo todo bajo control, nada puede arruinarlo esta vez.

Me encuentro ahora frente a la puerta de su última clase.
« Genial, nunca me había sentido tan emocionado como ahora.»

Elegí llevar ropa limpia esta vez, mi jeans azules y mi canguro negro, -demonios, amo ese buzo, adoro llevar la capucha puesta porque me hace sentir que tengo el poder sobre el mundo-, me peine mi cabello rubio hacia adelante, cubriendo un poco mi rostro-creo que se ve estupendamente bien así-.

¿Quieren que hable de mis ojos? Son verdes, supongo que lo imaginaron. No puedo ser más perfecto... lástima que mi piel es demasiado pálida y además de que la gente me considera raro también suelo oír que me llaman "lechoso" o "blanquito"...ingenuos, como si eso me afectara, bueno... quizás antes. Ya no.

SIN DESCUIDOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora