Quebrada

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Al parecer mi plan de presentarme a mi chica, a quien ahora llamaré Soff, cueste lo que cueste no fue la mejor idea de todas

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Al parecer mi plan de presentarme a mi chica, a quien ahora llamaré Soff, cueste lo que cueste no fue la mejor idea de todas. 

Pensaba que esperarla frente a su casa sería el nuevo escenario perfecto, tomé un taxi y logré adelantarme a su autobús. Sólo debía aguardar ahí, tranquilito, sin perder la paciencia y eso intenté. El problema es que a medida que los minutos pasaban, mis manos sudaban como si las hubiera vertido en aceite frío, mi corazón palpitaba tal cual locomotor y comenzaba a ponerme histérico. 

Observaba el suave amarillo de su casa mientras pensaba en cómo alguien puede elegir un color tan horrendo. 
No era la primera vez que la visitaba, el tercer día de habernos conocido la seguí y el quinto también; así fue cada dos veces a la semana. 
Lo sé, lo sé...deben pensar que soy un acosador y la espió al dormir, pero no me va eso de ver a la gente durmiendo sólo me aseguraba de que llegue sana y salva. Ya saben, hay cada loco en el mundo. Es mejor prevenir. 

Mientras esperaba me preguntaba ¿Por qué hoy estuvo retrasada todo el día? Primero al salir del aula y ahora al regresar a casa. 
Posiblemente ella huyó de mí por mis impulsos posesivos, no debí indagar sobre su demora y mucho menos esconderme tras un árbol para evitar que percibiera como temblaban mis manos. 
Ahora que lo pienso, quizás debí sacarme la capucha, pero por lo menos conseguí su nombre…

... Qué más da, ya era otro día y me encontraba nuevamente en el instituto esperando su  llegada. Esta vez las cosas tenían que salir mejor.  Me sorprendí al verla llegar junto a Caterina. ¿Por qué? Bueno, esa chica también tiene su lado oscuro, acá nadie se salva. 

Cuando la joven de cabellos negros llegó al instituto contó inmediatamente a todos los presente porqué formaba parte de este lugar. Orgullosa de sí comentaba que había presenciado el suicidio de su madre, el momento exacto en que ésta decidió acabar con su vida, pero no hizo nada al respecto porque consideraba que era su elección y nadie podía robar las decisiones de otros. Pff, mujer loquisima. 
Está bien respetar a los otros pero ¿Dejar morir a tu mamá?

A veces cuando repaso la historia de los cientos de alumnos aquí, me siento menos raro. 
Volviendo a lo importante, Caterina no dejaba de hablarle, mi hermosa Soff parecía algo fastidiada y espera...¿Me está mirando? 

—¡¿Qué pasa contigo?! —gritó desde su lugar y alcé una ceja impresionado. —¡Sí, te hablo a tí!

«Que ruda» pensé.

No fui el único que se paralizó ante aquella actitud de la joven de rizos, varios estudiantes quedaron igual de sorprendidos. Por su parte, Caterina observaba todo de manera desorientada.

—¡¿No vas a responder?! —agregó Soff.

«Eso intento preciosa, pero me tienes paralizado» pensé sin dejar de admirar la belleza de sus cejas fruncidas. 

Fue ahí cuando comenzó a avanzar hacia mí y se detuvo al tenerme en frente. 

—Yo también te extrañe. —le dije con una sonrisita encantadora, intentando remediar mi mal comportamiento de ayer, pero sólo ví su rostro enrojecer de cólera.

SIN DESCUIDOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora