Sin Descuidos

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Caterina me guío por los pasillos del instituto

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Caterina me guío por los pasillos del instituto. No presté atención al recorrido, no me sentía bien y de hecho me encontraba bastante confundida e intrigada.
La idea de por fin tener alguna respuesta permanecía en mi mente, pero ahí estaba, frente  a una puerta beige con un pequeño cartel que indicaba el nombre del aula.

«Esto tiene que ser una broma» pensé al leer  "Taller de literatura".  «¿Acaso todo fue un engaño para que me uniera al club?»

Solté un suspiro, rodeé mis ojos y le dediqué una mirada algo indignada a la chica a mi lado. Ella abrió la puerta, ignorando totalmente mi actitud y encendió las luces.

En el interior, pude observar varias sillas, estanterías con sus respectivos libros y un escritorio con una máquina de escribir. Las ventanas estaban decoradas con unas bonitas cortinas azules y al fondo, en una silla frente a la pizarra, un chico de rasgos asiáticos, sentando, con sus brazos cruzados y sus penetrantes ojos  negros observándome.

—Bienvenida, Soff. —dijo manteniendo su postura.

Un frío recorrió todo mi cuerpo, su voz era grave y parecía llevar rato esperándome.

—Soy Elías. —agregó, pese a que era un poco obvio —. Puedes tomar asiento, esto va llevar tiempo.

Miré a Caterina antes de seguir cualquier indicación y ella sólo asintió con su cabeza en señal de que todo estaba bien, caminé a pasos cortos hasta uno de los lugares vacios pudiendo notar una puerta gris del lado izquierdo de dónde estaba el misterioso chico. Me senté y escuché a la morocha tomar asiento también.

Miré a Elías con atención, intentando recordarlo de alguna parte. Nunca en mi vida le había visto, recordaría su cabello oscuro, esperaba que me diera una razón por la cual dejó esa nota en mi cuaderno.

—Supongo que hay mucho que no puedes entender. —habló él nuevamente, esta vez relajándose en su lugar —. Pero sé dónde está tú hermano.

—Él está muerto. —contradije

—No lo está, Soff. —insistió con certeza, pero ¿Cómo podría creerle?

—¿Y vos cómo sabes eso? —pregunté intentando mantener la calma.

—Sólo escucha lo que tiene para decirte, Soff. —intervino Caterina.

Al oírla, no evité llevar mi vista hacia su dirección. Parecía convencida de que Elías decía la verdad en todo. Le hubiera creído si no fuera porque al regresar  mi atención al chico pude divisar una sonrisa de lado, como si tramaran algo.

Me levanté furiosa de mi lugar.

—¡No! ¡Ustedes están locos! —les hablé alterada —¡Lo único que quieren es que me una a este estúpido ta..!

—Conocí a tu hermano hace una semana, Soff. —interrumpió Elías dejándome muda. —Él está bien.

Casi no escuché sus últimas palabras, ya que sentí un enorme peso caer sobre mis hombros con sólo escuchar lo primero.

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