Dolor.

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Viernes, el mejor día de la semana para todos y el peor para mí porque ahora vienen dos días sin rutina escolar

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Viernes, el mejor día de la semana para todos y el peor para mí porque ahora vienen dos días sin rutina escolar. Esto se traduce a un no voy a poder ver a Soff hasta el Lunes. 
Me desperté con la garganta algo ronca, al parecer tomé frío, me ardía un poco y la cabeza me retumbaba. Salí con dificultad de mi cama, tambaleando ligeramente mi cuerpo debido a un repentino mareo. Por fortuna me sostuve de algunos muebles.

—¿Estás bien? —llamó mi atención la mujer que me trajo a la vida. 

Me molestó verla parada en la entrada de mi habitación. ¿Acaso me estaba controlando? 
Para ser sincero, su falso interés me enfurecía porque yo sé lo que significa su forma de mirarme.

—No es tu asunto. —intenté decir en voz alta y demandante, pero mi garganta sólo reprodujo palabras entrecortadas que apenas tenían volumen. Incluso me dolió.

Mi madre se acercó hasta mí, pasó sus manos por mi pálido rostro. Creo que me estaba inspeccionando, debo admitir que me sorprendió que tuviera el valor de tocarme ya que siempre prefiere tenerme lejos. 
Su tacto era suave y helado, pero lo toleré.

—¡Estás hirviendo! —exclamó preocupada y dramáticamente.

Rodeé mis ojos ante aquello, no podía ser tan grave.

—¡Podría ser angina! —añadió con su rostro alterado. —Regresa a la cama. —ordenó mirándome a los ojos mientras me soltaba.

Por primera vez en mucho tiempo sus pupilas no me transmitían temor sino exasperación. 

«Woo, parece que no soy adoptado como comencé a creer» pensé alzando una de mis cejas y sonriendo de lado ante el extraño comportamiento de aquella mujer, pero mi sonrisa desapareció en cuanto el miedo volvió a reflejarse en su mirar.

—Voy a llamar a un médico. —dijo con la voz temblorosa, alejándose —. No irás a clases hoy, tienes que descansar. 

Desvíe mi vista sintiéndome algo decepcionado, pero en cuanto ella se retiró solté un suspiro y sentí un leve ardor en mi garganta.

Es verdad, estoy enfermo. Sería lógico que me quedara en cama a descansar, pero no, no me quedaría tres días sin ver a mi chica.






Mi cuerpo me pesaba, la frente me sudaba y sentía mucho frío pese a que en realidad el clima no presentaba temperaturas bajas. 

Llegué tarde, me perdí la fabulosa llegada de Soff por lo que no tenía idea de cómo se veía hoy y comenzaba a sentirme ansioso por ver su bonito rostro. El único que puede resplandecer mi día, llenarlo de luz y eliminar toda su amargura. 

Con algo de dificultad caminé en dirección a la clase de matemáticas, desviando mi camino al ver pasar a la hermosa madre de Soff. Era imposible no reconocer esos rizos, su atuendo presentable y su ojos miel. Una mujer digna de parir a la chica que se robó mi corazón.

SIN DESCUIDOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora