Capítulo 3: Nunca fue una desgracia, sino una experiencia

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Dorothea

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Dorothea.

Desconocido origen traía cautiva al adversario del día en su candor. Infinito era el manto de astros que volaba sobre el reino, momento en que el último pueblerino caería rendido ante los encantos de Morfeo, en un profundo sueño que hasta la mañana siguiente se extendería. Más los presagios de un profeta nunca alertaron las intenciones de aquellas criaturas que arribaron al pueblo sin previo aviso. Cuando distante fue el sonido que emergió del gran bosque para ir al encuentro de una importante petición. De la espesura del mismo surgieron anónimas siluetas, que se aventuraron entre las calles del pueblo. Ondeantes partículas de color dorado marcaban el camino que todas y cada una emprendía, viéndose favorecido en cantidad el sueño de los habitantes de Dern. Porque quienes se desplazaban por medio de las sombras no eran otra cosa que entes celestiales, llamadas por muchos, los hijos del bosque.

El misterio les hacía desplazarse con cautela entre los pabellones, cuyo encanto hizo sentir envidia a las sombras y a cualquier vil ladrón que buscase pasar desapercibido. Si bien, después de un tiempo exhibieron por fin lo que se encontraba tras esas túnicas; peinados excéntricos, alas de múltiples colores en su corporal aspecto. Algo de lo que aun los merodeadores de la zona no tenían certeza, eran las intenciones de la especie visitante. ¿A que se debía ese repentino abandono a sus tierras? Resultaba ciertamente increíble migrar hacia otra parte del territorio que no fuese la que acostumbraban y les era posible adecuar a su gusto.

La formación que mantuvieron desde su salida del lugar se vio perturbada debido a la presencia de aquella que avanzaba entre la multitud hasta llegar hasta la delantera de la misma. La persona que estaba al mando de toda la operación era aquella a la que llamaban "la comandante" una mujer de mediana edad, cabello corto y apariencia gentil, no comparándose esto a la determinación con la que seguía a un objetivo inubicable en el mapa.

-Así como durante cientos de años hemos buscado a los nuestros, a los perdidos, hoy nos corresponde una labor similar. La única diferencia reside en que, esta vez, nuestro acompañante no estará dormido. Su deber es encontrarle sin la existencia de algún otro involucrado. Para ello deberán ser cautelosos y eficientes. ¡Y como siempre he dicho! ¡No perdáis el tiempo! Que no haya piedra alguna sin levantar, ni tierra sin remover. De aquí a la salida del sol es menester nuestro regreso-

Cualquiera que pensará que las hadas eran objeto de ternura y benevolencia, estaba en lo incorrecto. Porque del mismo modo en que pudiste ser testigo de la crueldad a la que se ven sometidas las sirenas, lo que le sucede a esta especie no es menor. Con solo decirte que nadie se atreve a hablar del motivo por el cual se implementó en su territorio una barrera, es más que suficiente para entender el porqué de la pena que reflejaban los ojos de la comandante. Nealie Cynbel.

Afonía en su máximo esplendor traslado a las tropas. En dirección a cada uno de los puntos de búsqueda que les habría sigo asignados. Desde edificios de las altas alcurnias hasta la más discreta choza del páramo. Todo habría pasado por una revisión exhaustiva, inclusive las almohadas de los infantes, pues una minoría coleccionaba dientes humanos y para demostrar su agradecimiento, dejaban como ofrenda una moneda de oro. ¿Te resulta eso familiar?

Dern: whispers of the hidden treeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora