Capítulo 2: Un rugido abismal

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Lucien

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Lucien.

Las brasas del fuego nutrían fervientemente la melancolía de los años, agonía en el nublado día perecía en lo absoluto de control. Una piedra tras otra se acumulaba bajo las llamas de un calor emocional pues, pese a los cuatro años de no haber manchado jamás sus manos, el sentimiento de culpa albergaba vil a un testigo del alma de los inocentes. Extensa era la cabellera, lo suficiente como para ordenarla en una coleta de hebras oscuras.

Conocido aroma floral inundó sus fosas nasales, recibiéndolo como si su tranquilidad dependiese de aquello. Podría verse al muchacho inclinado sobre sus rodillas al momento de dedicar a los cielos su última oración. Innumerables veces habría mencionado cuan arrepentido estaba de lo que sus allegados estaban prontos a hacer, levantándose solo cuando intuyera que el perdón ya había sido conferido. Abandonó la soledad de una fría habitación, para avanzar a través de un pasillo en el que ordenados estarían los miembros de una despiadada institución.

Los exterminadores.

Como producto de una augurada desdicha en un viejo escrito, los hilos restantes del desacuerdo barajaron las cartas para quienes seguían considerándose fieles al viajero. o más bien lo hizo el mismo organismo que dificultó aún más las cosas aquel día. Silenciosa intervención soldaba a los líderes de una mayoría absoluta, imponiéndose sobre los muros como una cruel dictadura disfrazada de palabrería embellecida y heroica. Ni siquiera el paso de los años bastó para censurar la voz de aquel misterioso erudito, pues se desplazaba en forma de discretos seguidores, perdurando hasta las generaciones siguientes. Una audiencia tras otra aconteció con el objetivo de ejecutar una réplica adecuada para la escena del crimen, nadie creería que había sido asesinado o falleció de una enfermedad con la que cargaba, así que recurrieron a la más sucia de las alternativas; La suplantación.

Se solicito desocupar una de las salas con mayor capacidad en el palacio para que cientos de letrados pudiesen replicar la inmejorable caligrafía de Athan y posteriormente siendo publicados los pergaminos resultantes. Hecho que generó prontos levantamientos dándose a lugar, tanto a las afueras del palacio como también frente al monumento que aún seguía intacto, perjudicando de sobremanera el rol administrativo de Lord Balar había ejercido en las últimas horas. Debieron los pertenecientes a la corte tomar medidas más severas a causa de un rumor que solo tardó minutos en propagarse después de la siguiente profecía.

—No desesperéis señoras y señores, el cansancio intelectual llevo al viajero a un temporal descanso. Pero os aseguro en nombre del rey que dentro de poco volverá con un muy extenso pronostico que dichosos serán de leer. —

—¡Él era nuestra voz y nos la han quitado por no seguir el curso que debía! —

Filo invisible de una navaja impacto justo al centro de su pecho. Conmoción o desagrado, no había forma alguna de saber frente al gesto de un hombre inexpresivo. Fatal fuese el momento, la violencia inexorable se hacía cada vez más cercana. Cruel alejamiento recibió de respuesta una muy valiente pueblerina, los guardias abandonaron su posición para escoltar al juez de vuelta a las instalaciones del castillo. Desde ese momento, por mínima que fuese la interacción ante los ojos del resto, dentro de Lord Balar tanto impacto generó, que de inmediato paso por su cabeza lo que habría hecho de no haber podido mantener la compostura, porque su orgullo lo hizo abandonar el estrado con una sonrisa de satisfacción.

Dern: whispers of the hidden treeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora