Náyade
La veracidad de un acontecimiento podía ser maravilloso, pero un rumor era invaluable. Tan pronto como se hizo saber la partida de un grupo de forajidos en dirección a Alexandria, con nada más y nada menos que una de sus antiguos lideres, las aguas adquirieron mayor tránsito de criaturas y era de esperarse, considerando la magnitud del hecho.
Por lo cual, Proteo decidió utilizar una vía alternativa, una que, por supuesto, no solo favorecería a la discreción, sino que facilitaba la participación de Gemina. Pues tratándose de alguien que no poseía las cualidades de los habitantes del océano, para ella, la ruta marina fue descartada casi de inmediato. De esta manera y con extrema cautela, saldrían de su escondite en la cueva para ir en busca del bote que por mucho tiempo le permitió al trio desplazamiento.
—Sigo sin entender cuál es la necesidad de que vayamos todos. —gruñó Gemina al momento de empujar el bote en dirección al mar.
—Considerando lo poco favorable de tu posición en el reino, lo mejor será que contribuyas en todo lo que te sea posible. Además, fue gracias a ti que sigue con vida.
—¡Exactamente! Sería más que suficiente para optar a una audiencia, y con ello una apelación, donde con algo de suerte, hasta podrían revocar tu condena. —añadió Ireneo en un tono inocente, que por supuesto, fue correspondido con una expresión de reproche. — ¿Qué? Tal vez ella pueda orientarte.
—¿Y quién dijo que quiero que lo sepa? Mientras menos gente, mejor.
Náyade prefirió guardar silencio, porque bien sabía que su emocionalidad podría jugarle en contra y en el peor de los casos, hasta delatarla. Porque aun cuando no tenía la menor idea de algunos acontecimientos previos al accidente que provocó en ella amnesia, una parte de su interior aseguraba estar involucrada en la desgracia que Gemina con tanto desagrado remembraba.
Una de las varias complicaciones que traería consigo la travesía de devolverle al mar a una de sus hijas, era el desconocimiento de las aguas de aquel grupo de exiliados, que habría pasado más tiempo en la costa y tierra firme para poderse abastecer que en el lugar al que de verdad pertenecían. Y he ahí la primera dificultad a la que se iban a enfrentar.
En cuanto recorrieron las millas necesarias para adentrarse en el territorio de las criaturas de las profundidades, todo empezó a acontecer de manera sospechosa. Siendo el bote de insignificantes características solo el inicio para considerar a sus navegantes como un acto de entretenimiento.
—¿Estás segura de que nos diste la dirección correcta? —
—Eso es lo que creía, pero...
Se trataba de una porción tan alejada de lo que acostumbraban, que ni siquiera eran capaces de divisar el fondo, a diferencia de lo que la ninfa recordaba de su hogar. ¿Sería acaso posible que Alexandria estuviera ahí? Comenzaba a dudarlo, lo que como resultado provocó la desconfianza del resto de los adultos que ahí se encontraba. Gemina se evidenciaba en un estado de rabia, pues el exponerse de esa manera solo la hacía sentirse vulnerable. Era frecuente en el reino un oleaje un tanto rebelde, que conforme más y más se adentraba al mar, adquiría cualidades monstruosas. Mismas que solo los intrépidos guerreros y expertos en exploración se atrevían a surcar. Pero eso es una historia para otra ocasión...
No obstante, y a diferencia de lo que sostenía la literatura sobre el comportamiento de las aguas, conforme fue añadiendo el grupo profundidad al recorrido, los movimientos descontrolados irían disminuyendo hasta el punto de tornarse inexistentes. Quedando el bote ajeno de movilidad.
En cambio, el más joven actuó por inercia y se desprendió tanto de sus zapatos como de las prendas restantes, para después arrojarse al agua. Esto con el objetivo de obtener un panorama más esperanzador que el que pronosticaban con negatividad sus compañeros.
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Dern: whispers of the hidden tree
FantasyDern, un reino donde seres alados, mundanos y criaturas marinas coexistieron. Hasta que un día, un erudito emergió entre las masas para colmar de sabiduría el destino incierto de los habitantes. Una profecía fue dictada por aquel hombre, más no pudo...