Los Duelos

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Me muerdo el labio cuando veo a Peeta pisar la superficie que conforma el cuadrado en el que se llevará a cabo el duelo. Una vez más, me hallo en el Centro de Entrenamiento. Los Vigilantes (es decir, los autores) nos observan desde el balcón, expectantes. Me cruzo de brazos para ocultar el temblor de mis manos.

Peeta y Thomas, su oponente, se saludan amistosamente. Luego, el árbitro balbucea las reglas del combate.

- Cada uno tiene derecho a escoger un arma, mientras no sea de fuego - indica -. En caso de dañar a su oponente, quedarán automáticamente descalificados. El objetivo del duelo es inmovilizar a su contrincante, no herirlo. Si uno de ustedes pisa fuera del cuadrado, serán penalizados con la descalificación ¿Entendido?

Ambos asienten con la cabeza y van en busca de sus armas. Peeta elige una espada,  mientras que Thomas, una extensa lanza. 

Acto seguido, el árbitro se retira del cuadrado y levanta un brazo para señalizar el inicio del combate. Los muchachos se ponen en posición de guardia y comienzan a desplazarse por el cuadrado, dando vueltas en círculos. De repente, Thomas empieza a blandir su lanza frenéticamente, soltando gritos de guerra. Peeta se esfuerza en bloquear los ataques. Nunca fue muy bueno en el combate.
Una vez que el frenesí de Thomas finaliza, Peeta aprovecha la oportunidad para embestir, pero no tiene demasiado éxito. El otro muchacho esquiva los ataques y se escabulle velozmente. Es demasiado rápido para él. Sus movimientos consiguen marearme.

Ahogo un grito al ver que la lanza alcanza el tobillo de Peeta y lo derriba. Aparto la vista, aterrorizada. Cuando la vuelvo, Thomas le apunta con su arma a la cabeza, amenazante. El árbitro hace sonar el silbato y declara ganador a Thomas. Instintivamente, corro hacia Peeta para ayudarlo.

- ¿Te encuentras bien? - le digo.

- Si, ha sido solo una caída - responde, enfadado, frotándose la cabeza. Comprendo su profunda decepción. No ha durado mucho en el combate.

Lo ayudo a levantarse y caminamos hacia afuera del cuadrado.

- Los que siguen - dice el árbitro.

***

Percy y Peter ingresan al cuadrado. Ambos escogieron espadas. Apenas el árbitro da la señal, se desata un combate furioso entre los muchachos. El sonido del metal chocando me produce una sensación escalofriante. Los dos son muy buenos y parecen predecir el movimiento de su oponente antes de que éste lo haga.

Finalmente, el semidiós esquiva un mandoble de Peter, se posiciona detrás de este y lo inmoviliza, colocando la espada en su cuello. El ganador es Percy.

***

Los siguientes son Jace y Edward. Fríos. Calculadores. Espeluznantes. El vampiro no escoge ningún arma. No sé si es por arrogancia o por demasiada autoconfianza, pero no me agrada su actitud. El otro muchacho agarra dos largas cuchillas.

Cuando comienzan a pelear, no logro distinguir sus figuras con nitidez. Ambos se desplazan a una velocidad sobrehumana, evadiendo los ataques y contraatacando ferozmente. Edward consigue penetrar la barrera de Jace y atestarle un puñetazo en el estómago, por lo que este cae al suelo. No obstante, el rubio se levanta de un salto y embiste nuevamente, logrando abrir un gran corte en el brazo del vampiro.

Presto atención a la herida de la cual brota un hilo de sangre. Unos segundos después, desaparece. Parpadeo, asombrada, ante lo que acabo de presenciar. ¿Acaso aquel muchacho es indestructible? ¿Cómo lo derrotaremos en la arena?

Edward golpea a Jace nuevamente, arrojándolo fuera del cuadrado. Cuando el cazador de sombras se levanta, es demasiado tarde. Edward gana el Duelo. Jace arroja los cuchillos al suelo, hecho una furia.

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