Preparándose para Partir

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Cuando por fin reúno el valor necesario para apartarme del hombro de Peeta, abro los ojos y suelto el aire que había contenido inconscientemente al contemplar los cuerpos de los Corredores desplomados en el suelo, formando una maraña. Levanto la vista ligeramente y distingo una pinza metálica que sobresale de entre los gruesos muros de roca gris. La pieza chorrea un líquido verde y viscoso. Las paredes habían aplastado al Penitente.

Me cuesta procesar que lo lograron. Salieron justo a tiempo.

Una vez que logro recuperarme de la conmoción, me agacho a ayudar a los recién llegados. Sujeto el brazo de Bella y la ayudo a levantarse. La vampira me agradece, mientras se sacude la tierra de los pantalones. Distingo una mueca de irritación en su rostro pero, omitiendo eso, luce bastante decente. Me pregunto por qué nunca se ve exhausta.

Me acerco a los demás y descubro que la mayoría de los tributos se hallan reunidos alrededor de algo. O, más bien, alguien. Me abro paso entre la multitud hasta que averiguo qué es lo que llama tanto la atención.

Tobias, Peeta y Percy se encuentran agachados junto a Thomas. Sus rostros expresan una pena profunda y sentida. A juzgar por la tensión que se ha instalado en el ambiente, puedo percibir que algo anda mal.

Thomas tiene manchas rojas en la cara de tanto llorar, y en sus brazos yace la muchacha que cargaba junto a Tobias durante su exitosa escapada del Penitente. Ahora que Thomas apartó el pelo de su rostro, logro apreciar los finos rasgos característicos de Teresa. Sus ojos celestes se hallan fuera de órbita y me estremezco al darme cuenta de que la vida ha abandonado su cuerpo.

- Por qué - murmura Thomas, con la voz ahogada por las lágrimas -. Por qué otra vez...
Decido apartarme de la multitud. No puedo soportar otro acto de muerte. Pensé que estos Juegos iban a ser distintos. Pensé que, por primera vez, todos saldríamos con vida. Pero me había equivocado y, al igual que en los Juegos anteriores, la muerte acecha a la vuelta de cada esquina.

- Hey - oigo una voz masculina a mis espaldas y me doy vuelta para contemplar el rostro angelical de Jace. La falta de compasión en su actitud me indica que no le interesa mucho la muerte de Teresa. Me pregunto si, en el fondo, este muchacho tiene sentimientos. ¿Cómo no sentir pena por Thomas?

Me acerco lentamente hasta donde se encuentra.

- Tengo noticias, pero necesito que no las mantengas en secreto - me comenta cuando llego a su lado y, por primera vez desde que empezaron los Juegos, muestro interés acerca de lo que este chico tiene para decirme -. No sé por qué pero algo me dice que puedo confiar en ti, chica en llamas. Probablemente porque ya has salido viva dos veces de esta - me dedica una sonrisa que logra intimidarme.

¿Por qué está siendo así conmigo? Nunca me agradó y, en el fondo, sospecho que su actitud amistosa está relacionada con un plan suyo que tiene como objetivo colocarme en posición de desventaja. Aunque quizás estoy siendo demasiado paranoica.

El rubio mira por encima de mi hombro para corroborar que los demás siguen reunidos alrededor de Thomas y Teresa.

- Escucha, mientras recorría el laberinto algo llamó mi atención y no pude evitar separarme del grupo para explorarlo detalladamente - explica -. Hay un escondite, camuflado entre las plantas que cubren las paredes del laberinto, en donde creí oír algo. Estuve estudiando el lugar detalladamente y algo en aquel sitio me llamó la atención. Probablemente creerás que estoy perdiendo la cabeza pero sé lo que estoy diciendo - hace una pausa para recuperar el aire -. Sentí que Clary se hallaba detrás de ese muro, pude percibir una conexión con ella.

- ¿Qué quieres decir con eso? - pregunto atropelladamente.

Jace traga saliva y se acerca para susurrarme algo al oído.

- Creo que sé dónde se encuentra el escondite en el cual los Penitentes mantienen cautivos a los demás Tributos.

***

Desafortunadamente, el veneno que el Penitente le inyectó a Teresa terminó acabando con ella. Thomas persistió en encontrar un medicamento, estaba convencido de que no podía dejarla morir. Me sentí muy mal al observar como las esperanzas del Corredor se derrumbaban.

Ahora que nuestro aliado más fuerte, aquel que puede ubicarse mejor en esta Arena tan inusual, se halla en un estado de depresión profundo, difícilmente superable, tendremos que buscar otra forma de salir adelante.

Todos estamos de acuerdo en que Teresa merece ser enterrada como corresponde. Decidimos hacerlo debajo de un árbol, en el bosque. Durante el funeral, evito echarle una mirada a Jace. La declaración que me hizo el cazador de sombras me mantiene muy inquieta y he estado pensando seriamente en contárselo a Peeta. No obstante, decido mantenerlo guardado y esperar a ver cómo se desarrollan los futuros acontecimientos.

Después de la ceremonia, el estado sentimental de Thomas refleja claramente que desea estar solo, Jace se muestra desinteresado (como de costumbre) y Bella no presenta muchas ganas de hablar, por lo que Tris y su novio, Tobias, deciden reportar lo ocurrido en la expedición en el laberinto.

- El Hilo de Ariadna funciona, eso está comprobado - dice Tris -. Pero, aunque nos muestre el camino correcto, no necesariamente nos conduce al más seguro. Si queremos llegar al traslador utilizando el Hilo, tendremos que enfrentarnos a todas las criaturas que se nos interpongan en el camino.

- Mientras recorríamos los pasillos - continúa Tobias - nos topamos con un nido de Penitentes. Éramos muy pocos para combatirlos a todos. Si regresamos al laberinto, el Hilo nos conducirá por el mismo lugar. Es por eso que necesitamos la participación de todos los tributos para vencerlos y abrirnos paso hasta el siguiente pasillo. Si atacamos en conjunto, lograremos acabar con ellos.

- ¿Y qué sigue después? - interrumpe Hermione, de brazos cruzados. Su actitud me indica que no está muy complacida -. Llegamos al traslador y escapamos de esta maldita Arena. ¿Qué hay de los demás tributos? ¿Cómo saldrán ellos si no tienen el traslador?

Tobias permanece callado, reflexionando sobre la idea.

No puedo evitarlo y miro a Jace. El muchacho aún mantiene su postura neutral y despreocupada. Nuestras miradas se encuentran y lo incito a que diga algo.

- Mantén la calma - dice el rubio, al cabo de un momento -. Los encontraremos.

Hermione le dedica una mirada asesina, completamente indignada.

- ¿Pretendes que aparezcan en el medio del laberinto y se crucen en nuestro camino? No tenemos tiempo, ni conocimiento, ni habilidades suficientes como para andar vagando por ahí en busca de ellos.

- Yo he estado ahí - repone Jace, con el ceño fruncido -. Sé cómo encontrarlos.

- Entonces compártelo con todos - lo desafía Hermione.

El muchacho luce muy enfadado. Desvía la mirada y la clava en el suelo. Me esfuerzo en contenerme, ya que por dentro tengo ganas de confesar a todos lo que me contó.

- Solo necesito unos minutos - dice, disminuyendo el tono de su voz -. Si no logro encontrarlos antes de llegar al nido de los penitentes, tendremos que seguir buscando por otra parte. Pero si lo consigo, entonces pelearemos entre todos contra los enemigos y escaparemos de aquí juntos. Y puedes apostar a que voy a lograrlo, ya que tengo las mismas ganas que ti de recuperar a mi compañera.

La firmeza en el rostro de Hermione decae levemente. El modo en que Jace habla me llena de esperanzas y, a pesar de todo, recupero el entusiasmo que había perdido. Es innegable que el chico está determinado a conseguirlo. No va a ser fácil, de eso estoy segura, pero tampoco es imposible. Inspiro profundamente para relajarme. La ansiedad está consumiendo la poca paciencia que me queda y tengo que esforzarme para no dejar que ésta se esfume.

A continuación, Percy se pone de pie y da un paso al frente.

- Bueno, reúnan todas las provisiones y descansen bien - anuncia -. Partiremos mañana cuando amanezca, apenas se abran los muros.

Los Juegos LiterariosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora