[18 años, Au - época actual]
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La oscuridad inundaba las calles de la pequeña cuidad. Cada cierta distancia encontraba una farola que iluminaba su parte de su rostro bajo la capucha de la sudadera. Caminaba con paso lento pero firme, asegurándose de que las botellas de cristal que se depositaban en la bolsa que colgaba de su mano derecha no chocaran entre sí e hicieran ruido.
Finalmente llegó a su destino. El parque estaba completamente vacío a esas horas de la noche. Se sentó en el banco más lejano de la calle, donde apenas había luz. Posó la bolsa sobre la madera del asiento, sacó una botella de cristal y la abrió.
Flash back
—Ya estoy en casa—un niño de apenas diez años entró en el pequeño piso donde vivía. Su padre adoptivo le había encargado hacer lo que todas las semanas, bajar al supermercado de la esquina y robar algunas botellas de alcohol.
Los padres del niño fallecieron cuando tenía cinco años en un accidente de coche y desde entonces vivía con ese hombre. Un señor cuarentón, alcohólico y drogadicto, que de vez en cuando invitaba a una que otra chica joven a casa. En resumen, solo quería al chico para que le comprará lo que necesitaba, ni siquiera se preocupaba por el niño.
—¿Has traído lo que te he pedido?— la voz ronca del hombre retumbó por toda la estancia. Se notaba que se había despertado hace pocos minutos.
—Si señor—el niño no tenía permitido llamarle "padre".
Se acercó al sofá y le dio la bolsa al hombre. Este la abrió y sacó una botella de vodka. —Ven aquí, siéntate conmigo. Quiero darte un regalito por portarte tan bien— una sonrisa se dibujó en sus labios.
El inocente niño se sentó en el malgastado sofá. El hombre le tendió la botella. —Toma, es como agua pero mucho mejor— El niño se le quedo mirando a la botella.
Sujetó la botella con fuerza y se la llevó a los labios. El líquido entró por su boca hasta su garganta. Lo escupió inmediatamente. —Sabe fatal— dijo con cara de asco.
Y así empezó todo. El chico se fue acostumbrando poco a poco al mal sabor del alcohol. Pero eso no fue todo. También le obligaba a fumar y eso le creó una adicción al tabaco. Además, a la edad de los catorce empezó a drogarle, y esa fue la razón por la que perdió su virginidad a tan temprana edad.
El alcohol, tabaco y las drogas acabaron con la vida de ese hombre cuando el chico tenia quince. Nadie se ocupó de él, estaba solo, y aunque él ya no viviera, la adición que había causado al chico seguía ahí. Nadie sabía de ello, ni siquiera sus profesores del instituto ni los amigos que empezó a tener a los dieciséis.
Fin del flash back
El chico de dieciocho años seguía mirando a la botella. Sus oscuros ojos se centraban en el líquido de su interior mientras su mente se centraba en el pasado. No se lo pensó más. Se llevó la botella a los labios y bebió todo su contenido. Ya no le importaba el fuerte sabor del vodka ni el ardor que le provocaba en su garganta. Solo le importaba satisfacer sus necesidades, y si era posible, olvidar.
Así pasó la noche como cualquier otra de un viernes. Bebiendo sin parar mientras su vista se nublaba y su mente se paralizaba. Nunca le molestaron, nadie paseaba por la calle a esas horas y menos por aquel oscuro parque. Al menos hasta ese día.
Los ladridos de un perro se empezaron a escuchar en la lejanía. El chico le dio poca importancia y siguió con su labor.
•••
Corría todo lo rápido que sus piernas le permitían, pero su perro, o mejor dicho perra, corría más que ella. La rubia estaba desesperada por alcanzar a su amiga. No por el hecho de que se haya escapado, si no por la razón por la que hacia eso. Nunca salía corriendo de la chica a no ser que algo anduviera mal.
Siguió corriendo hasta llegar a un parque. Allí el perro no se detuvo, se adentró en la oscuridad.
—¡Stormfly!— Astrid gritaba su nombre. Como respuesta recibía lejanos ladridos. Siguió andando por el parque. Se detuvo en un banco. Estaba lleno de botellas de cristal, al menos había cinco, y dos de ellas estaban vacías. Además en el suelo había una rota, y el líquido que había en su interior esparcido por el suelo.
Eso no era una buena señal.
Volvió a correr. Pocos metros más adelante encontró a un chico tirado en el suelo. Stormfly estaba sobre él mordiendo uno de sus brazos evitando que se levantará y saliera corriendo.
—¡Eh! Ni se te ocurra hacerle daño a mi perro— Astrid alejó a Tormenta del chico tirado en el suelo. Agarró la sudadera del desconocido y lo levantó. En eso la capucha de él se echó hacia atrás y dejó ver su pálido y asustado rostro es la oscuridad.
Astrid abrió sus ojos azules sorprendida, conocía a esa persona. ¿A caso Stormfly sabía quién era? Muchas preguntas se formaron en su cabeza, pero antes tenía que responder a la más importante.
—¿Ha-Haddock? ¿Hiccup Haddock?
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HTTYD: One Shots (Español)
FanfictionOne Shots y drabbles sobre Hiccstrid y los jinetes de dragones. Basado en las películas y series de Cómo Entrenar A Tu Dragón.