Ellas (Parte 3)

143 4 0
                                    

Sus miradas se cruzaron. Astrid miraba con asombro a aquella mujer, madre de su futuro esposo. Según le contó Stoick ya que Hiccup no se acordada de ella al ser muy pequeño cuando la perdió, Valka era una mujer muy valiente y honrada, además de un ejemplo a seguir como esposa y ayudante del jefe de Berk. En cambio en la mirada de Valka se veía duda y curiosidad por la rubia. Sabía que era hija de los Hofferson, una muy buena familia aunque algunos miembros de ella eran algo curiosos, como es el caso de uno de los tíos de la chica. Pero bueno eso es una historia a parte.

La joven fue la primera en hablar —Disculpa eehh Valka. Estaba buscando a Hiccup y me dijeron que podría estar aquí y bueno, ya veo que no— su voz desvelaba un pequeño sentimiento de timidez.

—Oh, no, Hiccup no está aquí. Él me dijo que viniera a su casa pero no se donde puede estar. Gobber, al despedirse de mi, me dijo que también lo iba a buscar y se dirigió hacia el Gran Salón. Quizás esté allí.

—Emm vale gracias. ¿Quieres que le diga algo? Algo que puedas necesitar o...

Valka no dejo que terminará la frase. —No no, no hace falta que le digas nada. Aquí estoy bien.

—Vale. Adiós entonces... Y bienvenida a Berk otra vez— Astrid se despidió rápidamente y salió de la casa vikinga lo más rápido que pudo.

Valka se quedó de pie en el centro de la casa mirando hacia la puerta. La chica a quien acababa de ver era la novia de su hijo, posiblemente la chica con la que se casará. Tenía muy buenos pensamientos hacia ella, la veía como una buena vikinga para Hiccup aunque no la conociera. Muchas veces las apariencias engañan pero esta vez estaba convencida.

En cambio Astrid estaba aterrada. Últimamente pensaba mucho en su futuro con Hiccup. Stoick había aceptado su relación incluso desde antes de que existiera. Pero Valka podría no hacerlo. Respiró hondo y empezó a caminar hacia el Gran Salón.

Todos los berkianos trabajaban en las reparaciones de la isla, iban de aquí para allá. Encontrar a una persona en concreto era tarea casi imposible. Pero Astrid tuvo algo de suerte. Al llegar a las enormes puertas de el Gran Salón, Gobber se encontraba organizando a todos los vikigos que trabajaban. La rubia se acercó al hombre llamándolo.

—¡Gobber!

—Oh, Astrid. ¿Venías a ayudar?

—No, bueno si, pero primero quería ver a Hiccup. ¿Sabes dónde está?

—Lo siento pero no, me pidió que le ayudara dirigiendo su plan de reconstrucción de la aldea. Desde entonces no le he vuelto a ver— Astrid lucía desanimada ante la respuesta, como no sabía que decir y Gobber era consciente de ello prosiguió —Ya sabes como es él, querrá estar solo. Y lo mejor que podemos hacer es cumplirlo. Si te parece ayúdame con esto— Algunos de los papeles que sostenía en sus manos se los dio a la chica, eran los planos de la construcción del hangar de los dragones. —Ya sabes, seguro que es una de las prioridades de Hiccup— Le sonrió a Astrid.

La rubia asintió, acordaron verse más tarde, y Astrid llamó a Stormfly para dirigirse al hangar y realizar las reparaciones junto a un numeroso grupo de vikingos y dragones.

Trabajar en el hangar, retirando los restos de los bloques de hielo con los que el dragón alfa de Drago atacó la isla, recolectando recursos para la reconstrucción y organizando los trabajos de los demás vikingos fue la patera que ocupó a Astrid el resto del día. Cuando se quiso dar cuenta, el sol comenzaba a ocultarse por el horizonte, indicando que llegaba la hora de terminar con el trabajo, ir a descansar para seguir al día siguiente. Justo cuando estaba por llamar a Stormfly y volver a casa juntas, la volvió a ver. Valka estaba cuidando, junto con Gobber, de algunos dragones que debieron de salir heridos de la batalla. Era fascinante todo lo que sabía sobre esas maravillosas criaturas y cómo se comportaba con ellas. Sin darse cuenta se fue acercando poco a poco a ambos, hasta llegar a su lado.

—Hola Astrid— El hombre la saludó, sacándola de sus pensamientos. Al escuchar ese nombre Valka se giró para mirar a la recién llegada, y saludar con una inclinación de cabeza.

—Ho-hola— La rubia se sintió algo incómoda ante la mirada de la otra mujer. —Gobber, se han retirado los restos de hielo y comenzado con la construcción— informó al hombre, quien asintió. Luego añadió —Eso es... ¿una cría de canto mortal?

Valka sujetaba entre sus bazos al dragón. —Si, no se como ha llegado hasta aquí. Tenía una pata rota, pronto le se curará. Habrá que llevarlo a algún lugar seguro, no creo que sea buena idea mantenerlo en Berk.

Astrid asintió, Berk no era un buen lugar para ese dragón, podría suponer un peligro para el resto de dragones cuando creciera. —A un día de distancia hacia el sureste hay una isla donde podría vivir. La semana que viene podría ser trasladado.— La rubia recordó aquella isla en la que pararon a descansar cuando buscaba junto al resto de jinetes una base para asentarse unos años atrás.

Durante las siguientes dos horas Astrid ayudó a Valka y a Gobber a cuidar de los dragones. Hasta que el cielo se oscureció por completo y cada uno se dirigió hacia su casa, o lo que quedaba de ellas, a descansar. —Buenas noches.— fueron sus últimas palabras de aquel largo día.

En la oscuridad de la noche, sobre un bloque de hielo que aún no había sido retirado, unos grandes ojos verdes observaban a las tres personas, le gruñó amigablemente a su acompañante. —Yo creo que se llevarán bien, ¿tú que opinas, Toothless?— El jinete acarició suavemente la cabeza del dragón. Otro gruñido salió de su boca en respuesta. 

Al igual que los otros tres vikingos, sabían que era hora de ir a casa. El dragón desplegó sus alas y planeó hasta el suelo, con su amigo subido a su lomo, sentado sobre la silla de cuero. Tenía la costumbre de entrar por el tragaluz de su habitación, pero estando su madre en casa pensó que no sería buena idea, podrían asustarla apareciendo sin más dentro de la vivienda. Hiccup se bajó del dragón y juntos caminaron hasta la puerta. Bajo una preciosa noche estrellada de primavera. 

HTTYD: One Shots (Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora