La estética e inerte figura de una sexy mujer, joven, pura y perfecta se encontraba sobre un sillón antiguo, un vestido azul metálico cubría a la perfección su delgado y proporcionado cuerpo, resaltaba su pálida piel, blanca como la leche y apetecible para quien la mirara.
El color violeta resaltaba sus perfectas y preciosas facciones tailandesas, sus gruesos y carnosos labios entre abiertos se veían tremendamente apetecibles, brillantes y quietos ante la composición de su rostro.
Pero sus ojos, eran lo más profundo y deseable que poseía la chica, el color marrón y su forma circular mecían a cualquiera al abismo de algo que daba miedo por lo ajeno de su belleza pero a la vez increíblemente adictivo para el ojo estético de cualquiera que estuviera inmerso en aquel mundo.
La sangre corría sobre su cuello, era tanta y espesa que resbalaba sobre su brazo extendido hacia el suelo, al igual que su pierna que se empapaba con la gran cantidad rojiza que llenaba el piso en un mar rojo y caliente.
Una luz despampanante alumbraba a la chica de apenas 16 años, un hombre con la mirada de un león hambriento se encontraba tras una cámara, hipnotizado por la imagen jamás creería el privilegio que estaba teniendo de poder tomar las fotografías más perfectas de la mujer más bella que en su vida había visto.
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Detrás de aquel estudio la tailandesa estiraba sus brazos frente al espejo del tocador del camerino, con un pañuelo limpiaba su hermosa piel blanca del rojo vivo que protagonizó en aquella sesión fotográfica, el rostro de la chica concentrado en su brazo se vio interrumpido, cuando en el reflejo del espejo de su tocador había otra chica limpiando las brochas que se deslizaron sobre la tailandesa, mismas que eran lavadas por una surcoreana que observaba con ojos gatunos y penetrantes a la menor, sus labios entre abiertos y secos al igual que su respiración agitada pronto fueron percibidos por la belleza que se quitaba el maquillaje hasta el punto de incomodarla.
La mirada de la modelo se posó directamente en los de la surcoreana, provocándole un suspiro instantáneo, pero una mueca de disgusto cuando la menor la desvió para seguir aseándose.
− ¿Estoy contemplando? − preguntó la maquillista, con un rostro esperanzador para que la modelo volviera a mirarla.
− Un poco − respondió la chica.
− Lo siento. Es que tienes una piel tan bella − dijo la maquillista sonriente sin dejar de mirar por el espejo.
La menor no dijo nada, sólo se limitó a desviar sus ojos y continuar con su tarea.
− Soy Jennie, por cierto −se apresuró a decir de manera coqueta.
Pero la modelo sólo asintió y volvió a ignorarla. Su actitud cerrada comenzó a hacerse más desesperante e intrigante para Jennie, aunque eso también le gustaba.
− ¿Tienes nombre o quieres que lo adivine? −preguntó la surcoreana.
− Lisa − contestó la chica, la miró un momento y volvió a ignorarla, al punto que ni cuenta se dio de la gran sonrisa de Jennie por haber obtenido aquel dato tan importante.
− Lisa − articuló Jennie el nombre de la tailandesa − ¿Acabas de llegar a Corea, Lisa? − preguntó coquetamente.
Pero Lisa la miró detenidamente, con temor, desconfianza e intriga a la vez − ¿Cómo supiste? − preguntó de inmediato, detuvo lo que hizo y su cuerpo soltó vibraciones que la hicieron ponerse alerta ante la chica coreana que la miraba con deseo.
− Tienes ese aspecto − Dijo Jennie con una sonrisa coqueta en sus labios sin dejar de mirarla a los ojos, − No te preocupes, amor − continuó desviando su mirada en las brochas que limpiaba, mientras Lisa la miraba temerosa −Todo ese aspecto de inocente, es exactamente lo que quieren − confesó la mayor con su sonrisa de triunfo y conocimiento.
Lisa no comprendió lo que Jennie quiso decir, por lo que sólo pasó saliva y decidió volver a limpiarse.
− Déjame ayudarte con eso − dijo Jennie decidida, soltó sus brochas y se giró para acercarse a la tailandesa, Lisa se giró para quedar frente a la chica, por lo que la mayor tomó un pañuelo y como si fuera una obra de arte se excitó al limpiar el cuello y clavícula de Lalisa Manoban.
− ¿Eres una modelo? − preguntó Lisa a la chica al tenerla tan cerca de sí en plan de amistad.
Jennie la miró detenidamente y sonrió −No, yo hago el maquillaje − y se dedicó a limpiar el extendió y sexy cuello de la menor − Así que, ¿a dónde te estás quedando? −preguntó Jennie sin dejar de lado su voz sexy y ronca.
− En un motel de Pasadeana − contestó Lisa con una dulce y suave voz.
− ¿Sola? − cuestionó Jennie.
Lisa solo asintió, Jennie la miró a los ojos y continuó −¿Qué piensan tus padres sobre eso?− sonrió pícaramente y miró directamente a la tailandesa.
Pero la menor entre abrió los labios y su mirada se perdió al instante.
− Ellos ya no lo hacen − contestó pesadamente y se giró para darle la espalda a Jennie.
Aquella confesión desfiguró el rostro de Jennie al de uno curioso y raro − ¿No piensan o... − y levantó el hombro con un pequeño gesto en su nariz al de un gatito juguetón. − No les importa?
Pero Lisa tenía el rostro inmutado, sin expresión alguna − No están más ya...
Jennie se tornó triste, sin duda la empatía por la modelo era evidente, sus ojos mostraron compasión, pero cuando Lisa se giró y no pudo ver más el rostro de la mayor, ésta cambió su mirada, nuevamente al de un león que asecha su presa, hambriento pero cauteloso − Oye, ¿quieres ir a alguna parte? − preguntó deseosa.
Lisa bajó su mirada, no es que le asustara la pregunta, más bien ella era una pueblerina con una inocencia palpable, pero si quería cumplir su sueño en el mundo de la belleza y jubilo, sus expresiones y palabras debían encajar perfectamente para sobrevivir − ¿A dónde?
Error.
Nunca debió preguntar eso, por que − A una fiesta − la felina sacaba sus colmillos sonriente porque el pequeño cordero caminaba hacia sus garras, justo como su corazón palpitante de deseo le rogaban.
La modelo tailandesa bajó su mirada, su sueño es su razón de vivir, levantó sus preciosos ojos marrones y su respuesta fue definitiva.
− ¿Qué tipo de fiesta?
− El tipo de una divertida...
Ahí comenzó el primer error más grande de su vida.
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EL DEMONIO DE NEÓN - JENLISA
FanficLalisa Manoban pronto es hechizada por ese mundo iluminado perpetuamente con luces de neón y seducida por la magia que las lentejuelas y el maquillaje conjuran, y no tarda en entregarse al demonio de la banalidad, y erigirse a sí misma como una dios...