Veintitres

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•Irrupción•

El morocho rompió el contacto que él mismo había iniciado por la falta de oxígeno, alejándose dos pasos de la albina y mirándola con los ojos bien abiertos, como si no pudiese creer lo que acababa de suceder. Sintió ganas de salir corriendo y no mirar atrás, pero el revoltijo en su estómago y la cantidad desmesurada de pensamientos que lo atacaban lo obligaban a permanecer en su sitio, inmóvil.

Colette estaba conmocionada.

Edgar yacía completamente rojo, jadeando, mantenía su mano izquierda haciendo presión en la zona de su corazón y sus ojos buscaban algo en lo que centrarse; algo que no fuera ella. Esto era complejo debido a la cercanía que aún mantenían. Evidentemente estaba nervioso. Colette no pudo evitar recordar su reacción ante la pastelera el día de la tormenta.

A diferencia de que ahora el azabache parecía mil veces más afectado que la vez anterior.

Aquello no había sido un accidente, el moreno prácticamente se le había arrojado para besarla, un beso que no decidió terminar hasta que el aire faltó, y que tampoco entendía porqué no se había molestado en romperlo ella misma.

-Eh...

-N-no lo digas, lo sé, sólo quería... yo... -comenzó a balbucear.

-Edgar.

El susodicho bajó la cabeza y jugueteó con sus manos, como si intentara hacerse creer que todo pasaría si solo ignoraba los llamados y miradas de la cromática. Colette pronunció su nombre una y otra vez, más se negaba a prestarle atención, no quería escuchar como lo rechazaba y daba por terminada su duradera amistad que, con sus altibajos, seguía siendo su pilar.

-¿No piensas contestar? -la albina se escuchaba cada vez más molesta.

Otra falta de respuesta.

Colette tomó a Edgar por el cuello de la camisa y lo azotó contra su muro, demandando una fuerza que no era nada más que producto de su enojo. El chico soltó un quejido de dolor al sentir su cabeza impactar con la pared y juró que había más de una herida abierta en ésta en ese momento. Tenía que actuar. Tenía que pagarle con la misma moneda. Pero no podía.

No quería.

Su dolor pasó a segundo plano cuando la albina repitió la misma acción de hace unos segundos, acercando su cara y besándolo furiosa, como si quisiera arrancarle la parte inferior de su rostro con sus afilados dientes; lo llegó a morder tan fuerte que la sangre alcanzó su pecho, pero no le dio importancia. Tampoco pudo corresponder como habría querido. Se dejó llevar y permitió que su acosadora hiciese el manojo que quisiese con su cara. Ya le daba igual.

Cuando se separó su vista estaba nublada; su cabeza vibraba y su corazón martillaba, se sentía fatal. No pasó mucho tiempo hasta que, finalmente, cayó al suelo y comenzó a cerrar sus párpados con lentitud. El sabor metálico en su boca seguía presente, y la sangre apenas había dejado de correr por su mentón. Perdió el conocimiento casi al instante, no sin antes escuchar unas ultimas palabras de Colette.

"Lo siento"

¿Qué carajo sientes, Colette?, pensó.

Pero no pudo articular ninguna palabra por más que lo deseara.

•••

Away from you | Colette&Edgar [Brawl Stars].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora