Capítulo 2

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"Quiénes no se mueven no sienten sus cadenas"
              Rosa Luxemburgo

Seelie.

Al día siguiente ya estaba subida en el autobús que me llevaría al orfanato Strawberry Field, donde trabajaba como voluntaria desde hace cuatro meses. Estaba agradecida de poder enseñar ballet a las niñas, aunque me costó convencer a la reticente directora.

Tuve mucha suerte de haber podido estudiar becada en The Royal Academy British Of Dance en Londres. Era la academia más prestigiosa en el Reino Unido y de las más importantes a nivel mundial.

Recordé los problemas que hubieron en mi familia cuando la academia nos notificó que solamente podían concederme la mitad de la beca por lo cual mis papas debían pagar la otra mitad. Hubo varias discusiones entre ellos, no se podían permitir pagar más gastos y yo me resigne a no poder estudiar allí. Teníamos suficiente con reunir el dinero que necesitábamos para la cirugía de mi hermana pequeña Brianna. Era irónico que después del trágico accidente en el que murió mi familia, la academia se pusiera en contacto para concederme la totalidad de la beca. Quizá un acto de lástima sí, pero pudo haber evitado un trágico accidente.

El conductor me avisó de la llegada a mi destino y bajé observando el edificio frente a mi.

Las verjas rojas se alzaban frente a mi y tras ellas se veía el jardín y el orfanato. La edificación estaba construida con unos grandes ventanales y los ladrillos rojos dando sentido al nombre del lugar. El jardín con varios tipos de flores permanecía bien cuidado y era digno de ver el buen mantenimiento que le daba Aubrey.

Después de tocar el timbre y que me abrieran la verja me dirigí al orfanato. Nada más entrar por la puerta me rodearon varios brazos pequeños en un gran abrazo mientras gritan mi nombre.

Me agache a dar besos a las pequeñas y agradecer que me recibieran cada domingo de esta manera. Se había convertido en una bonita rutina.

—Niñas, dejen a Seelie tranquila—les pidió Aubrey.

Acaricié el cabello de April, un ángel de seis años, que todavía seguía abrazada a mi pierna sin querer soltarme.

—Sabes que no me molestan.

—Lo sé, pero deben ir a acabar de prepararse para la clase—me sonríe—. Suban con Amelia a peinarse y esperar en la sala de baile.

Subieron corriendo por las escaleras en tanto que se reían emocionadas.

April permaneció aferrada a mi sin querer alejarse, la separé lentamente y me agaché a su altura para observarla. Seguía teniendo la expresión triste de hace dos semanas y sus ojos estaban enrojecidos. Intuí que Alison, su hermana mayor, aún no vino a verla después de cumplir la mayoría de edad y abandonar el orfanato.

—¿Cómo estás, cielo?

—Alison me olvidó —lloró desconsoladamente—. Sabía que esto iba a pasar, me dejó sola aquí.

Miré a Aubrey buscando alguna respuesta, y vi que se tensaba de repente.

Su hermana mayor ya me comentó que tenía planeado conseguir estabilizarse para poder adoptar a su hermanita, era un proceso complicado y largo pero estaba segura que no olvidaría a April siendo la única familia que le quedaba.

—Eso no es cierto—limpié sus lágrimas—. Estoy segura que pronto vendrá a verte, a ti nadie puede olvidarte.

Besé su frente y analicé su vestimenta. Se hallaba vestida al igual que las otras niñas con el maillot rosa ajustado a su cuerpo, los leotardos blancos debajo de los calentadores de color rosa claro y en los pies las zapatillas de media punta. Aún no estaban listas para usar las zapatillas de punta...

ARDIENTE AGONÍADonde viven las historias. Descúbrelo ahora