Capítulo 6

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 Al día siguiente espero a Paula en el patio y en cuanto llega me salta:

—Buena respuesta la que le has dado al idiota de Julio. Ni por un momento creas que los demás pensamos como él. Siempre ha sido un estúpido. Cuando era pequeño su padre le dio un golpe con la azada y yo creo que eso le dejó medio tonto.

Me río a carcajadas por el comentario.

—Cuento con que siempre puede haber alguien así. No te preocupes por mí, ya ves que no me corto.

Cuando entramos en el pasillo, veo al tal Julio y no me cuesta nada reconocerle, es más, creo que será difícil que me olvide de esa cara. El pasillo está abarrotado, pues las clases están a punto de empezar y muchos me miran y cuchichean. Ahora ya no sé si ha sido buena idea mi comentario en su muro de Facebook. El tal Julio echa a andar y en ese momento empiezo a oír cantar...

—Hay un gallego en la luna, luna. Hay un gallego en la luna, luna. Hay un gallego en la luna que ha venido del Ferrol...

Lo más increíble de la situación es que no sé quién ha empezado, pero cada vez son más los que cantan la canción entre risas y palmas. Julio aprieta los puños y pasa por mi lado, empujándome con el hombro. Me parece que ahora sí que me he ganado un enemigo.

—No le hagas ni caso —dice Paula entre risas. Seguro que la próxima vez se lo piensa antes de escribir un comentario así.

Durante la mañana, Ángel consigue ponerme nerviosa, pues se pasa gran parte del tiempo mirándome y me gustaría saber lo que está pensando. No he aceptado su solicitud de amistad, por la sencilla razón de que si pasa de hablarme en la vida real, no voy a ser su amiga on-line. Me parece algo absurdo. Además, lo de hablar por el Face es un poco... retro. Igual está enfadado por eso, aunque no sé, porque como siempre está tan serio, me es difícil distinguir su estado de ánimo. En el descanso Paula y sus amigas están haciendo planes para el sábado y sin preguntar, ya me han incluido en ellos. Yo digo a todo que sí, aunque no sé ni lo que están diciendo, pues estoy mirando a Ángel sentado a solas leyendo. Qué solitario. ¿No se aburrirá? Me fijo en que el libro es otro diferente al de ayer y creo que lee más que yo y mira que eso es difícil. Eso hace que me pregunte si habrá biblioteca en el pueblo y me imagino que así será, aunque sea pequeña y tenga cuatro libros. De todas formas no soy mucho de biblioteca, me gusta que los libros sean míos, así que Amazon ha tenido suerte conmigo ahora que vivo en este pueblo medio aislado sin una librería en condiciones.

El resto del día pasa sin pena ni gloria a excepción de que al llegar del colegio me encuentro con que parte de nuestro terreno delantero se ha visto invadido por un puñado de gallinas que al parecer son nuestras. Y no son las únicas nuevas inquilinas. También hay un gallo. Como tenía poco con el del vecino, ahora son dos. Y yo me pregunto. ¿Se harán competencia por las mañanas o cantarán al unísono? No tardaré mucho en averiguarlo. Por si eso no fuera suficiente, mis padres me arrastran al establo para enseñarme el resto de nuestras nuevas adquisiciones: dos vacas lecheras y un cerdo. He decidido que a las vacas las voy a llamar Pili y Mili y al cerdo Augustus. Me gusta poner nombres. Con las gallinas es más difícil, porque son un montón y parecen todas iguales pero tengo que pensar uno para el gallo. Quizás Alexander... sí, me gusta.

solo espero que mis padres no esperen que me ocupe de ninguno de ellos.

Por la noche en mi habitación whassapeo un rato con Naiara e Itxaso y les cuento lo del idiota de Julio y el rarito de mi vecino. Ellas a cambio me hablan de sus asuntos amorosos y que este fin de semana, hacen fiesta en el txoko de Ibai. ¡Qué suerte! Aunque crean que yo aquí estoy entretenida con estos jaleos, preferiría estar allí y poder ir a esa fiesta. Incluso me liaría con Asier si coincidiera con él. Pienso en lo mucho que echo de menos tener alguien que me bese, porque Miguel era un imbécil, pero estaba muy bueno y besaba genial. Te hacía sentir importante, aunque claro, luego te la estaba pegando por detrás con otra. Me prometo a mí misma tener mejor puntería la próxima vez, pues con un Miguel he tenido más que suficiente.

La vida de UxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora