Capítulo 14

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 Cuando me despiertan los gallos, tengo ganas de morirme. Digo los gallos, porque sí, para mi desgracia cantan casi al unísono. Durante todos estos días, desde que me enrollé con Ángel en la playa me encontraba de tan buen humor que había hecho la vista gorda con ellos. Pero hoy no, hoy estoy totalmente enfurruñada y no estoy dispuesta a perdonarles la vida, como se crucen en mi camino, ¡me los cargo!

La conversación con Naiara, no alivió mi malestar, solo sirvió para que despotricara a gusto sobre Ángel durante más de media hora y ella escuchara pacientemente. En cuanto colgué el teléfono regresó a mí el mismo agobio que tenía antes de hablar con ella. No digo que me arrepienta de lo que dije, porque no es así. Tampoco que esté dispuesta a ceder, pues no quiero ser el rollo secreto de nadie, pero me da tanta rabia que su reacción no fuera otra... esperaba que me dijera "Vale, que lo sepa todo el mundo" y que comenzara a sonar una música romanticona de fondo. Que de repente todo se moviera en cámara lenta como se ve en las películas y él me besara apasionadamente. Para mi desgracia, nada de eso ocurrió.

Cuanto más pienso en ello menos entiendo su actitud. ¿Cómo puede creer que me protege de esta manera? Porque, de momento, lo único que está consiguiendo es alejarme de él. Seguiré en mis trece, así que me mostraré indiferente y quizás si el sábado le ignoro... aunque para eso tendríamos que coincidir y si no recuerdo mal, Noa dijo que Diego organizaba uno de sus "fiestones" en el establo. Para mi desgracia, Ángel no suele ir nunca...

Llego al instituto con el tiempo justo y al sentarme en mi sitio, Ángel me saluda. Como no quiero que me tache de antipática le respondo, aunque mantengo la vista clavada en la pizarra, para que entienda que no he cambiado de opinión respecto a lo que hablamos. Es más, me empeño en mantener la cabeza bien alta, pues a cabezota no me gana nadie, pero lo único que consigo es que para cuando acaba la clase tenga un dolor de cuello terrible. Esto de mostrarme orgullosa no se me da nada bien.

En el descanso, Paula me confirma que mañana iremos al establo de Diego y ponemos bote para que puedan comprar litros y algo para comer. También me dice que esta noche han quedado en casa de Daniela para ver una peli, así que acepto sin pensármelo. Todo sea por estar ocupada y no pensar en Ángel.

Me lleva mi padre hasta casa de Daniela, cosa que le agradezco ya que está más lejos que la de Paula y si hubiera tenido que ir en bici, lo de la peli ya no me parecería tan buena idea. Además la madre de Daniela nos dejará luego a cada una en nuestra casa. Menos mal, soy tan miedica que no sería capaz de ir hasta mi casa sola por estos caminos.

De nuevo soy la última en llegar y la madre de Daniela me acompaña a una pequeña salita donde las chicas están ya reunidas. Como no podía ser de otra manera, hay un montón de comida y están buscando películas en varias plataformas.

—Hola, chicas. —Me derrumbo en el sofá de cuadros, al lado de Noa.

—Hola Uxue, llevamos diez minutos discutiendo qué película ver —me cuenta Daniela—. Estas pesadas no se ponen de acuerdo.

Me encojo de hombros.

—A mí me da igual. Me vale cualquier cosa.

—¿Ves? —Noa le da un codazo—. Vamos a ver esta.

Veo la que aparece en la pantalla. Es una comedia muy famosa ambientada en el Euskadi. No entiendo nada y lo notan.

—Pensábamos que protestarías si poníamos esa —me aclara Paula.

—¿Por qué? Porque ¿soy vasca? Ya la he visto y me reí un montón...

—Entonces, perfecto —sentencia Noa—. Además nosotras no la hemos visto.

La vida de UxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora