Capítulo 12

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 El lunes no empieza bien. Hace un día de perros, no para de llover y según la previsión del tiempo, el temporal durará unos días. ¡Es genial ir en bici en estas condiciones! Para rematar, no más llegar al colegio veo que la pelea de Ángel y Mateo es la comidilla de todos, cosa que me confirma Paula en cuanto me ve.

—Ya tienen nuevo chisme para cotillear. —Me coge del brazo y me pregunta en voz baja—. ¿Has hablado con Ángel? ¿Te ha dicho algo?

Me encojo de hombros.

—Me ha contado que le oyó alardeando de haberse enrollado conmigo y por eso saltó.

Paula niega rotundamente.

—¿Ves? Lo que me imaginaba. Le gustas.

Tal cual lo ha dicho parece algo horrible.

—¿Y eso es malo?

—Tú verás, pero ya te dije que es bastante dado a meterse en problemas. Esta no es su primera pelea, el año pasado, antes de su accidente, pegó a Mateo y todavía no sabemos el motivo. El problema entre esos dos viene de lejos.

No sé qué pensar.

—Quizás lo de Mateo estaba justificado.

—Nadie supo por qué le atacó. solo te digo que tengas cuidado.

Entramos en el aula y Ángel ya está en su asiento. Qué raro. Me siento a su lado y su ceño fruncido no me da buenas vibraciones.

—Hola —le saludo.

—Hola —responde con tono grave.

No me atrevo a decir nada más.

No hablamos en todo el día y durante el recreo tengo que aguantar los comentarios de todo el mundo. No entiendo cómo Mateo ha conseguido hacerse la víctima, pero el caso es que lo ha conseguido. Eso es lo que pasa cuando ya tienes mala reputación, como Ángel, que la gente es muy dada a pensar que la culpa es tuya.

Por la tarde, haciendo los deberes en mi habitación, no puedo dejar de darle vueltas, ya que no sé si me ha ignorado por mi bien o porque no le da importancia a lo que pasó ayer. A ver, tampoco esperaba que se comportara como mi novio, para nada estamos en ese punto, pero ni siquiera parecíamos amigos. Para colmo, no deja de llover, así que ni siquiera puedo coincidir con él en la playa.

Cuando ya he pensado en tantas posibilidades que creo que estoy a punto de descubrir un nuevo algoritmo matemático, recibo un whastapp.

—¿Quieres que te deje un libro? Con este tiempo seguro que no te vendrá mal.

Pienso en ignorarle, pero me puede la curiosidad. Quiero saber por qué ahora le interesa verme.

—Ok. Ahora me acerco.

Me asomo a la puerta de la sala, donde mi madre está viendo la tele mientras plancha.

—Ama, voy a casa de los vecinos. Ángel me va a prestar un libro.

Mi madre me mira y sonríe.

—Buena idea. Con este tiempo, no hay muchas cosas que se puedan hacer por aquí. —apoya la plancha y me mira—. Si está Julia, dile que se acerque a tomar un café conmigo.

—Vale.

Cojo mi chubasquero del perchero y por una vez salgo por la puerta principal. Aun así atajo saltando la valla, pues si no tendría que dar un rodeo enorme. Corro con mis botas Hunter y me da una pena horrorosa estar manchándolas de barro. ¡Con lo que cuestan!

La vida de UxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora