Y llegó la boda. Después de una maldita semana repleta de exámenes en la que básicamente lo único que he hecho ha sido comer, dormir y estudiar, por fin es sábado.
Me miro en el espejo sorprendida por la transformación que he conseguido después de un rato de chapa y pintura. El vestido me queda como un guante, ni muy ceñido ni muy suelto y tan elegante como uno comprado en la más cara boutique. "Gracias bisabuela". En el pelo llevo una diadema de plata envejecida con pequeñas piedras de color azabache que mi madre encontró en uno de los cajones de la cómoda que había en el desván. Se me olvidó mirar ahí y ella se llevó una grata sorpresa al encontrar un joyero con lo que hemos supuesto que son las "joyas de la familia". Nada que nos haga ricos, por supuesto, pero mi madre se emocionó al pensar que pertenecieron a las mujeres de la familia. Y aquí estoy yo, reutilizando la diadema, que hace que le dé a mi look un aspecto de lo más vintage. He tenido la suerte de que mi madre haya sido capaz de hacerme un recogido helénico, con el cabello enroscado y pequeñas trenzas intercaladas que parece una verdadera obra de ingeniería. No quiero saber cómo se habrán apañado el resto de las invitadas pues no me sorprendió ni lo más mínimo descubrir que en el pueblo solo hay una peluquera, que tiene el local encima del Bar Manolo y que por supuesto se había quedado sin hueco hacía ya más de seis meses. No es de extrañar teniendo en cuenta que más de medio pueblo está invitado a la boda. Vamos, que o van a peinarse a otro pueblo o cada uno se apaña en su casa.
Cojo el pequeño bolso y sopeso qué guardar en su interior. Como todo bolso de boda que se precie, el espacio es más bien escaso, obligándome a elegir qué prefiero llevar. ¿Móvil? Por supuesto. ¿Pañuelos de papel? Por si la emoción nos hace llorar. ¿Dinero? Por si acaso. Y ya no entra más, ni maquillaje para retocarme, ni unas bailarinas de repuesto, ni un chicle. Me gustaría saber ese conjuro que usa Hermione en Harry Potter y que hace que su bolsito no tenga fondo, pero como no he estudiado magia en Hogwarts, tendré que conformarme con no llevar nada más. Salgo de la habitación y choco con mi padre que pasea por el pasillo nervioso.
—¿Qué pasa?
—Nada, que sois unas tardonas y yo no tengo paciencia.
Le miro de arriba a abajo y me encanta verle de traje y corbata. Todo un señor.
—Qué elegante estás aita.
Una sonrisa orgullosa brota en su cara haciendo que su gesto se relaje.
—¡A que sí! Tu viejo aún tiene buena planta.
—No te llames viejo —digo dándole una palmadita en el pecho—. Sabes que estás hecho un chaval.
—Y tú estás muy guapa hija. Toda una mujer ya... así que espero que los chicos se comporten hoy, no vaya a ser que tenga que intercambiar "palabras" con alguno.
Ya me extrañaba a mí, que mi aita no pensara como lo que es: un padre. Y por eso precisamente le pedí a Ángel que mantuviera las distancias en la boda. No le entusiasmó la idea pero no conoce a mi padre enfadado...
Mi madre aparece por las escaleras y puedo ver cómo él la mira boquiabierto. No es para menos. El conjunto que se compró le favorece muchísimo y ella no ha tenido problemas con el pelo ya que lo lleva tan corto que prácticamente no tiene que peinarse.
—Oh Uxue hija, que guapa estás.
—Mira quién fue a hablar —respondo sonriendo—. Aita, me parece que es a ella a la que vas a tener que vigilar. Igual le sale algún pretendiente por ahí.
Mi padre pone gesto de fastidio y sé que está sopesando las posibilidades de que eso ocurra.
—No esperes que me separe de ti en todo el día —le dice mientras le da un beso en la mejilla.
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La vida de Ux
Teen FictionUxue es una adolescente que, por culpa de la crisis, se encuentra de la noche a la mañana obligada a empezar una nueva vida a cientos de kilómetros de Bilbao. Cambiar la ciudad por un pequeño pueblo en la costa de Galicia, no resultará fácil. Todo...