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—Tu madre va a venir a buscarte. —le advirtió Isabella desde la comodidad de su cama.

Carrie se negó a prestarle atención a su amiga y siguió ordenando las tarjetas que le habían llegado deseándole una pronta recuperación. Había pasado las mañanas de la última semana cuidando de su mejor amiga. Claro está, que debía compartir sus horarios con Darien, el conde de Rothberg y los Belmond. Nadie quería dejarla sola por más de cinco minutos, en especial su esposo, pero Isabella se las había ingeniado para pasar tiempo con todos ellos.

Lady Barwick había mejorado rápidamente. Según el doctor Pratts, ella volvería a levantarse y andar en cuestión de días. No obstante, mientras siguiera su periodo de reposo, todos iban a mimarla.

—No lo haría, si insistieras en que me quedara algunos días contigo.

—Dime la verdad, Carrie. ¿Por qué no quieres asistir a la fiesta de está noche?

—Mi madre está obstinada en encontrarme un marido cuanto antes y aún no quiero contraer matrimonio.

—No es tan malo como parece. —la animó Isabella.

—Por supuesto que en tu caso no es malo. Estás casada con un hombre maravilloso y que te adora, pero tal vez yo no tenga tanta suerte. —para Carrie era importante ese aspecto, no le interesaba si se trataba de un caballero con o sin fortuna, solo quería alguien que la mirara como Darien hacía con Bella.

—No digas esas cosas. Cualquier hombre se fijaría en ti. De hecho, hay demasiados caballeros que han demostrado su interés. Eres de los mejores partidos en la temporada.

—Madre cree que debería casarme con un burgués como tú. Ya tiene a alguien en mente.

—¿Tan pronto?

—No ha querido decirme de quién se trata. Solo mencionó que a mi padre le gustaría porque al parecer, tienen negocios juntos y socios en común.

—Puedo averiguarlo si quieres, Carrie. De seguro Darien o Jhon lo saben. Ellos tienen muchos contactos.

—Ni siquiera lo pienses. Casarme está temporada no entra en mis planes. Tengo otras preocupaciones que me rondan la cabeza.

—Por supuesto. Olvidaba el pequeño detalle de que sigues fantaseando con cierto duque...

—No es cierto. —declaró la rubia con rapidez. Tomó una de las almohadas y se la tiró a Isabella quien empezó a reírse descontroladamente. —Déjame ayudarte a componer tu estado. No querrás lucir así cuando llegue Darien. —dijo para cambiar de tema.

Carrie se pusó a su lado y le soltó el tocado que tenía. Algunos mechones le caían por el rostro y las horquillas ya no le sostenían el cabello como debían hacerlo.

—Ten cuidado, me estás jalando la raíz.

—Lo siento. Deberías cambiar de doncella, eres un desastre andante. ¿Le has hecho algo a tu cabello últimamente?

—¿Por qué lo dices?

—Tienes un mechón de la parte trasera más corto que el resto.

Isabella tomó sus rizos y se aseguró de lo que ella estaba señalando. Si bien no se notaba y no representaba un problema era muy extraño que tuviera su melena tan desprolija. Ella no era tan descuidada en ese aspecto.

—Tal vez la última vez que mi doncella me arregló, no se fijó bien y prefirió no decirme. Igualmente tengo que cortarlo un poco, está empezando a pesar más de la cuenta.

—Listo. —dijo Carrie al trenzar su cabellera y sostenerla con pulcritud.

—Gracias, querida. —ambas interrumpieron su plática cuando Darien entró en la habitación con una gran sonrisa.

Seduciendo al Duque de Kent - Misterios de Londres IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora