9

1.1K 95 9
                                    

***Por favor leer la información al final del capitulo. ***



Thomas puso la tetera en el fuego y empezó a cortar un poco de fruta. En cualquier momento Carrie iba a entrar por esa puerta y quería sorprenderla está vez. Tenía la necesidad de demostrarle que no era el típico noble estirado, sino que podía ensuciarse las manos si debía hacerlo. ¿Por qué? Ni él mismo lo sabía a ciencia cierta.

No había dejado de pensar en ella en todo el día. La deseaba demasiado.

En ese instante odiaba ser el sexto duque de Kent. La sociedad y su familia esperaban muchas cosas de él. Si estuvieran en otra situación, si fuera más fácil para él actuar cómo quería...Si fuera otro hombre tendría más libertades, pero no significaba que iba a desentenderse de la responsabilidad que tenía con su prometida. Hasta ahora nadie sabía que estaban juntos en esa cabaña, pero ya tenía una deuda con su honor y buen nombre.

Eso le hacía pensar en demasiadas cosas. ¿Qué importaba si la desnudaba en el sillón? Igualmente iban a casarse. ¿Por qué esperar más tiempo por algo que iba a suceder de todas formas?

El amor vendría después. Eso es lo que todos decían con los matrimonios de la clase alta. Sin embargo, él debía de estar enamorado ya, porque había pasado muchas horas rondando la idea de su noviazgo y aún no obtenía una respuesta coherente. Carrie era preciosa y amable, era perfecta para tomar como esposa, pero no era la que él habría elegido para hacer más segura su coartada y que alguien sospechara de su verdadero vínculo con la policía y el Ministerio. Tampoco se conocían a cabalidad. Era obvio que había algo más detrás de todo ese problema.

Y sin embargo, no quería irse. Sabía que estaba escapando de sus obligaciones, tanto las del ducado como las de su trabajo con el Ministerio de Asuntos Exteriores. En el fondo le gustaba esa vida en una casita alejada de todos y con la única compañía de Carrie para sí mismo.

Pero nada de ello era real. Tenía que informarse de una vez por todas de lo que estaba pasando. Ya había hecho el tonto por suficientes días. Si estos franceses habían tratado de hacerle daño, tal vez pudieran estar detrás de su familia o de otros compañeros en el ministerio. Debería alertarlos si ese era el caso y cuidarlos como había prometido.

Se sirvió una taza de té y salió de la casa. El cielo estaba despejado y el sol calentaba las flores del diminuto jardín trasero. Si caminaba más allá, entraría al bosque, la casa del guarda estaba detrás de ese montón de árboles. Lo había descubierto la noche anterior.

Mientras dormía, regresaron algunos recuerdos a su mente. En ese momento estaba inmerso en un caso sobre asesinatos en la ciudad. Sabía que era importante y lord Charleston confiaba en él para reunir toda la reunión posible y atrapar al culpable de tan horrendos hechos.

Recordaba ir a la escena del crimen y ver a la hija de la condesa de Blair cubierta de sangre. Al principio pensó que era una pesadilla, pero él conocía a esa señorita. Ella había sido la primera víctima. Después de eso, estaba perdido por completo. Se había levantado a media noche, tratando de recordar y no había tenido resultados. Por ello decidió dar un paseo nocturno, y cuándo vio la casa supo que era la del guarda. No había nadie más por los alrededores. ¿Qué tan alejados de la ciudad estaban? No creía que fuera mucho, puesto que Carrie tenía mucha seguridad al ir allí. Si estuvieran realmente lejos, sus padres se negarían.

Al regresar a su dormitorio, no pudo conciliar el sueño. Si se presentaba con esa condición a su vida normal, lo iban a tachar de loco. Eso sin olvidar que seguía corriendo peligro. Si no sabía en quién confiar, todo sería complicado. Lo único que podía hacer por ahora era enviar una misiva a su mayordomo. El lo informaría adecuadamente sin necesidad de interrogarlo o ser indiscreto.

Seduciendo al Duque de Kent - Misterios de Londres IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora